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Mojarra Fina: El Blog de la Mojarra Fina Ayamontina

La buena gente de Ayamonte

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. Francisca Angustias Cruz Cruz, "La Paqui".

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. Francisca Angustias Cruz Cruz, "La Paqui".

Cuando a mediados del pasado siglo se construyó nuestro querido Paseíto Nuevo, tópico que perdura a pesar del insigne Jiménez Barberi, todos pensamos que sería el lugar de ocio del barrio del Banderín. No fue así,los ayamontinos de ese barrio siguieron prefiriendo la inmortal Laguna. Pero bueno, ahí sigue, recoleto, bonito y un poquito triste.

Triste hasta que lo cruza una de las ayamontinas más simpáticas, dicharachera, genio y figura de esa alegría que derrocha continuamente. Ella no es otra que nuestra protagonista Francisca Angustias Cruz Cruz, "La Paqui" para los amigos.

Lleva en la sangre la simpatía, la gracia, las ocurrencias, la bondad de los "Goro", aprovecho para seguir enviándole abrazos al inolvidable barbero.

Paqui tiene salida para todo y para todos; cuando pasa junto al quisco del "Mosquito" a todos se dirige con esa espontaneidad de las almas nobles, de quien saca por la boca lo que siente su corazón, que siempre es bueno.

La he conocido hace poco, pero no he dudado ni un momento en traerla a este espacio de la buena gente de Ayamonte. Bienvenida, Paqui.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. María Gracias Gonçalves.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. María Gracias Gonçalves.

En mis tiempos juveniles -ya ha llovido y venteado-, para matar el aburrimiento solíamos acudir al edificio del Cine Cardenio con un objetivo: ver las carteleras. Como no teníamos otra cosa que hacer, las veíamos por parte, y así podíamos ir y venir en varias ocasiones.

Hoy, pasados muchos años, los jóvenes de entonces, ya abueletes, solemos retomar la costumbre itinerante, aunque con distinto fin. Hoy no se trata de ir al Cardenio a ver las carteleras, sino de "ir a dar una vuelta a la plaza de abastos". Y así pasamos las mañanas. En el camino me encuentro con buenos amigos: Domingo el Chori, Pepe Albarrán, Pepe Cárdenas, y tantos otros.

Para mí, la plaza de abastos de Ayamonte da respuestas a todas las necesidades. Bien cuidada y bien abastecida. No pretendo hacer distinciones, pero es lo cierto que dos puestos merecen una especial atención: el de pescado de mi querido amigo Jesús Reyes, mi "Fernandito", y el de frutas y verdura de Rosa.

En ese puesto todo es amabilidad y eficiencia, pero me quedo con María, la hija de Rosa, esposa de mi amigo Jose González, una de las mojarras más destacadas de Ayamonte, y cuñada de  mi amigo Carlos, al que  nunca podremos agradecer su aportación a nuestra historia gráfica, y no digo más.

María Gracias Gonçalves, a la que yo llamo Rosa por su madre, es la amabilidad por antonomasia. Su exquisita educación, sus modales, la hacen acreedora a ser considerada buena gente, y por extensión, buena gente de Ayamonte. Mientras su marido invita al cliente a probar la fruta una vez despachada y pagada, mi amiga María, como buena gente de Ayamonte, nos invita a degustarla con ese tacto inconfundible de la buena educación: "pruébela usted y dígame qué le parece".

Qué buena gente eres, María, y que bien rodeada estás con tu madre, tu esposo y tu empleada Marisa. Buen equipo. Un abrazo a todos.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. Antonio Acuña Grao.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. Antonio Acuña Grao.

No sé cómo se las arreglan, pero hay personas que se pasan la vida haciendo el bien, siendo solidarios, fraternales, servidores de los demás, abnegados, y muchas cosas más y encima pasan desapercibidos. Es el caso de mi querido amigo Antonio Acuña Grao.

Yo me meto con él cuando lo veo con una vara, porque me consta que practicamente lo obligan. Para ver al Acuñita hay que acercarse a aquellos sitios donde se presta servicio a los demás sin ser ni siquiera llamado. No le bastaba la Hermandad del Mayor Dolor y la Patronal de las Angustias, ahora lo vemos en el comedor social entre cacrrolas o acarreando libros de segunda o tercera mano para, con su venta, arrimar dinero para los más necesitados a través del economato San Vicente de Paul.

Siempre fue así, lo conozco desde muy jovencito cuando trabajaba a mi lado en el despacho de don Trinidad Navarro Nieto, y cuando se entregaba de cuerpo y alma al equipo de fútbol de La Milagrosa.

Y todo sin hacer ruído, pasando de puntillas. Dios te lo pague, amigo Acuña, y te lo pagará en nombre de aquellos, los más necesitados, a los que te entregas generosamente cada día.

El Prior de la Orden de los Hermanos Hospitalarios te dará la bienvenida al club de la buena gente de Ayamonte. Seguro.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. Antonio Mestre Correa, "el Rubio".

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. Antonio Mestre Correa, "el Rubio".

Hay veces en que el perfil, la idiosincrasia, la forma de ser y de comportarse de una determinada persona, viene a ser coincidente con sus orígenes, con su habitat: "nada más hay que verlo para saber que es de...", solemos decir.

Nuestro protagonista de hoy, es mirarlo y ver la Villa. Villorro hasta la médula, y por consiguiente ayamontino pazguato y fino.

Aparte de su profesión, especialmente la última como "gasolinero", siempre he visto a Antonio "el Rubio" colaborando con alguna institución del pueblo, especialmente con dos: el Ayamonte C.F. y el Casino España. Sirve tanto para un roto como para un descosío, es como un atún, útil y aprovechable por entero.

Antonio es hombre generoso y nunca pide nada a cambio, y sobre todo, y es por eso que lo incluyo en esta página, es muy buena gente. Forma parte indisutible de lo que en el blog llamamos como "la buena gente de Ayamonte".

Ignoro si su segundo apellido, Correa, tiene que ver con nuestro Prior de la Orden de Hermanos Hospitalarios. De todas formas, como hago con todos, le pido le de la bievenevida y su bendición.

LAS HUELLAS DEL INFORTUNIO. Miguel Flores, el "Mimi".

LAS HUELLAS DEL INFORTUNIO. Miguel Flores,  el "Mimi".

El partido estaba a punto de comenzar. Sobre el duro terreno de albero del viejo campo de fútbol, unos muchachos, casi niños, ataviados cada cual como puede, a veces con los zapatos de diario, otras con zapatillas de suela de goma, blusa de vestir y pantalón de apaño, se disponen a jugar un partido. Hay expectación en la grada de preferencia por ver sobre todo a un joven jugador que dicen las promete.

Miguel Flores, de la zaga de los Bartolina, mi primo Miguel, y para todos "el Mimi", va a dejar las gargantas secas. Sus quiebros, sus toques de balón, sus carreras con el balón pegado al pie, sus mil y una filigranas, hacen el deleite de los espectadores. Se comenta que un ojeador de un equipo grande vendrá un día a verle, o lo llamarán para pasar una prueba. Con esa ilusión vive Miguel, que ama el fútbol como a su propia vida.

Mas un día, en vez de un ojeador, se presentó el infortunio, ese ente invisible que marca para siempre a las personas. Y le obsequió con una gravísima lesión de la que resultó mutilado para el resto de su vida. La consiguiente depresión no podía faltar a la cita del infortunio -al fin y al cabo son pareja itinerante- y desde entonces Miguel Flores, "el Mimi", ya no volvió a ser el mismo. Su deterioro no sólo fue moral, también físico.

Mi primo Miguel es la estampa del tacirtuno, arriba y abajo con su bastón, se nos parece uraño, difícil de trato. Pero no se equivoquen: párense con él, ofrezcanle conversación, y verán cómo, por encima de la desgracia, del infortunio, de la vieja depresión, emerge un manantial de ternura, de bondad, y aunque no lo crean, de sabiduría.

El infortunio lo marcó para siempre; la depresión se empeñó en ser inseparable compañera. Pero ni el uno ni la otra lograron vencer el alma del "Mimi", ni su expresión más visible: su ternura.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. Manuel Gamero Sena, "Manolito Gamero"

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. Manuel Gamero Sena, "Manolito Gamero"

Su vida ha estado siempre acompañada del infortunio, ha tenido que navegar siempre en contra de marea. No sé en qué consiste su padecimiento de siempre, que dio lugar a operaciones al parecer nada fructíferas; su rostro desfigurado le ha caracterizado siempre. Y para colmo, aquel accidente que limitó para siempre sus facultades físicas.

Manolito Gamero, hijo de aquel inolvidable Gamero, el pìntor de brocha gorda, el cañero en Semana Santa, el de la Callejita el Loco, a pesar de tanta desgracia sólo ha merecido una limosnera pensión no contributiva, cuya concesión le hizo muy feliz al no tener nada, tan feliz, que casi desgasta por el uso el escrito que le envió la Junta, nadie en el Casino España dejó de leerlo, a mí me lo enseñó muchas veces, como si no se fiara, quería que le dijera que sí, que era realidad. Seguro que hasta que recibió la primera paga con los atrasos incluidos no se desengañó y siguió preguntando a unos y a otros. Ya esa conducta la había acuñado el gran Ortega y Gasset en una frase: “el preguntar viene de lo buscado”.

Me dicen que ahora anda malucho, y que su amigo Jesús el Pistolero no va a verle, pero seguro que estará entretenido viendo sus cintas de carnaval, aquellos inolvidables cuartetos que él creó y en los que participó con sus gracia inigualable.

Ignoro si el Carnaval como institución ayamontina ha tenido con él algún detalle. Para mí que se lo merece con creces. Que nuestro carnaval sin él no hubiera sido lo mismo es obvio. De todas formas, Mojarrafina sí quiere tenerlo, y es por ello que lo incluye en el club de la Buena Gente de Ayamonte. Bienvenido, Manolito Gamero, y que el prior de la Orden Hospitalaria te de su bendición.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. Manuel Santana, "Manolito el de los cupones".

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. Manuel Santana, "Manolito el de los cupones".

No quiero que se me pase de largo el mes de difuntos, este mes de noviembre siempre triste por los recuerdos que evocamos, sin traer a colación en esta página a un ayamontino, buena persona, buena gente, como es mi amigo Manolo Santana, Manolito el de los cupones, como cariñosamente lo nombramos por el tiempo en que trabajó en la ONCE.

Manolo tiene ante sí una tarea en sí misma contradictoria: por un lado, como todo bicho viviente, necesita trabajar la vivir; y por otra, como sentimiento común, no desea la muerte de nadie.

Ese es el gran dilema que preside la vida de Manolito el de los cupones, un dilema harto más difícil que cuando tenía que decidir si pitaba o no pitada penalti en aquellos azarosos tiempos de árbitro. Pero él se las pinta bien para llevar consuelo a los familiares de los difuntos a fuer de saber que ello suele resultar inútil. Como se diría en román paladino, no le arriesgo las ganancias. Monaguillo de curas y monjas, árbitro de fútbol, delegado de campo y de club, lazarillo, funerario. ¿Hay quien de más?. Parecería que no, pero yo me permito añadir algo a este dilatado curriculum: buena gente. Así que bienvenido al club de la buena gente de Ayamonte, Manolo.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. José Andrés Antúnez, Pepe Antúnez.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. José Andrés Antúnez, Pepe Antúnez.

Feliz Año Nuevo, le digo; feliz Año Nuevo, me contesta. Es el mes de agosto, o un día de la Semana Santa, y la gente que no sabe de qué va la cosa se nos queda mirando calculando la ingesta de alcohol que llevamos dentro para semejante y disparatado saludo.

Todo tiene su explicación. Hace muchísimos años, en el desaparecido bar de Saturnino, en la entonces calle Capitán Cortés, celebrábamos como podíamos la llegada del nuevo año. Cuando sonaron las campanadas vino el saludo ritual y habitual: feliz Año Nuevo. Pero como para entonces ya le habíamos dado al vidrio lo suficiente, lo repetimos cientos de veces a lo largo de la noche. Se quedó como rutina y así hemos seguido Pepe Antúnez y yo.

El amigo Pepe Antúnez, según el Registro Civil José Andrés Antúnez, es un ayamontino de los buenos de verdad. Lleva en Madrid más de cincuenta años, viene con mucha frecuencia, y cómo es el andoba que en vez de Madrid parece que viene del Banderín, de lo normal que se presenta. Hay muchos que se van fuera un fin de semana y ya viene como Aznar: “estamos trabajando en ello”, no deje tejano.

Pero lo principal es que el amigo Pepe, además de un artista de la imaginaría y creo que de la carpintería oramental, es una buenísima persona sea cual sea la hora en que se levante. Ni ha perdido el estilo, ni ha perdido los amores por su pueblo y por sus gentes, que le queremos y que nos alegramos cada vez que vienen por aquí. Hace muchos años su suegro, Perlacia, lo recibió en la familia como lo que es, una perla de bondad, fidelidad y ayamontinismo.

Aunque no vive entre nosotros, supongo que el señor Prior de la Orden Hospitalaria no tendrá inconvenientes en admitirlo en el club de la Buena Gente de Ayamonte. Se lo merece de sobra, así que, amigo Antúnez, bienvenido.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. Eduardo Ernesto Oliva García, motorista y aguaó.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. Eduardo Ernesto Oliva García, motorista y aguaó.

No vayan ustedes a creer que nuestro personaje de hoy proviene del Principado de Mónaco o del de Liechtenstein, o de una telenovela venezolana de esas que duran más que los últimos treinta segundos de un partido de baloncesto. Nada de eso, nuestro personaje de hoy, Eduardo Ernesto Oliva y García, es ayamontino hasta la médula y buena gente a rebosar.

El amigo Eduardo fue en sus tiempos un acreditado mecánico naval, motorista para los amigos, y desde hace unos años ha cambiado las bujías, lo calentadores, las válvulas del motor, por un bolso cargado de botellas de líquidos refrigerantes que porta las noches de Semana Santa al servicio de los esforzados músicos de la Agrupación Cristo de la Buena Muerte. Una noche me retó a que probase el peso del bolso y la verdad es que hay que tener mucha afición, mucho cariño, mucha devoción para repetir faena noche tras noche. El lo hace de forma airosa, como aquel personaje sevillano conocido por Antoñito Procesiones, saludando a diestro y siniestro con esa sonrisa que sólo saben esbozar las buenas personas, la buena gente de mi pueblo.

Ahora, como no tiene nada que hacer, anda dándole el coñazo a mi amigo Falo Gómez, aprovechando el fresquito del aire acondicionado de la oficina inmobiliaria, pero sin acercarse a la panadería porque ahí hace mucho calor.

Buena gente este Eduardo Ernesto, que no pertenece a ningún principado ni  protagoniza ninguna telenovela, y que desde hoy, porque a mí se me ha antojado, y espero que con el beneplácito de todos mis blogueros, ingresa en el club de la buena gente de Ayamonte. Bienvenido y que el prior de la Orden Hospitalaria te bendiga a la entrada.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. José Antonio Gil Fernández, Pepito Bustamante.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. José Antonio Gil Fernández, Pepito Bustamante.

En muchas ocasiones, cuando me refiero al viejo Instituto Laboral de la Cuesta la Merced me entran ganas de llamarle “el Semillero de la Amistad”, porque con independencia de los hijos ilustres que parió en sus viejas e incómodas aulas, lo más importante de todo fue las grandes amistades que germinaron entre sus muros y que aun hoy perduran con fuerza irresistible.

Entre esas amistades inquebrantables hoy toca referirse a una de ellas que me acompaña desde entonces, la de José Antonio Gil Fernández, Pepito Bustamante, el alumno, el alevín de la Rondalla de la Milagrosa, el defensa izquierda del equipo de fútbol del Instituto, con Palmero de central y Feliciano en la derecha, el hijo, nieto y padre de guitarristas, el esposo, el padre, el abuelo, imperturbable en sus modos, en su generosidad, y sobre todo pàra mí, en la amistad.

Pepito Bustamante es ejemplo de vida, se cuida como él solo, anda y anda, patea sin cesar las calles ayamontinas con lógica ilusión de mantener los parámetros de la salud en orden. Nunca le he conocido vicio –más que el de la ingesta de polvorones cuando la Rondalla cantaba por las casas-, pero sí virtudes.

Amante de la música, como su abuelo, como su padre -el inolvidable maestro Bustamante-, lleva años en la coral polifónica, y a mí me place compartir con él la preparación y puesta en escena del canto de la Salve Marinera todos los martes santo.

La vida, que nunca nos separó más que en la distancia, hoy nos une más todavía a través de la descendencia: su hija Pili, mi hija Mary Trini, su nieta Violeta y mi nieta, Lucía. Son amigas inseparables, y espero y deseo lo sean a lo largo de la vida, de la larga vida que les queda, y que esa amistad sea aun mayor de la que siempre nos unió a Pepito Bustamante y a mí.

Hace unos días, al pasar por la puerta del club “Buena Gente de Ayamonte”, me paró el Prior de la Orden Hospitalaria -que estaba en la puerta, no en la cantina-,y me preguntó cuándo les iba a mandar a su vecino Pepito Bustamante. Le contesté que en breve.

Pues ahí lo tienes ya, hermano prior, cuídamelo.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. Francisco Hidalgo Toribio, Paco Hidalgo.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. Francisco Hidalgo Toribio, Paco Hidalgo.

Anoche tuvo lugar en la Casa Grande el anunciado acto de homenaje a la desgraciadamente desaparecida Gaceta de Ayamonte. La mesa redonda –que en la realidad suelen ser rectangulares- estaba compuesta por diversos colaboradores que dejaron su huella personal en la referida publicación, encontrándose entre el público asistente otros destacados colaboradores.

Como no podía ser de otra manera, el acto fue moderado por el inefable e incombustible Paco Hidalgo Toribio, director de Gaceta de Ayamonte durante casi la totalidad de su existencia. Y aprovechamos la ocasión desde Mojarrafina para rendir al mismo tiempo un sentido homenaje a este ayamontino que merece entrar en el club de la Buena Gente de Ayamonte.

Paco Hidalgo no es ayamontino de nacimiento, pero es villorro distinguido, y ahora a ver quien explica esto si no es desde la grandeza de una persona que hizo de su espíritu de servicio a la ciudad que lo adoptó su obsesión, y todo ello medio escondido, como hacen las cosas los humildes, los que no buscan oropel ni se trabajan medallas a través de influencias.

Desde su refugio de Buscarruidos, calle de las Flores, Paco ha escrudiñado siempre la vida y obra del Ayamonte de sus amores. Fue “Duende de la Ciudad” en aquella Gaceta de Ayamonte y nos mostró con exquisita ironía, acontecimientos, rincones, acciones y omisiones curiosas. Ahora, como nos nos ocurre afortunadamente a muchos, ve gratamente interrumpida la vida serena del jubilado con la irrupción de sus nietos, y como no podía ser de otra forma, ejerce de abuelo primorosamente.

Pero a pesar de todo lo dicho, que no es poco, pero que tampoco es todo, ni mucho menos, mi amigo Paco Hidalgo es una buena persona, que como he dicho en otras ocasiones, es el mejor título que podemos recibir. Y por ello, y en la seguridad absoluta de que será bien acogido, le abro las puertas del club de la buena gente de Ayamonte, donde seguro se sentirá a gusto. Bienvenido, amigo Paco.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. José.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. José.

El nombre de José es posiblemente el más popular, el más conocido, el que más abunda en todo el mundo cristiano. Por ello, es lógico que para identificar a algún José tengamos que acudir a sus apellidos, a su mote o apodo, a su oficio o dedicación, a su ámbito familiar, a su origen, etc.

Sin embargo, en Ayamonte no es necesario acudir a ninguno de esos complementos para identificar a  nuestro personaje de hoy, basta con decir José para que todo el mundo sepa a quien nos referimos.

José es sin duda uno de esos ayamontinos que más nos han alegrado la vida siempre, bien a través de su actividad carnavalera formando parte de inolvidables cuartetos, con sus llamativos disfraces,  con sus naturales ocurrencias, y sobre todo con su  gracia innata. 

 José sigue siendo un hombre fiel a su condición humana. Su feminidad es sabida, su homosexualidad también,  pero siempre llevado  con dignidad, y ha tenido el sabio acierto de no entrar en el confuso mundo gay que nos han metido entre pecho y espalda los americanos como si de una nueva cola cola se tratase. Un día le dije: "el día que yo me entere que te consideras gay te dejo de hablar". Y me contestó: "yo sé muy bien lo que soy, y tu también, no te preocupes".

Trabajador incansable y de una honradez cualificada, mi amigo José entra hoy en la nómina de la buena gente de Ayamonte. Y lo hace precisamente por eso, porque es muy buena gente, una gran persona. Bienvenido, amigo José.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. Cayetana García Aguilera, la "Catana"

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. Cayetana García Aguilera, la "Catana"

Antes, mucho antes de que los novedosos movimientos feministas –error craso pues todo lo que termina en ista es radical-, que en realidad debieran denominarse movimientos femeninos, de entre aquella espesura machista que caracterizó nuestra Patria durante gran parte del siglo pasado, siempre hubo alguna que otra mujer que plantó cara al feo asunto y enarboló la bandera, no del feminismo, sino de la femineidad, e invadiendo descaradamente los cotos exclusivos en manos del machismo recalcitrante camparon por sus respetos y sus reivindicaciones. Quizás el ejemplo más al uso se refiera a María Moliner, que se quedó a las puertas de la Real Academia precisamente por ser mujer, pero que nos legó el que sin duda es el mejor diccionario de nuestra Lengua, el Diccionario de uso del Español.

En nuestra ciudad, una mujer valiente, trabajadora, luchadora, gran persona y, encima, pobre de pobreza extrema, invadió los terrenos del machismo, y sin hacerse hombre, siempre desde su condición de mujer, desempeñó tareas duras, sólo reservada a los llamados machos ibéricos. Ella, con su ímpetu, con su enorme capacidad de trabajo y sacrificio, ganó a todos la partida: posiblemente en las tareas estibadoras del puerto ayamontino no haya existido nadie tan eficaz y constante como Cayetana García Aguilera, nuestra siempre querida y admirada “Catana”.

No había trabajo, por duro que fuese, que la “Catana” rechazara, verla agarrada a las varas de los antiguos “carros de la Castela” acarreando fardos de sal, garlitos de mechillones, bidones de aceite y toda clase de mercancías, era quizás su estampa, su figura más genuina.

Le tocó vivir una época dura, difícil, de escasez de oportunidades, y no pudo triunfar en algo que hacía maravillosamente: cantar. Sí, por para quienes no la conocieron y la ven ahora anciana y parsimoniosa, Cayetana era una gran cantante de flamenco. Yo la concí desde niño, cuando sentado a la puerta de mi antigua casa del Peñón, la veía subir, descalza, después de un día duro y penoso de trabajo, silbando de tal guisa que hasta los pájaros guardaban silencio para oirla.

Hoy hemos de reconocer que nuestra querida “Catana”, además de luchadora, trabajadora, sacrificada, cantaora frustrada por falta de oportunidades, y que silbaba como cantan los ruiseñores, ha sido siempre y sigue siendo, una buena persona. Es la primera mujer que entra en este especial club de la buena gente de Ayamonte. Bienvenida, Cayetana, estás en tu casa.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. Manuel Celedonio Martín Ríos, amigo Cele.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. Manuel Celedonio Martín Ríos, amigo Cele.

Dicen que los dedos de una mano sirven, entre otras cosas, para contar los amigos de verdad y a veces sobran. No me extraña porque la amistad es un sentimiento de tal contenido y exigencia que nos puede llevar a esa conclusión, aunque la verdad es que la palabra amigo la empleamos a diario con demasiada frivolidad.

 

Nuestro personaje de hoy, Manuel Celedonio Martín Ríos ocupa, sin lugar a duda, uno de los dedos de una de mis manos con los que enumero a mis amigos de verdad.

 

Hijo de un inolvidable barbero, el maestro Celedonio, y nieto de un acreditado maestro albañil y ya en su ancianidad carbonero en la calle Huelva, Celedonio entró en mi vida allende 1955 cuando se produjo la apertura del viejo Instituto Laboral de la Cuesta la Merced. Y desde entonces nuestra relación de amistad no ha decaído un ápice, yendo en paralelo con  la que une a nuestras respectivas mujeres.

 

Ha dejado huella de bien hacer en todos sus menesteres, profesionales y aficionados: director de banco de vida itinerante, hermano de la Soledad de toda la vida, presidente del Rocío y pregonero de dicha hermandad, presidente de la Hermandad de las Angustias, y en su día, aunque fue flor de un momento, presidente de Agrupación, aunque aquello, gracias a Dios, no cuajó, y me alegro por él, porque conociendo su sentido de la responsabilidad lo hubiera pasado muy mal lidiando en semejante plaza.

 

De joven cursamos juntos el bachillerato en el Laboral y compartimos cargos en La Milagrosa, primero él de presidente y yo de vice, y cuando lo dejó pasé yo a ocupar su cargo.

 

Pero todo este currículum no serviría para nada, no diría nada, si en todos esos momentos de su vida mi amigo Cele no hubiese mostrado su verdadera condición: la de ser una buena, buenísima persona. Celedonio es sentimental y tierno, fiel y trabajador. Buen amigo y buen ayamontino. Y, además, buena gente, por eso me permito incluirlo en este club de ayamontinos selectos. Bienvenido, amigo Cele.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. José María Soto Sánchez, Pepe el Caya.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. José María Soto Sánchez, Pepe el Caya.

Su padre era marinero, pero él `prefirió los fogones, las perolas, las sartenes, y se convirtió en un competente cocinero, tanto en Ayamonte como durante su periodo como emigrante.

Si José María Soto Sánchez, Pepe el Caya para los amigos, quisiera presumir, lo podría hacer por muchas cosas, pero su modestia se lo impide. Pepe el Caya es para mí como un gran boceto a partir del cual podemos confeccionar el cuadro que queramos. Es sencillo, educado, elegante, silencioso, afable y servicial. Pero sobre todo es buena gente, buena persona, jamás he oído a nadie decir nada en su contra, todo lo contrario.

Pepe el Caya es hombre extraordinariamente religioso, pero no de bullas y novelerías. Suele peregrinar a Fátima y siempre que le veo en misa observo como se acerca a comulgar. Si alguna vez ha roto el molde de la moderación es para coger un sitio y cargar con la Virgen de las Angustias cuando la bajan del camarín en el mes de agosto. Por lo demás, todo en él es silencio, prudencia y humildad.

Entrando en un terreno más prosaico, me permito hacerle una pregunta a mi amigo Caya: ¿qué haces para, teniendo la edad que tienes, no presentar ni una sola arruga?. Su rostro es terso, joven, y si a ello añadimos un semblante risueño y amable, el retrato es perfecto.

Bienvenido, Pepe, bienvenido al club de la buena gente de Ayamonte, creo que aquí te sentirás a gusto.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. Juan Antonio Fernández Redondo, Juanito el tendero.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. Juan Antonio Fernández Redondo, Juanito el tendero.

A mí, al ayamontino Juan Antonio Fernández Redondo me gusta llamarlo por Juanito simplemente, o si acaso, por Juanito el de la tienda.

Nos conocemos desde hace muchísimos años, quizás desde aquellos tiempos en que siendo los dos un poco más de niños coincidíamos en el Peñón, donde yo vivía, y en la calle Benavista, donde vivía su pariente Juan Rasco ”Ofito”, que regentaba en su propia casa una modesta tienda de comestibles. En esa tienda empezó Juanito su andadura, su errante andadura por diversas tiendas de comestibles o ultramarinos: Pancho, Carmelo Báñez, Manolita, Diego Paulete, que terminó siendo  finalmente  la suya propia, en la Cuesta de San Diego.

También coincidimos alguna vez en el viejo y recordado campo de fútbol del Banderín, el nuestro de siempre, y lo admiré viéndole jugar al fútbol: todo coraje, velocidad, clase. Pasaron muchos años y alguna vez  le vi practicando ese deporte que lleva en las venas y siempre con la misma entrega. Creo que con Juanito nació la figura del carrilero.

Me dice mi amigo Tapi que ya está jubilado, pero estoy seguro que aun a su edad pegaría una chachita con un balón y volvería a correr la banda izquierda.

Su carácter errático como tendero le hizo conocer a muchas gentes. Si hoy preguntamos a todas ellas por él, seguro que nos dirán que Juanito es una buena persona, que es el mejor título que un ser humano puede recibir. Por eso me permito incluirlo en este especial club en el que habita la buena gente de Ayamonte. Bienvenido, Juanito.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. José González Aguaded, Pepe el Luzla.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. José González Aguaded, Pepe el Luzla.

Vive su jubilación en paz, con la conciencia tranquila fruto del deber cumplido, de una larga vida dedicada al trabajo, a la familia, a los amigos. Incluso compartiendo tertulia con ese brazo alargado del Asilo que es la tertulia de “La Goleta”, con Domiciano, Luis do Carmo, su hermano Lolo, con Cándido Flores y su hermano Joaquín, con los hermanos Fernández Flores, los Pocholo, y con alguno más, que la memoria a estas edades fallan más de la cuenta.

Su azarosa vida discurrió entre peligros de alta y baja tensión, de escaleras inseguras para llevar a los hogares la luz, la corriente que faltó en un momento por causas diversas, en un viejo taller de la calle Huelva junto a su padre –el inolvidable Pepe el electricista-, su hermano Ramón y Manolo, el eterno empleado del taller. No eran momentos de especialidades y lo mismo se reparaba una instalación casera o industrial, que se arreglaba una plancha o un secador de pelo.

Puede decirse que los tres hermanos son un buen ejemplo de trabajo y comportamiento ciudadano, pero mi amigo Pepe el Luzla se sale de calle. Yo suelo decir que cuando voy a Villarreal y no le veo con su bolsa en la mano es como si no hubiera ido. El Luzla forma parte inseparable del paisaje urbano de la ciudad portuguesa, y no verle por allí sólo es compensable viendo al Franquito, aunque no es lo mismo. Por algo le suelo llamar “el alcalde de Villarreal”.

Pepe el Luzla, el hijo de Pepe el de la luz, derrocha amabilidad, sonrisas francas y amistad. Es un buen ejemplo para todos los que le tratamos. Yo le doy la bienvenida a esta club especial que me he inventado donde habitan los buenos ayamontinos, la buena gente de Ayamonte. Por cierto, ¿alguien sabe por qué le llaman el Luzla?, yo creo que en verdad ni él mismo lo sabe, su hijo me ofreció un día una explicación muy asumible pero en todo caso hipotética.

Por último, un ruego: que alguien me diga si el segundo apellido está bien o mal escrito, tengo mis dudas y prefiero recurrir a mis blogueros que a la guia de teléfono.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. Manuel González Martos, el Bomba de la Villa.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. Manuel González Martos, el Bomba de la Villa.

Las mininas, las ricas mininas, pueden ser del campo de la Villa, del campo de Canela o de Portugal. Todas están muy ricas, pero creo que a los ayamontinos las que más nos van son las de Canela.

Algo así me pasa a mi con los Bomba,  los Bomba ayamontinos, que los hay de todas partes y a cual mejor persona: el Bomba de Excombatientes; el Bomba del Arrecife, a cuyo bar iba mi tocayo Tito Cojo “cuando no bebía”... y mi preferido: el Bomba de la Villa. Ese que se planta a las puertas de su casa en Real de los Galdames dando la bievenida a todo el que se acerca al Barrio, porque subir a la Villa y no ver al Bomba en la puerta de su casa o en el Socorro montando el paso de Padre Jesús o montando farolillos para el Salvador o en primera fila durante las carreras de burros, en fin,  si en el paisaje villorro no está el Bomba, ni es paisaje ni es na. Sería como llegar al Solá y no ver la farola.

Manuel González Martos, así llamado en el siglo, es el Bomba de la Villa, una grandísima persona que hoy ocupa un lugar en esta página del blog reservada a “La buena gente de Ayamonte”. Siempre me ha caído bien el Bomba de la Villa, sobre todo aquel año en que se esforzó en prepararnos la masa para hacer cocas con verdadera maestría. Se lo agradecí y me dijo que la próxima la tenía que hacer yo y así aprendía, pero cuando me enteré del esfuerzo que requería la tarea, del constante juego de brazos y muñecas, opté por seguir comprándolas en la Flor de la Canela.

Creo que ha sido hombre de suerte, tanto él como mi amigo Curro el de la Villa la tuvieron emparejándose con las hijas del inolvidable Domingo Tintín, lo que no es poca cosa. Pero como todo no puede ser favorable, al Bomba de la Villa le salió un niño concejal del Psoe. Qué le vamos a hacer, Bomba, no se puede pretender que todo nos sea favorable.

Aparte la broma, termino en nombre propio y creo que en la inmensa mayoría de mis blogueros, dándote la bienvenida a esta página donde se encuentra la buena gente de Ayamonte. Como tú.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. Manolo Carro Álvarez, el amigo sedante.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. Manolo Carro Álvarez, el amigo sedante.

Cuando uno de cruza con él por la calle o lo ve tranquilamente sentado junto a Juanito Cortada degustando su café vespertino o sentado cómodamente en un sillón del Casino España, uno respira hondo porque sabe que junto a Manolo Carro va a encontrar ese momento de paz, ese momento sedante que tanto necesitamos tantas veces en la vida.

 

Y es que mi amigo Manolo Carro Álvarez es la expresión más genuina de la moderación. Resulta prácticamente imposible pelearse con Manolo, ni siquiera entrar en una discusión violenta o alterada. Sus expresiones son siempre modelo de moderación. Si sabe de algo te lo explica sin  necesidad de que se lo ruegues; si desconoce la materia de que se trata con toda humildad te lo hace saber.

 

Verlo pasear por su querido Ayamonte es contemplar la imagen de la mismísima moderación, de la tranquilidad, de la paz. Muchas tardes me cruzo con él cuando regreso a casa. ¿A dónde vas ahora Manolo?. Pues voy a la farmacia y a comprar pan, por ejemplo. Otras veces me siento a su lado en el bar de Cortada y charlamos amigablemente, como siempre.

 

Tiene en su haber muchas cosas. A saber: es el máximo goleador del Ayamonte con once o doce goles en un solo partido cuando jugaba como juvenil; fue uno de los escribientes más preparados del pasado siglo: tiene una familia extraordinaria en todos los sentidos; es ayamontino hasta la médula; tiene dos hijos admirables , y para colmo su Loli lo ha hecho abuelo de una nieta que está para comérsela...

 

Y para colmo, es una buena persona, que es el mejor título que podemos merecer.  Y es por eso que me he permitido traerlo a esta página en la que habita “la buena gente de Ayamonte”. Un abrazo.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. El Gran Tapi.

LA BUENA GENTE DE AYAMONTE. El Gran Tapi.

Ya iba siendo hora que le tocara, seguro que muchos blogueros se han preguntado para cuándo el timonero del blog, como dice el Pargana, iba a traernos una semblanza del gran Tapi, del amigo Tapaera.

Bueno, pues le llegó la hora, ya estamos aquí con el gran fotográfo, artista global y pedazo de persona. A pesar de haberme criado al lado de su familia allá en el Peñón cuando su tío político Pepe, el zapatero remendón de la calle Tarpeya hacía gala de sus dotes polifacéticas: zapatero, carpintero, albañil, lo que se terciara, la verdad es que con motivo de mi larga ausencia de Ayamonte las caras “se me van”, y hasta hace muy poco tiempo ni siquiera sabía de la existencia del Tapi.

Ha sido precisamente el blog Mojarrafina el que nos ha presentado. Yo me alegro de haber conocido y entablado una incipiente amistad con esta gran persona que es el amigo Tapaera. Su capacidad y espíritu de servicio a los demás, y de forma desinteresada está más que acreditada, y es por eso que lo traigo a este capitulado de “La buena gente de Ayamonte”, porque se puede ser un eficaz trabajador, un excelente artista de la cámara, todo lo que ustedes quieran pero si no se es buena persona de nada sirve lo anterior. Como dijo el apostol Pablo: “si no tengo amor...”.

Al Tapi le sobra amor para volcarlo en servir a su pueblo, a sus gentes, siempre desinteresadamente, con sumo gusto.

El amigo Tapi es sin duda una gran persona, un buen ayamontino al que le hago un sitio en este apartado del blog que espero acepte, pues llega a él con pleno merecimiento.