Escribo este artículo cuando nuestra Semana Santa acaba de decirnos adiós como siempre, en San Francisco, y aunque aun nos queda el esplendor, con música o sin ella, del Resucitado y la Victoria, es otra historia. Acabó el dolor y comienza la gloria.
Cada año que pasa veo menos "semana santa", o sea, procesiones: la edad y la salud ya no permiten aventuras como antaño, por eso lo poco que veo lo suelo observar con detenimiento, no como algunos o muchos pensarán, para darle a la mojarra. Mi amigo Agüillas me dijo en la Laguna cuando hablaba en voz baja con alguien: "échate un poco pa yá, no pegues tanto la oreja para luego darle a la mojarra".
El Jueves Santo vi la salida de la cofradía de Jesús Caído, y como cada año que la misma va acompañada del todavía refulgente sol de Poniente, me hice la siguiente pregunta: ¿puede haber algo más bello a la luz del día que el paso de palio de la Amargura?. Y la respuesta fue inmediata: sí, cuando el sol la ilumina con su irresistible fuerza. Un ascua blanco refulge entonces por el Solá. Siento no poder traer al blog la foto correspondiente, pero como soy tan listo subí la cámara pero me dejé en casa la batería cargando. No le digais nada a nadiez que luego vienen los cachondeitos. Y lo adelanto antes de que lo haga el "niño segundo del Perito", que lo sabe porque yo se lo dije.
Al día siguiente, Viernes Santo, en vista que la tarde abría considerablemente y que los gorilas que pone mi hermandad en la puerta del Camposanto no me habrían dejado entrar -este año ni siquiera lo he intentado porque no me gusta pasar vergüenza-, me planté a las puertas de la colecturía. Y cuando salió el imponente paso del Descendimiento, otra pregunta surgió: ¿Es posible superar la belleza de la obra cumbre de Peñalver a la luz del día?. Y la respuesta fue la misma que en el Solá: sí, cuando el sol la ilumina con su irresistible fuerza.
Me gustaron también, el nuevo ritmo que Javi Pérez Duarte ha dado al paso de Jesús Caído, y el hermoso acompañamiento musical a la salida del Santintierro de las Angustias, y sobre todo la seriedad recobrada por parte de una hermandad que intentó derroteros folclóricos aunque se hiciera con la mejor voluntad.
Y no me ha gustado nada, según me cuentan, la escasez de personal acompañando a Padre Jesús en su recorrido. ¿El frío?. Puede ser. Pero si no es así habría que plantearse seriamente el fenómeno.
Ahora sólo nos queda el Resucitado sin acompañamiento musical. Espero y deseo que sólo sea una anécdota y que entre capataces y costaleros nos hagan olvidar el asunto.
Quiero aclarar que si no comento nada de la hermandad francisca, sólo es por el motivo apuntado al principio: me recogí muy temprano. Pero estoy seguro de que lo harían como siempre, es decir, de forma ejemplar.