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Mojarra Fina: El Blog de la Mojarra Fina Ayamontina

Iconografía de la Semana Santa de Ayamonte

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA AYAMONTINA. Extra: la magnífica exposición de miniaturas de la Asociación Juvenil El Solá

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA AYAMONTINA. Extra: la magnífica exposición de miniaturas de la Asociación Juvenil El Solá

Cuentan que cuando los impresionistas presentaron sus primeros trabajos en una exposición, algún crítico del ámbito realista, son sorna y cierta mala uva, pronunció la famosa frase: “da la impresión….”. Por el solo hecho de que a aquel realista le daba la impresión de que estaba delante de un cuadro, el movimiento impresionista fue así nominado. Y es que el impresionismo se caracteriza esencialmente porque te produce impresión de realidad lo que son trazos aparentemente informales y sin sentido. El pintor impresionista no pinta a una persona sonriendo, eso lo hacen los realistas, ellos pintan un solo momento de esa sonrisa, distinta a todas las anteriores y a todas las que después vendrán, captan el momento de la vida.

Dicho esto, quiero expresar a esos incansables jóvenes de la Asociación El Solá, con mi amigo Curro al frente pues nunca se retirará del todo, mi admiración por su obra, y manifestarles la gratísima impresión que causa la exposición de miniaturas expuesta en la sede de Agrupación de Cofradías, a mí, al menos, me dejó poco menos que alucinado.

Hay gente que se fija en los parecidos o en la exactitud de una talla, por ejemplo. Creo que eso no tiene gran importancia. Lo que realmente importa es que cuando diriges la mirada a la exposición te de la impresión de estar viendo realmente nuestros pasos y su entorno procesional.

Pero una cosa es el parecido y otra el montaje. Que el Cristo tal se parezca al que representa, repito, no tiene importancia, aunque hay casos como el del Cristo muerto en el regazo de la Virgen de las Angustias que está lo que se dice, clavado.

Ahora bien, si la exposición  se refiere a la muy recordada Procesión Magna de 1991, lo del paso del Descendimiento de la Cruz tiene que tener una explicación y espero obtenerla. En el paso de misterio original, el Cristo tiene aun una mano clavada a la cruz, en el miniatura figuran los dos brazos caídos; en el original la cabeza del Señor descansa en la cara de uno de los varones, en el miniatura los dos varones permanecen separados; en el original hay dos mujeres, la Virgen y María Magdalena; en el miniatura figuran tres. Todo ello me hace pensar que el paso representado en miniatura no es el de Ayamonte, pero en ese caso, ¿por qué se incluye en la Magna del 91?.

Que conste que este análisis lo hago desde el cariño y el respeto, simplemente es una curiosidad, me ha llamado poderosamente la atención las diferencias. Lo del cura en la Tribuna Oficial tampoco me lo explico. En fin, comparados estos detalles con lo grandioso y admirable de la obra, todo queda en pecata minuta.

Si alguno de los miembros de la Asociación quisiera explicar la cosa, se lo agradecería.

 

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. Personajes secundarios. 1: Los Santos Varones

 

José de Arimatea es el personaje  bíblico que según la tradición cristiana era el propietario del sepulcro en el cual fue depositado el cuerpo de Jesús. Igualmente se le atribuye el traslado del Sudario, el Santo Grial y otras reliquias desde Jerusalén a otros lugares de la cuenca mediterránea.

Era miembro del Sanedrín, tribunal supremo de los judíos, y decurión del Imperio Romano, una especie de ministro. Hombre ilustre según San Marcos; rico según San Mateo; persona buena y honrada según San Lucas, y discípulo clandestino de Jesús según San Juan.

Entierra a Jesús en una tumba de su propiedad, lugar en que hoy se encuentra la basílica del Santo Sepulcro. La tradición cristiana lo tiene como patrono de embalsamadores y sepultureros. Su festividad en el santoral católico se celebra el 17 de marzo.

Aparte de los Evangelios, donde no se dice nada sobre el particular, existe una versión acerca de su personalidad a mi parecer poco creíble pero que en todo caso transcribo: se cree que era hermano de San Joaquín, padre de la Virgen, y por consiguiente tío abuelo de Jesús y que se convirtió en su tutor después de la temprana muerte de San José.

Por su parte, Nicodemo es el nombre igualmente de un judío que protagoniza un profundo diálogo en secreto con Jesús. Según San Juan, era rico, fariseo y maestro en Israel así como miembro del Sanedrín. Según ese Evangelio era principal entre los judíos, hecho que hace que sea muy apreciado entre los cristianos, pues al igual que Pablo de Tarso o José de Arimatea, representa al sabio judío versado en la ley que reconoce en Jesús al Mesías y se hace su discípulo. Según la tradición, se presentó con cien libras de mirra y áloe para embalsamar el cuerpo de Jesús.

Ambos varones son los protagonistas principales del descendimiento de Jesús desde la cruz y su posterior enterramiento. La personalidad de estos personajes es tal que a veces al paso en el que van es también conocido popularmente como el de los “Santos Varones”, que era como se nombraba al anterior paso de la hermandad del Descendimiento.

 

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. Personajes secundarios. 4: San Juan

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. Personajes secundarios. 4: San Juan

Juan el apóstol –y decimos sólo apóstol porque como ocurre con Marcos y Mateo no resulta históricamente nada claro que esos nombres coincidan con el de los evangelistas- es oriundo de Galilea, hermano de Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo. Discípulo de Jesús desde el inicio de su vida pública, era el más joven de los doce.

Jesús llamó a Juan y a su hermano “Hijos del trueno” por su gran ímpetu, y a la vez a Juan lo confirmó como el discípulo más amado. Juan pertenecía al llamado “círculo íntimo” de Jesús por haberlo acompañado en situaciones especiales, como la transfiguración y el huerto de Getsemaní. Se cree que en la última cena se recostó sobre el hombro de Jesús, al menos así nos lo representa algunos pintores.

Juan fue el único de los doce que permaneció al lado del Maestro incluso al pie de la cruz,  junto a María. Después de la resurrección vio junto a Pedro el sepulcro vacío.

Fue compañero de Pedro en viajes de predicación sobre todo a Samaria,  y Pablo de  Tarso lo cita como uno de los pilares de la Iglesia.

Su nombre en hebrero es “Yohanan”, que significa “el Señor es misericordioso” y su festividad es el 27 de diciembre.

Ireneo de Lyon nos refiere que Juan, después del martirio de Pedro y Pablo, se estableció en Éfeso. La tradición nos dice que fue llevado a Roma, y el emperador Domiciano ordenó quemarlo con aceite caliente. Hay quien dice que murió mártir, y otros que se salvó del martirio y fue desterrado a la isla de Patmos, donde escribió el Apocalipsis.

 

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. Personajes secundarios. 2. Simón de Cirene (Cirineo)

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. Personajes secundarios. 2. Simón de Cirene (Cirineo)

Fue, según los evangelios de Marcos (15: 21-22), Mateo (27:32) y Lucas (23:26), la persona que ayudó a Jesús a llevar la cruz hasta el Gólgota, donde sería crucificado..

Se dice que “venía del campo”, y en el evangelio de Marco se hace referencia a él como “padre de Alejandro y de Rufo”, que eran discípulos de Jesús. No hay ningún dato más acerca de él en el Nuevo Testamento, ni siquiera aparece en el evangelio de San Juan.

Yo siempre he disentido de esa afirmación de que venía del campo, creo más bien que estaba ya en el lugar en hora temprana, pues en su condición de padre de dos discípulos del condenado obviamente tendría curiosidad de ver al Nazareno, y ello además me hace pensar que se prestara voluntariamente a llevar el travesaño, pues aunque se habla de cruz ya sabemos que los condenados a pena de crucifixión sólo cargaban con el travesaño y que el palo principal permanecía en el lugar de la ejecución.

Su ciudad de origen, Cirene, está situada al Norte de Africa. Según  la tradición, sus hijos, Alejandro y Rufo se hicieron misioneros. El hecho de que se mencionen sus nombres sugiere que puede tratarse de personajes relevantes en el cristianismo primitivo. Muchos musulmanes creen que Jesús escapó de la crucifixión, y que Simón de Cirene fue crucificado en su lugar (Cristianismo y el Islam, IV: Jesús y Mahoma).

Es llamativo verlo arremangado, sin que haya encontrado dato alguno que lo explique, pero no es sólo en Ayamonte, el Cirineo de San Isidoro, de Sevilla, de Francisco Ruiz Gijón,  también viene así representado en la noche del Viernes Santo. Pura anécdota, creo yo.

 

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. La Virgen bajo palio. 9: Virgen de la Victoria

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. La Virgen bajo palio. 9: Virgen de la Victoria

 

Resultaba a todas luces inevitable. Durante casi un siglo, el procesionar semanasantero ayamontino ponía punto y final en San Francisco despidiendo con dolor y nostalgia a la Virgen de la Soledad. Al mismo tiempo este pueblo venía proclamando cada año su deseo de un Domingo de Resurrección cofrade que pusiera broche final, broche de oro, a la trilogía pasional.

La victoria que el Ayamonte cofrade proclama el Domingo de Resurrección no es una victoria ganada en batalla cruenta, de vencedores y vencidos. Es la victoria ganada en la cruz, que es lo mismo que decir ganada en el amor.

La Virgen de la Victoria irradia una belleza asombrosa. Siendo la última en incorporarse a los desfiles procesionales de nuestra Semana Santa, llega con increíble fuerza, sembrando admiración y paz, una paz tan necesitada después de una semana terrible sembrada de incertidumbre y dolor.

Ella irá ocupando ese tiempo que antaño fue de nadie y que hoy es el de la resurrección cofrade, día de gozo y alegría.

Su llegada al mundo cofradiero ayamontino estuvo presidido por un entusiasmo propio de una juventud cofrade que hoy ve cumplida su ilusión, y que a la vez se ve arropada por un pueblo que en la mañana gloriosa del Domingo de Resurrección comparte con entusiasmo y alegría la victoria de la cruz, una Victoria morena y dulce convertida ahora en pleamar de continuas plegarias.

 

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. La Virgen bajo palio. 8: Virgen de la Soledad

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. La Virgen bajo palio. 8: Virgen de la Soledad

Longinos acaba de retirar la pica del costado de Jesús, y comprobada la muerte, vuelve a la Torre Antonia para dar cuenta del suceso al procurador.

Ha terminado el espectáculo. Los apóstoles, dispersados desde horas antes, dejan sola a María al pie de la cruz, junto a dos fieles mujeres y al joven apóstol Juan. Entretanto, José de Arimatea gestiona ante Pilato la entrega del cuerpo para ser sepultado de forma individual.

Ha pasado ya la madre por el dolor, por la amargura; ha pedido socorro, y ahora le queda digerir su inmensa pena de la forma más terrible: en soledad.

La Virgen de la Soledad –la Señorita de Ayamonte-, pasea su luto y dolor la noche del Viernes Santo por el sendero que en palabras de Rodríguez Buzón, Ayamonte va cantando a veces y otras camina en silencio, sendero en el que divide su pan y parte a mitad su cielo, y que la Soledad cierra con tu triste desconsuelo.

Sin variar un ápice su cadencioso ritmo, los costaleros la llevan en suspiros. Siempre despidió Ayamonte su Semana Santa en la madrugada del Sábado Santo a las puertas de San Francisco, y así sigue siendo, porque el domingo siguiente ya es tiempo de Gloria.

Despedir a la Virgen de la Soledad en la ya fría madrugada sabatina ha sido y será siempre motivo de profunda nostalgia.

 

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. La Virgen bajo palio. 7: Virgen del Mayor Dolor

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. La Virgen bajo palio. 7: Virgen del Mayor Dolor

Resulta siempre difícil, y a veces imposible, establecer una escala de valores ante determinadas actuaciones, resultando inútil buscar una alternativa.

En el amor la cuestión es aun más dificultosa. Pero existe un amor que supera todos los demás y que nadie se ha atrevido nunca discutir: el amor de una madre. Por ello, y en lógica consecuencia, si el amor hacia los hijos es el mayor para las madres, también lo será el dolor.

Un dolor que se ha ido acumulando y creciendo a lo largo de toda la Pasión y que llegada la tarde del Viernes Santo alcanza cotas insuperables.

La Virgen del Mayor Dolor, la de la pena serena, la que llora en silencio sin menoscabo de su gran belleza, es procesionada en un trono que alcanza la perfección hasta en sus últimos detalles; todo es armonía en su paso de palio, un palio y un manto que nos confunden, pues ya no sabemos si sus bordados son las estrellas del cielo que han bajado a cortejarla o es el cielo mismo hecho luto y a la vez fulgor.

Pero Ella seguirá sintiendo para siempre su Mayor Dolor, es su destino, un destino que le fue encomendado desde la cruz: “mujer, he ahí a tu hijo”. Y desde entonces Ella lo recibió en su casa. Por eso su dolor se multiplica y hace que aun permanezca la antigua advocación de “Virgen de los Dolores”.

Virgen de los Dolores durante todo el año y del Mayor Dolor en Viernes Santo.

 

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. La Virgen bajo palio. 6: Virgen del Socorro.

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. La Virgen bajo palio. 6: Virgen del Socorro.

Ha caído la tarde del Jueves Santo y apareció la noche, y María de Nazaret recibe la noticia del apresamiento de su hijo, que será entregado al suplicio y a la muerte.

Lo había meditado durante largos años, sabía que iba a ocurrir –“hágase en mí según tu palabra”-, y sin embargo, a ella no se le ocurre más que, sin poderse desprender de su eterna amargura, gritar, a solas, socorro.

Un Socorro que en Ayamonte se convierte en puchero de niña afligida a lo largo de una madrugada larga y tensa, con vaivenes de bambalinas por fuera de los varales para no herir, ni siquiera rozar, su rostro de inmenso dolor.

La Virgen del Socorro ha sido a la vez la receptora de unos gritos de socorro acumulados durante años y provenientes de unos niños a los que la vida privó de sus más elementales necesidades y que ella supo recibir, y a la vez transformar en una permanente caridad, revestida de hábito azul, para llevar a esos niños algo tan sencillo y tan necesario como es la alegría de vivir.

Socorro a los cuatro vientos pidiendo un cirineo, ella es durante la madrugada refugio de pecadores para, ya amanecido en la Ribera, convertirse  en luz más brillante que el mismo sol por ser Estrella de la mañana.

 

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. La Virgen bajo palio. 5: Virgen de la Amargura

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. La Virgen bajo palio. 5: Virgen de la Amargura

Nos cuenta el Evangelio que María guardaba y meditaba en su corazón todas aquellas cosas que a lo largo de la vida privada y pública de Cristo fue a la vez viviendo junt0 a él.

Pocas alegrías debió recibir a lo largo de su vida junto a su hijo.  Mas bien el sabor amargo de una espera interminable que acabará desembocando en auténtica tragedia.

Pero Pepe Vázquez Sánchez, imaginero de la tierra, se empeñó en transformar la amargura de María en algo que más tarde otro genio de esta tierra, el poeta Paco Herrera, cantaría como “esbelto nardo moreno”, que es como el poeta retratara a la mujer ayamontina y villorra.

Por la puerta de la iglesia del Salvador irrumpe en el atardecer del Jueves Santo la bellísima imagen de la Virgen de la Amargura, desafiando con su belleza el a la vez bello ocaso ayamontino. Dos soles se confunden en todo lo alto de la Villa, uno que se va y otro que llega.

Desde siempre, palio de estrellas; desde poco, palio de terciopelo azul, pero en todo momento Señora del Jueves Santo, olvidando su amargura para transformarse en mantilla y a la vez peineta de mujer y madre andaluza y ayamontina.

Cuando Jesús bajó de Galilea a Judea para sufrir la Pasión, fue acompañado de algunos amigos y vecinos, a la cabeza de los cuales  iba su madre.  Ahora, pasados más de veinte siglos, ella acompañará a su pueblo de Ayamonte, desde la Ribera a la Villa, en busca de ese hijo entregado a la cruz.

 

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. L Virgen bajo palio. 4: Virgen de la Paz

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. L Virgen bajo palio.  4: Virgen de la Paz

Acaba de terminar la contienda civil española y a la Semana Santa ayamontina se suma una nueva hermandad, fundada precisamente por excombatientes de dicha contienda, bajo el título de Cristo de la Victoria.

Posteriormente, ya en el año 1944, procesiona por primera vez la Dolorosa de esta hermandad bajo la advocación de Virgen de la Paz.

En principio, los conceptos victoria y paz vienen a resultar siempre incompatibles, pues la paz no nace nunca de una victoria. Pero en el ánimo de los cofrades fundadores es posible que estuviera ese afán de que la paz triunfara sobre la propia victoria.

Y así fue, casi desterrados los prejuicios y secuelas de la triste contienda, la Virgen de la Paz ha logrado a lo largo de más de sesenta años llevar su paz por las calles de Ayamonte. Hoy para la mayoría no hay vencedores ni vencidos, sólo unos pocos nostálgicos se empeñan a reabrir heridas.

El fulgor del espléndido paso de palio de la Virgen de la Paz ha venido a completar desde siempre la inigualable noche del Miércoles Santo, abriendo el ecuador de la Semana Santa ayamontina no sin dejar antes con su procesionar una indeleble estela de señorío proveniente del exquisito gusto cofradiero de sus hijos.

Pasión por delante, la Paz por detrás, y en las alturas, recreándose en balcón celestial, un imaginero de la tierra –Antonio León Ortega- que al igual que Martínez Montañés, aun mira sus manos preguntándose cómo fue posible el milagro.

Fotografía: AyamonteCofrade.com

 

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. La Virgen bajo palio. 3: Virgen de la Esperanza del Mar

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. La Virgen bajo palio. 3: Virgen de la Esperanza del Mar

Aunque a la hermandad de la Sagrada Lanzada siempre le unió vínculos con la Autoridad de la Armada, es lo cierto que hasta hace pocos años el sabor marinero de la hermandad no era, por decirlo de alguna manera, un sabor marinero tipo pescador.

Pero a partir del año 1976, en que se incorpora a la hermandad la imagen de la Virgen de la Esperanza del Mar, esos vínculos tradicionales se vieron reforzados por un quehacer y una presencia genuinamente marinera, ahora comprendiendo el término toda su extensión.

La advocación de la Esperanza del Mar suena a los oídos ayamontinos a sintonía con la vieja y secular del Carmen, porque el mar en Ayamonte no es un mar de connotaciones mercantes, sino eminentemente marinera y pescadora, de ahí que cuando ahora decimos Esperanza del Mar, es como si estuviésemos diciendo Esperanza de los Marineros.

Hace dos mil años también fue la Santísima Virgen esperanza de los marineros, pues marineros eran en su mayoría los discípulos de Jesús, unos marineros que siguiendo la invitación del Maestro, cambiaron su forma de pescar, trocándose en pescadores de hombres.

Manto y palio verde de río de esperanzas, respiraderos de plata a modo de espuma marina, la Esperanza del Mar es en su noche de Martes Santo, río, mar y barco, haciendo suya la trilogía para llevar su esperanza marinera a un pueblo que desde el primer momento de su presencia cofradiera asumió la advocación, una advocación tan necesaria como deseada.

 

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. La Virgen bajo palio. 2: Virgen del Rosario

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. La Virgen bajo palio. 2: Virgen del Rosario

Durante muchos años la noche del Lunes Santo ayamontino fue una noche presidida por la tristeza representada en el procesionar solitario del Cristo de la Buena Muerte. Procesionaba entonces y procesiona ahora desde un templo impregnado de un halo mariano representado por la Virgen Milagrosa, la Virgen de la juventud ayamontina del siglo XX.

Ese sentir mariano arraigado en el templo mercedario iba a demandar con el tiempo la presencia de una Dolorosa que acompañara a aquel solitario crucificado, y así, por el empeño de unos jóvenes cofrades con grandes ansias semanasanteras, ya en 1972 realiza su primera estación de penitencia la imagen de la Virgen del Rosario.

Puede decirse que la del Rosario representa la advocación de las advocaciones. Un piropo multiplicado por la fe mariana dedicado a la madre de Dios y que en Ayamonte se convierte en rezo continuo en la noche del Lunes Santo.

Es difícil, si nó imposible, elegir entre uno solo de tantos piropos, pero siendo Ella mediadora entre Dios y los hombres, esa mediación llega hasta el final de la vida del cristiano. Ella, después de mediar ante Dios a lo largo de nuestra vida, como última mediación nos abre una puerta por la que seguramente no merecemos entrar, pero que al igual que en las bodas de Caná, se encargará de abrirla para que su Hijo  nos reciba.

En la noche penitencial del Lunes Santo, la Virgen es, Refugio de los pecadores, Salud de los enfermos, Arca de la alianza, Estrella de la mañana, Reina de los Angeles, en definitiva, Rosario.

 

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. La Virgen bajo palio. 1: Virgen de la Salud

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. La Virgen bajo palio. 1: Virgen de la Salud

El Domingo de Ramos se viste de azul al caer la tarde, un azul de cielo que se confunde con el cielo mismo, que en Ayamonte toma forma de mantilla en voz del poeta. Un color, el azul, que durante muchos años revistió tintes de gloria para convertirse en estandarte de dolor, que tras adornar un día de triunfo pasa a presidir otro de penitencia, pero permaneciendo invariable en el sentir cofradiero de un pueblo que en este Domingo de Ramos da riendas sueltas a un sentimiento cofrade, cuidado y cultivado con celo infinito a lo largo de todo el año.

Sale de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de las Angustias la Virgen de la Salud acaparando infinitas esperanzas convertidas en múltiples promesas que le demandan el bien más preciado para el ser humano, aquel que lleva el nombre de la propia advocación: la salud. Salud, en la mayoría de las veces, imposible, y que sin embargo se vuelve a pedir año tras año.

Como cantara Paco Herrera, el inolvidable y a la vez olvidado poeta de la calle Huelva y del Banderín: “Padre Jesús se estremece al no poder remediarlo”. Así, año tras año, la Virgen de la Salud se estremece al no poder evitar tantos males cuyo remedio le demanda ese reguero de promesas que la acompañan tras su paso de palio.

Pero Ella sabe que la desesperación no triunfará. Y es por ello que su presencia, aunque revestida de un sabor agridulce que quiere compaginar el gozo con la pena, pasó de una lejana tarde de triunfo –tal como la concibiera Salvador Castillejos- a la actual de penitencia. Es el recorrido de la misma vida, que nos arrastra, que nos lleva entre vaivenes de gozos y tristezas.

 

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. Quinta parte: La Resurrección. 1. Jesús Resucitado.

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. Quinta parte: La Resurrección. 1. Jesús Resucitado.

 

Y la Semana Santa ayamontina vio consumado el ciclo, se hizo realidad la trilogía Pasión, Muerte y Resurrección. El adiós penoso de madrugada en la Plazoleta se vuelve ahora en adiós gozoso en las Angustias. Ayamonte  no despide a Jesús muerto, lo despide ya resucitado.

Muy nueva es la incorporación de la hermandad de Jesús Resucitado a nuestra  Semana Santa. La primera procesión data de 1993 con el Señor solo, y ya en 1997 acompañado por la bellísima talla de la Virgen de la Victoria.

A pesar de haberlo anunciado, ni los más allegados a Jesús creían verdaderamente en la resurrección. Las mujeres, las más fieles, iban al sepulcro a ungirlo, y es lo cierto que sólo se unge a los muertos:

“Pero él les decía: dejad ya vuestro espanto. Buscáis a Jesús de Nazaret, el crucificado. Ha resucitado, no está aquí. Marcos, 16, 6-7”.

El Domingo de Resurrección vuelve a vestir de blanco las calles de Ayamonte. Es una mañana de nuevo gozo en la que participamos todos, adultos y niños. Primero fue entronizado de manera esfímera. Ahora se entroniza Él solo para proclamar por todos los siglos el reino de justicia, amor y paz.

Una vez más el empeño, el coraje de un grupo de jóvenes ayamontinos, hizo posible este broche de oro para nuestra Semana Santa, que gracias a esta Hermandad recorre, de trono a trono, la trilogía pasional.

Fotografía: AyamonteCofrade.com

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. Cuarta parte. 1: Muerto y sepultado

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. Cuarta parte. 1: Muerto y sepultado

 

Posiblemente sea la de Ayamonte la única Semana Santa de España en que procesionan dos Cristos Yacentes. El pregonero Rodríguez Buzón lo dejó fijado para siempre en un largo y emotivo poema que acababa así: “que sólo Ayamonte supo, ver a Dios dos veces muerto”.

Nos cuenta el obispo Fulton J. Sheen que en la historia del mundo se ha dado una sola vez el caso de que delante de la entrada de una tumba se colocara una gran piedra y se apostara una guardia para evitar que un hombre muerto resucitara de ella: fue la tumba de Cristo en la tarde del Viernes Santo.

Una vez más, el insigne León Ortega viene a ofrecernos una incomparable noche cofradiera. Autor en su integridad del Cristo Yacente de las Angustias y reconstructor del de San Francisco a partir de la cabeza del Señor atribuida a Ocampo, Ayamonte vive esa muerte duplicada que cantara el poeta.

El Cristo Yacente de San Francisco representa el momento exacto en que Jesús es puesto en el sepulcro, ensangrentado y maltrecho antes de que los sacerdotes sanedritas emprendieran la delicada tarea de lavar sus heridas y ungirlo. El de las Angustias, una vez realizados los ritos funerarios, descansa ya, sereno, aguardando el amanecer del domingo. Y si distintas y enriquecedoras son las imágenes, no menos resultan sus artísticas urnas: neobarroco y gótico florido respectivamente.

Aproximadamente a las cuatro de la madrugada del sábado santo ya no decimos adiós como antaño en la Plazoleta. Ahora nos espera, después de una vigilia pascual en cada parroquia, el broche de oro de un acontecimiento, la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, que Ayamonte vive y siente cada año como si fuera la primera vez.

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. Tercera parte: en la cruz enclavado. 5: Descendimiento de la Cruz

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. Tercera parte: en la cruz enclavado.  5: Descendimiento de la Cruz

En la Semana Santa ayamontina, tan diversa, tan peculiar incluso, no podía faltar un paso monumental, tanto por su continente como por su contenido. En la tarde del Viernes Santo, la impresionante silueta del grupo escultórico del Descendimiento de la Cruz se interpone entre nuestras pupilas y el crepúsculo, fijando en el horizonte una imagen visual asombrosa.

Un  grupo escultórico que vino de alguna manera a romper el estilo clásico propio de la imaginería de la tierra, pero que desde el principio encajó perfectamente en el conjunto de la representación pasional ayamontina.

Representa este gran paso de misterio el momento en que José de Arimatea y Nicodemo –popularmente conocidos como los Santos Varones- bajan el cuerpo de Jesús de la cruz una vez obtenido el permiso del procurador Poncio Pilato.

Era necesario rescatar el cuerpo del Señor a fin de que pudiera ser sepultado en una tumba privada y evitar así que quedara abandonado a merced de las alimañas. “Llegada ya la tarde, por ser la parasceve, o sea, víspera del sábado, José de Arimatea, hombre ilustre del Sanedrín, se fue resueltamente ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Marcos, 15, 42-44”.

Todo el grupo está tratado con celo hasta el último detalle: la relajación muscular que se observa en todo el cuerpo del crucificado y especialmente en su brazo izquierdo que cae ya inerte; las posturas de los sacerdotes judíos perfectamente acordes con el momento y el esfuerzo; y sobre todo, la cabeza del Señor apoyada en la cara de uno de los sacerdotes sanedritas.

El discurrir de este paso por las calles y plazas de Ayamonte, dadas sus enormes dimensiones resulta siempre espectacular. Este misterio hizo posible la universalidad de una saeta que cada año se repite sin cesar: “quien me presta una escalera para subir al madero…”

En su capilla de la iglesia de las Angustias, el Cristo del Descendimiento espera todos los días del año que esa famosa saeta no sea sólo un canto, sino una realidad.

 

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. Tercera parte: en la cruz enclavado. 4: Cristo de las Aguas (La Lanzada)

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. Tercera parte: en la cruz enclavado.  4: Cristo de las Aguas (La Lanzada)

Cuando se celebró el pasado año el centenario del nacimiento de nuestro imaginero  Antonio León Ortega, oí de su propio hijo estas palabras: “ahí abajo-hablada desde la sede de Agrupación y se refería al templo de las Mercedes- verán ustedes las obras de mi padre, hay entre ellas dos auténticas obras de arte, Pasión y el Cristo de las Aguas, las demás no desmerecen, pero es otra historia”. Sobran otros comentarios.

Sea como fuere, lo cierto es que difícilmente podremos encontrarnos con un crucificado que responda de una manera tan real a la propia realidad histórica que representa.

Es el Cristo de las Aguas –Cristo de la Lanzada- un paso de misterio de autoría local, tanto a las imágenes sagradas como a las no sagradas. Y al insigne León Ortega le debemos, aunque la verdad es que nos fijamos poco en ello, esa auténtica maravilla de Dolorosa que es la Virgen del Buen Fin, merecedora incluso de un trono individual.

Representa el misterio de la Lanzada ese momento tan controvertido de la muerte de Jesús: “pero al llegar a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua. Juan, 19, 33-35”.

Bien entrada la madrugada del miércoles Santo, la imponente imagen del Cristo de las Aguas, tras haber remontado en ambas direcciones la emblemática Barranca, entrará en San Francisco dejando la impronta de una obra rayana en la perfección y que por sí sola prestigia, no sólo a su autor, sino a la más que prestigiosa Semana Santa ayamontina.

 

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. Tercera parte: en la cruz enclavado. 3: Cristo de la Vera Cruz

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. Tercera parte: en la cruz enclavado. 3: Cristo de la Vera Cruz

La noche del Viernes Santo de antaño, guardando aun la resaca penitencial de la madrugada, enmudecía las calles y plazas de Ayamonte al paso de la hermandad del Santo Entierro de San Francisco, conocido por ello como la Hermandad del Silencio. Así era y así se conocía. Silencio sobrecogedor encabezado por el Cristo de la Vera Cruz. Todo era luto, muerte: un Cristo crucificado, una cruz con la calavera al pie como señal del triunfo sobre la muerte, un  nicho neobarroco para un Cristo ensangrentado y muerto, y una pena enlutada bajo palio componían el cortejo.

El Cristo de la Vera Cruz es la representación más genuina de ese momento en que ya no restan fuerzas. Unos ojos entrecerrados; una mirada perdida a su derecha para proclamar su testamento, el testamento que haría de su Madre como la de todos los hombres: “Cuando Jesús vio a su madre, y de pie junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dice al discípulo: ahí tienes a tu madre. Juan, 19,26”.

Mucho se ha especulado acerca de las razones por las que Jesús de Nazaret fue condenado a muerte. Al final, sólo existe una explicación posible: predicar la verdad, una verdad que como ya había propuesto una vez a los suyos, estaba en él mismo, verdad que proclamó hasta el último momento, el momento de la cruz, la Vera Cruz, la Verdad de la Cruz.

El Cristo de la Vera Cruz, en noche de Viernes Santo ayamontino, deja repartidas por las calles de Ayamonte la verdad que lo llevó hasta la muerte en la cruz. Pero ya recogido en su templo de San Francisco, la seguirá proclamando todos los días del año.

 

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. Tercera parte: en la cruz enclavado. 2. Cristo de la Buena Muerte

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. Tercera parte: en la cruz enclavado. 2. Cristo de la Buena Muerte

Hay ocasiones en que una imagen de Cristo, bien por circunstancias históricas, coyunturales o de otra índole, se nos mete un poco más por los adentros, es como si estuviese revestida de un carisma especial, como el caso del Cristo de la Buena Muerte.

Pequeño, roto y solitario, durante años pregonó su muerte por las calles de Ayamonte en noches de lunes y Jueves Santo. Era una muerte solitaria, itinerante, sin más acompañamiento que la de un profundo silencio, pues ni siquiera el chirriar de los cirios lo interrumpía: las velas era de cristal rizado y funcionaba a batería. Su bandera fue la soledad.

Al salir, todavía desde el interior del templo, un grupo de jóvenes le cantábamos el Perdón. Y a partir de 1972 y gracias a la osadía cofrade de un grupo de jóvenes ayamontinos y a la una vez más generosidad de la Hermandad del Descendimiento, que cedió la imagen, el Cristo de la Buena Muerte empieza a realizar su estación de penitencia con hermandad distinta, acompañado primero de la Dolorosa del Rosario y posteriormente de Jesús Cautivo.

La misma advocación del pequeño crucificado deviene ya en contradictoria, pues sólo a la luz de la fe y de la cristología se puede entender que lo que fuera la muerte más terrible viniera a denominarse como buena, la Buena Muerte. “Y a la hora nona clamó Jesús con voz potente: Eloi, Eloi, lamá sabajzami. Marcos, 15,34”.

Quedaron atrás los años de soledad. Ahora, y ya para siempre, el Cristo de la Buena Muerte ha superado el cuarto de siglo procesionando en el seno de su nueva hermandad.

Voy a terminar este artículo de la misma manera que terminé el pregón oficial que tuve el honor de pronunciar en la Cuaresma de 2002:

“Y gracias te doy, Señor, porque este manifiesto, lo diga en este día, que aun me parece un sueño, sueño que gracias a Ti hoy lo vivo bien despierto: el de haber sido por fin un modesto pregonero, de esta mi Semana Santa, de este mi querido pueblo”.

 

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. Tercera parte. En la cruz enclavado. 1: Cristo del Amor

ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. Tercera parte. En la cruz enclavado. 1: Cristo del Amor

No sabemos durante cuánto tiempo, pero es lo cierto que adosado a una pared de la iglesia de las Angustias, justo la que se encuentra entre las capillas del Bautismo y del Sagrario, hoy sedes de las hermandades de la Mulita y el Resucitado, permaneció prácticamente desapercibido un Cristo crucificado. Todos pasábamos por su lado, pero no le veíamos. El permanecía allí, en silencio, demandando una mínima atención. Hasta los hermanos de la Mulita, tan cerca no sentían esa llamada, hasta que en día se apercibieron de ella y decidieron agregarlo a la hermandad ya existente, desdoblando esta en dos estaciones.

El Cristo del Amor pertenecía a la hermandad del Descendimiento, y antes había procesionado como yacente. De su autoría no se sabe nada pero se ha establecido como procedente del siglo XVIII.

La advocación del Cristo del Amor nos pone en relación con dos momentos del monte Calvario, entre la crucifixión y la muerte de Jesús, que justifica sobradamente la misma y resulta que la doctrina del Nazareno resulte la más asombrosa de todas las doctrinas. Jesús decía: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Lucas, 23, 34”.

Más tarde, y para demostrar que su amor no tiene límites, proclamaría otro perdón, este con connotaciones más profundas, pues no solo perdona, sino que además, asegura la salvación. Y añadía: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino. El le contestó: yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso. Lucas, 23, 42-44”.

Es el Cristo del Amor como un resucitado a medio camino, porque habiendo sido un Cristo yacente, resucita brevemente para proclamar por segunda vez su amor desde la cruz.

El Domingo de Ramos ayamontino, gracias al Cristo del Amor, hizo posible, en un acertado desdoblamiento procesional, que la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo se hiciera en nosotros efemérides temprana, tan temprana como el entusiasmo cofrade  que la propició.