ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. La Virgen bajo palio. 2: Virgen del Rosario
Durante muchos años la noche del Lunes Santo ayamontino fue una noche presidida por la tristeza representada en el procesionar solitario del Cristo de la Buena Muerte. Procesionaba entonces y procesiona ahora desde un templo impregnado de un halo mariano representado por la Virgen Milagrosa, la Virgen de la juventud ayamontina del siglo XX.
Ese sentir mariano arraigado en el templo mercedario iba a demandar con el tiempo la presencia de una Dolorosa que acompañara a aquel solitario crucificado, y así, por el empeño de unos jóvenes cofrades con grandes ansias semanasanteras, ya en 1972 realiza su primera estación de penitencia la imagen de la Virgen del Rosario.
Puede decirse que la del Rosario representa la advocación de las advocaciones. Un piropo multiplicado por la fe mariana dedicado a la madre de Dios y que en Ayamonte se convierte en rezo continuo en la noche del Lunes Santo.
Es difícil, si nó imposible, elegir entre uno solo de tantos piropos, pero siendo Ella mediadora entre Dios y los hombres, esa mediación llega hasta el final de la vida del cristiano. Ella, después de mediar ante Dios a lo largo de nuestra vida, como última mediación nos abre una puerta por la que seguramente no merecemos entrar, pero que al igual que en las bodas de Caná, se encargará de abrirla para que su Hijo nos reciba.
En la noche penitencial del Lunes Santo, la Virgen es, Refugio de los pecadores, Salud de los enfermos, Arca de la alianza, Estrella de la mañana, Reina de los Angeles, en definitiva, Rosario.
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