ICONOGRAFÍA DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE. Tercera parte: en la cruz enclavado. 4: Cristo de las Aguas (La Lanzada)
Cuando se celebró el pasado año el centenario del nacimiento de nuestro imaginero Antonio León Ortega, oí de su propio hijo estas palabras: “ahí abajo-hablada desde la sede de Agrupación y se refería al templo de las Mercedes- verán ustedes las obras de mi padre, hay entre ellas dos auténticas obras de arte, Pasión y el Cristo de las Aguas, las demás no desmerecen, pero es otra historia”. Sobran otros comentarios.
Sea como fuere, lo cierto es que difícilmente podremos encontrarnos con un crucificado que responda de una manera tan real a la propia realidad histórica que representa.
Es el Cristo de las Aguas –Cristo de la Lanzada- un paso de misterio de autoría local, tanto a las imágenes sagradas como a las no sagradas. Y al insigne León Ortega le debemos, aunque la verdad es que nos fijamos poco en ello, esa auténtica maravilla de Dolorosa que es la Virgen del Buen Fin, merecedora incluso de un trono individual.
Representa el misterio de la Lanzada ese momento tan controvertido de la muerte de Jesús: “pero al llegar a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua. Juan, 19, 33-35”.
Bien entrada la madrugada del miércoles Santo, la imponente imagen del Cristo de las Aguas, tras haber remontado en ambas direcciones la emblemática Barranca, entrará en San Francisco dejando la impronta de una obra rayana en la perfección y que por sí sola prestigia, no sólo a su autor, sino a la más que prestigiosa Semana Santa ayamontina.
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