SEMANA SANTA, TIEMPO ORDINARIO. UNA HERMANDAD PARA LA VIRGEN DEL CARMEN.
Aunque la advocación de la Virgen del Carmen no entra en los parámetros litúrgicos de la Semana Santa, el presente y modesto estudio sobre los orígenes de la advocación marinera lo incluímos en tal apartado como consecuencia del hermanamiento de la Asociación de Festejos Nuestra Señora del Carmen con la hermandad de Jesús Caído.
Creo que va siendo hora, y en ello comulgo con la secretaria de la Asociación de Nuestra Señora del Camen, de abandonar ese epíteto tan llevado y traído de la “Virgen pobrecita, de la pobrecita barriada, que mora en la pobrecita ermita y a la que rinden devoción y amor los pobrecitos pescadores”. Creo que la Historia general por un lado, y la ayamontina en particular, nos hablan de una advocación a lo grande, porque lo grande no tiene el por qué derivar del tamaño de las cosas: grande y secular es la advocación mariana del Carmen; grande y secular es la advocación marinera y pescadora del Carmen; grande, llena de todas las grandezas es nuestra barriada de Canela, el Ave Fénix de todos los tiempos y de todas las situaciones, políticas y religiosas, que supo siempre defender su dignidad desde la pobreza, sí, que no desde lo pobrecito. No estamos ante una advocación menor, por mucho que pequeño sea el paso de la Virgen, pequeña su recoleta y querida ermita y pequeña la barriada de la que la Virgen es vecina principal.
Nos encontramos con una advocación muy, pero que muy secular, que data nada menos que del siglo XIII, cuando durante la celebración de la fiesta de Pentecostés, piadosos varones que habían seguido la estela de los profetas Elías y Eliseo, abrazaron la fe cristiana y levantaron un templo a la Virgen María en la cumbre del Monte Carmelo, en Israel. Pasaron a Europa en el siglo XIII, y sus reglas fueron aprobadas por el papa Inocencio IV en 1245. La expresión por la que fue conocida la Virgen, de Estrella del Mar, Stella Maris, hizo que fructificara su patronazgo entre los hombres del mar, tanto marineros como pescadores.
En el siglo XVIII, cuando ya era muy popular en España la advocación a la Virgen del Carmen, el almirante mallorquín Antonio Barceló Pont de la Terra (1716-1797), impulsó la celebración festiva entre la marinería que él dirigía. A partir de entonces, el anterior patrocinio de San Telmo entre la marinería, y de San Pedro entre los pescadores, fueron paulatinamente sustituídos por el de la Virgen del Carmen.
Hasta ahora, en Ayamonte, la Virgen del Carmen ha gozado siempre de gran devoción entre los marineros, qué duda cabe, pero no podemos conformarnos con esperar al 16 de julio para saber y hablar de Ella.
Ya he manifestado que no soy partidario de esa denominación laica que ha adoptado la asociación, pero por parte de esta se me han dado suficientes y ponderadas explicaciones como para comprender la situación. Por ello, ahora es el tiempo, aprovechando el hermanamiento y la presencia de la imagen fuera de su ermita como señal inequívoca que su advocación, sin dejar de ser nunca canelera, es ante todo ayamontina, de apiñarnos todos junto a la asociación a fin de conseguir la meta que sus miembros se han planteado, y que es la ideal: que un día esa asociación termine denominándose Hermandad de Nuestra Señora del Carmen, incluso añadiendo de Canela, porque haciéndolo así las cosas estarán en su sitio, como debe ser.