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Mojarra Fina: El Blog de la Mojarra Fina Ayamontina

Ayamonte, un callejero muy particular

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. 17. El Cantocasa

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR.  17. El Cantocasa

Antiguamente, los límites urbanos de la ciudad de Ayamonte eran los siguientes: al Sur, la mar de siempre; al Oeste, el río de siempre; al Norte, el Cantolavilla, y al Este, el Cantocasa. De estos dos famosos cantos trataremos en este blog. Se utilizaba la palabra canto como sinónima de filo, de corte, de final de algo.

En relación con el Cantocasa diremos que se situaba en el barrio del Banderín, antes de que se construyera el estadio municipal derribado, antes de la construcción de las tres barriadas sociales, Federico Mayor, Las Angustias y 29 de Julio.

En el lugar que ocupa el edificio que ilustra este artículo -por cierto, aquí cuando algo se pone de moda resulta agobiante (¿recuerdan las oficinas de cambio, que había más oficinas que escudos a cambiar, y ahora de las inmobiliarias?- en forma de proa, para mí agradable de mirar  pero no creo que pegue mucho en el entorno de un barrio como el Banderín, de viviendas generalmente de una o dos plantas, existían tres pequeñas casitas de una sola planta, que por el lugar que ocupaban eran conocidas también por otro punto de referencia: las últimas casas del pueblo. Eran el límite urbano quenos imponían nuestras madres, porque más allá estaba el campo.

Ese lugar fue conocido siempre por el Cantocasa. Cerca, frente a esas tres casitas, el Barrio de Colón y al otro lado de la carretera las dependencias de la Renfe. Por entonces el cuartel de la Guardia Civil estaba en la calle Jovellanos y el campo de fútbol aun no se había construído.

A donde irá a parar el nuevo Cantocasa, pues ya las construcciones a lo largo de la carretera del parador casi besan el Calvario. Ahora, con  la crisis de la construcción la cosa se ha parado, pero volverá la normalidad y a lo mejor algún día alguien pueda decir que el Cantocasa está a la entrada de Villablanca. Tiempo al tiempo.

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. 16. El gurugú

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR.  16. El gurugú

En 1965 me encontraba en Melilla. Me llevó a tan bonita ciudad una misión doble, por un lado, licenciar a Manolo el Cateto que se encontraba haciendo la mili pues era de una quinta anterior a la mía, y de camino hacer yo la correspondiente a mi quinta.

Fui destinado al Parque y Maestranza de Artillería y cual no sería mi sorpresa cuando un día, asomado a la terraza del cuartel alguien me dijo: mira, ese gran monte que se ve al fondo pertenecía a España pero se perdió con la guerra y ahora pertenece a Marruecos, es el monte Gurugú. Me quedé pasmao y de paso rebosante de nostalgias ayamontinas. De modo que allá en la remota Melilla, aunque estuviese geográficamente en Marruecos, había un lugar que se llamaba igual que otro ayamontino.

Nuestro Gurugó no resulta tan ostentoso como aquél, ni es un monte. Era una especie de pedrera situada en el lugar que desde hace muchos años ocupa el colegio Rodrigo de Jerez, frente al laterial izquierdo de la plaza de toros. Lugar algo misterioso, de juegos de niños por el día y desde luego nadie diría por entonces que en aquel lugar iba a edificarse un colegio. Precisamente de ese colegio salió la comitiva de los dos Belenes Vivientes de Ayamonte -años 60 del pasado siglo- y allí mismo Enrique Muniz hizo el milagro de convertirnos a todos en judíos casi de verdad.

Donde hoy se encuentra la cancela de entrada al colegio existía un  almacén, una  nave que era propiedad de la Compañía Sevillana de Electricidad, donde se guardaban los materiales y utensilios propios de la industria. En ese Gururgú transformado en colegio público pasó muchos años de su carrera profesional un gran maestro, ayamontino de adopción y para más señas, villorro: mi querido y admirado Paco Hidalgo. Un abrazo.

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. 15. El Chispito

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. 15. El Chispito

Sí, ya sé lo que me vais a decir, que el Chispito no es una calle, pero es que resulta que la finalidad de este apartado no está sólo en citar las calles y plazas, sino los lugares en general, y no cabe duda de que el Chispito merece mención especial.

He tratado de encontrar la razón de su naturaleza,  porque una boya no es, y la definición que encuentro de faro se refiere a elementos muy altos y situados precisamente en lugares altos. Entonces, ¿qué es nuestro chispito en realidad?. Yo diría que un pequeño faro o boya fija cuya misión es indudable: evitar que los barcos naveguen de él hacia el muelle, pues si observamos el lugar en bajamar veremos la cantidad de escollos, de piedras acumuladas que harían que el barco embarrancara.

¿Y por qué el nombre de Chispito?. No se me ocurre otra cosa que relacionarlo con la pequeña luz que dispara, es como un simple chispazo. Situado frente a otro lugar emblemático, la "gasolinera de Ricardito", de la que ya hablaremos, dio nombre a un bar situado en la plaza del Baluarte que se ha recuperado y que regentaba mi amigo y tocayo Trini Luca, y por mucho tiempo que pasa y van desapareciendo otros elementos que le acompañaban, como fábricas de conservas, charangas, el propio baluarte de las Angustias, etc., ahí sigue nuestro Chispito impertérrito, formando parte de nuestro paisaje urbano, hasta que a algún tonto de capirucho se le ocurra que ya no sirve y lo quiten. Esperemos que esto no suceda.

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. 14. Las Casas Nuevas o las Casas Baratas

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. 14. Las Casas Nuevas o las Casas Baratas

Verdaderamente, no haya mejor forma que llamar a las cosas que bajo el prisma de la naturalidad, y el callejero no iba a estar ausente del sistema, por eso hemos abierto esta sesión dentro del blog.

Allá por los años 50 del pasado siglo, Ayamonte, su casco urbano, tenía su límite por el Este, en el lugar conocido por el Cantocasa, del que hablaremos en otro artículo. De ahí para levante, todo despoblado. Pero le llegó la hora a nuestra ciudad en la gran promoción de viviendas sociales que propició un ingeniero de minas, constructor del Canal de Isabel II y director estatal de la Vivienda entre 1940 y 1954 de nombre Federico Mayo Gayarre, navarro de nacimiento pero hijo de infinidad de pueblos de España donde existe una calle rotulada con su nombre, una calle o una barriada, como es nuestro caso.

Pero en el tiempo en que se construía la barriada nadie sabía nada de este ingeniero ni de su cargo, por eso a aquella construcción de viviendas se le denominaba "las Casas Nuevas", o "las Casas Baratas", porque iban destinadas a familias modestas que mediante el pago de una pequeña renta iban amortizando el pago final de la vivienda. Después vendrían dos barriadas más, la de las Angustias y la 18 de julio o 29 de julio, que no recuerdo exactamente como fue la denominación, pues 18 de julio era la calle principal del Banderín, hoy denominada Hermana Amparo.

Siempre me gustó mucho la Barriada Federico Mayo, casas de tejados al estilo nuestro, esos recintos interiores absolutamente peatonales, esos pozos que terminaron siendo piezas de decoración. Y sobre todo, el extraordinario cuido que siempre le han dado sus vecinos. Esta mañana he quitado la foto para el artículo y mirando al interior de la barriada da la impresión de que está de estreno.

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. 13. El Callejón Corto

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. 13. El Callejón Corto

Habíamos visto como el Callejón Largo era aquella vía larguísima, camino rural entonces, hoy carretera, que cruzaba el pueblo y evitaba el gran rodeo para ir al barrio de la Villa o que los villorros viniesen a la Ribera.

Otro callejón, el Callejón Corto, obviamente denominado así comparando la longitud con el anterior, cumplía casi la misma misión, salvo que el corte de camino llegaba, no a la Villa tradicional, sino a la Plazoleta. Era un callejón de piedra, de piedra viva como se solía decir, difícil de transitar, iba desde el Arrecife hasta la trasera del convento de San Francisco; entonces se bifurcaba, a la derecha iba a parar al Callejón Largo, y a la izquierda a una calleja que desembocaba ya definitivamente en San Francisco.

A lo largo de todo el lateral izquierdo según se bajaba nos encontrábamos con la tapia de la antigua residencia de ancianos, que entonces la nombrámos simplemente como el asilo. Un personaje se hizo famoso durante mucho tiempo: el bueno de Barbilla el blanqueador que terminó sus días en dicho asilo. Se asomaba a la tapia y a todo el que pasaba le pedía una pesetita, no sé como se las arreglaba siendo tan mayor, pero se saltaba la balda y se iba a tomar un lingotazo, que en eso era especialista. Gran persona este Barbilla.

El Callejón Corto fue famoso por la leyenda del "Morito", de la que hablaremos en otro apartado, y hoy se llama así, Callejón del Morito, y su estructura, como se verá por la foto, no tiene nada que ver con la descrita.

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. 12. La esquina el Huervano

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. 12. La esquina el Huervano

Una de las situaciones más chocantes en la que se puede encontrar uno es cuando se situa en una zona de sombras tratando de encontrar el lugar, la línea exacta en que termina la sombra y empieza la luz o al revés. De la misma manera, situarse en una línea divisoria y escrudiñar donde empieza un lado u otro, es agobiante. Porque, vamos a ver qué ayamontino me contesta a esto: ¿De verdad crees que una persona que viva en la esquina elhuervano es villorro?. Pues mire usted, legalmente sí, porque precisamente la calle San Roque es la que delimita los barrios de la Ribera y la Villa, y  en la esquina elhuervano, de cara a Lerdo de Tejada y de lateral a San Roque está la primera casa "de la Villa". Aclaremos otra cosa que dejaremos para otra entrega: esa calle San Roque fue siempre conocida por el Callejón del Matadero.

Se le llama esquina elhuervano porque precisamente en esa casa que hace esquina vivía un señor al parecer oriundo de Huelva aunque era una familia ayamontina como otra cualquiera. De todos era conocido Manolo el Huelvano, el funcionario del Instituto Social de la Marina, yerno de Cañita, el que fuera patrón de pesca del "España", y tío de nuestro amigo Antonio Gamero Ribera, el de las "gameradas" de la desaparecida Gaceta de Ayamonte.

Por un acontecimiento anual es famosa la esquina elhuervano, por la subida a la carrera de Padre Jesús y la Virgen del Socorro pues como hace esquina con San Roque sirve de salida al aluvión de gentes que se nos viene encima, y porque después de la subida se produce la gran espantada, a Padre Jesús y a la Virgen les dejan casi solos hasta la próxima "gran subida", y para no ir detrás de los pasos, la gente corta por San Roque y bajando por la plaza de toros vienen a salir a las Monjas, camino ya del paseo en busca de los churros.

 

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. 11. El Callejón Largo

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. 11. El Callejón Largo

Siempre he sido partidario que el callejero de una población responda a conceptos de su propia cultura que a citas personales. Por ello, hemos de entender que los topónimos y adjetivos son el faro que mejor alumbraría esta cuestión y a la vez nos alejaría de los peligros de la oscuridad, entendiendo por ella los intereses políticos, sociales, económicos, etc. Si nos damos una vuelta por Ayamonte veremos muestras interminables de lo que digo: desde calle rotuladas con ciertos nombres personales que nada o poco dicen en nuestra  historia, al contraste con esos topónimos y adjetivos que son todo una expresión de cultura. ¿Estuvieron o no acertados los que determinaron que la calle que vá desde el Arrecife hasta la Avenida, cruzándose con Oriente, Piedra, Felipe Hidalgo, Olivo y Huelva, se lamara Buenavista?. Tanto acertaron como erraron los que posteriormente le llamaron General Yagüe.

Antes de que en las grandes ciudades se crearan esas vías de circunvalación para evitar los atascos, rondar toda la población y salir de esa circunvalación sólo en el punto justo, y a las que se han llamado 30 con la abreviatura del nombre delante, SE-30, M-30, etc., Ayamonte ya las tenía. Entonces no existía como tal la carretera del parador, hoy Avenida de la Constitución, y nuestro extrarradio pasaba por el C-20 y el C-30, o sea, el Callejón Corto y el Callejón Largo.

Al Callejón Largo, del que hoy tratamos, han venido en ponerle el nombre de Camino de la Noria, que dicho sea de paso, suene pero que muy bien, me gusta, aunque mis gustos no tengan por qué vincular a nadie. Sin embargo, sigo llamándolo Callejón Largo. No creo que a nadie se le ocurra decir el Domingo de Señas que para ir a la Villa a ver a Padre Jesús es mejor cortar por el Camino de la Noria, los ayamontinos seguiremos cortando camino por el Callejón Largo.

Era un camino de tierra, con magueleras y chumberas a ambos lados. Justo a su mitad, se bifurcaba otro camino que enlazaba con la Plazoleta, a la altura en que terminaba el otro callejón, el Corto. Por ahí debió jugar y mucho mi amiga "Locar", pues vivía muy cerquita.

Como decía antes, era el camino de ir a Padre Jesús y de ir a la Villa sin tener que atravesar todo el pueblo. Desde el mismísimo Banderín de tomaba el Callejón del Gringo hasta el cementerio y enseguida el citado callejón hasta la altura de la ermita de San Sebastián, hasta que nos topábamos con aquellas tres casitas que hizo el padre Gutiérrez y en la que durante muchísimos años vivió el gran saetero Gaspar. Mucha nostalgia nos trae este Callejón Largo, así que dejemos algo para el Corto, que también se las trae.

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. 10. La curva del astillero

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. 10. La curva del astillero

Hubo un veterinario que vivió muchos años con nosotros que cuando se terciaba la conversación de la belleza del centro de Ayamonte, siempre decía lo mismo: es que aquí tenemos la ventaja de que al pueblo prácticamente se entra por el centro. Y es verdad, Ayamonte nunca tuvo destrases porque nada más entrar ya veíamos el entonces moderno edificio del cuartel de la Guardia Civil y el imponente Estadio Municipal, además de la estación de ferrocarril, cuando todas estas edificaciones lo normal es que estuviesen ubicadas a las afuera, pero a las afueras afueras, lejos.

Pero Ayamonte cobraba la admiración de los visitantes una vez tomada la Curva del Astillero, en ese momento, de un tirón, el visitante se encontraba con los barcos amarrados al estero, la perfecta alineación de las casas de la avenida y la majestuosidad del paseo con el río y Portugal al fondo.

Se llamaba o le decíamos la Curva del Astillero, porque a la derecha según se mira hacia la salida de Ayamonte quedaba un astillero, el de Zamudio. Era un lugar emblemático porque aparte del astillero, había algunas fraguas, entre ellas la de Curro, el abuelo de Juanito Guinga, y a la izquierda la famosa y desaparecida Casa Colorá, que era una especie de pensión oficial para los empleados de Renfe.

Hoy la nombrada curva es conocida por otro nombre: la rotonda de los Miguelitos, cosa de los nuevos tiempos, pero nosotros, los mayores siempre nos referiremos a ella como la Curva del Astillero.

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. La barda del Peñón

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. La barda del Peñón

Lo prometido es deuda, y aquí estamos con la barda del Peñón, y lo escribo así, con "r" porque oir a un andaluz y por consiguiente a un ayamontino decir balda invita a la risa, así que nosotros a lo nuestro, a nuestra idiosincrasia.

Para los ayamontinos que nunca hayan ido por allí, les diré que la barda del Peñón está situada en la calle Olivo. Seguramente o con  toda seguridad, se construyó como elemento de seguridad ya que la calle da a un barranco, a una pared vertical de una vieja pedrera. La barda es chaflanada y su altura varía según la calle va tomando cuesta. Va desde la confluencia con la calle Tarpeya hasta el final de la calle. Y esa vegetación que ven sobresalir de la barda no es otra cosa que una vieja higuera que nadie sabe como pero tiene sus raices en la pared vertical.

La barda del Peñón es uno de esos pocos miradores que aun nos quedan después del desmadre urbanístico sufrido en los últimos años. Desde muchos lugares hemos perdido la vista del Guadiana, por ejemplo, y no digamos nada del desaguisado cometido en el barrio de la Villa. Desde la vieja barda del Peñón aun podemos contemplar la mar y todo el barrio de Santa Gadea, antes esa vista era de aquella Santa Gadea de marismas que fue sustituida por ese barrio que hoy es el más populoso de Ayamonte. Se trata de una vista paradisíaca sobre todo en los momentos de la puesta de sol. Y no digamos nada de la vista desde las azoteas de las casas de ese tramo de la calle.

Pero la barda del Peñón está hoy muy abandonada y me da pena verla así. Cuando eramos niños buscábamos en el Campillo piedras para podernos asomar a la barda desde su parte más alta, y el asomarnos demasiado era siempre causa de gran preocupación para nuestras madres.

Ya he hablado con Rafael Oliva y me ha prometido que hablará con el alcalde a ver si manda blanquearla, no pintarla, y si nó, nos pondríamos de acuerdo los dos y reclutaríamos a varios buenos ayamontinos para hacerlo nosotros, pero yo espero que Antonio acceda a nuestra petición. Me gustaría verla blanca, con la blancura de nuestra cal y que la gente subiera hasta el viejo barrio y se asomara a ella.

Para terminar, decir que enfrente de la barda, esquina a calle Tarpeya, además de la familia de Juan el Chinche y de Guerrero, en el intermedio vivió la familia de Joaquin "el Gordito", porque si no lo digo y se enteran cualquier escucha a mi amiga Angustias la bronca que me iba a echar.

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. El Peñón

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. El Peñón

Ahí es nada, nada más y nada menos que mi barrio, donde nací y viví hasta los 27 años cuando me casó. En realidad el Peñón es el nombre de un barrio, pero un barrio muy particular, porque sólo cuenta con dos calles, Olivo y Tarpeya, que se cruzan a mediados la calle Olivo, quedando a la derecha el tramo de la calle Tarapeya con escalones y a la izquierda la parte de la misma que llega hasta lo que hoy es urbanización Quebranta, y que denominábamos como "el Campillo". Niños, no jugueis a la pelota en la calle, irse al campillo. Pero en realidad cuando se hablaba del Peñón siempre nos referíamos a la calle Olivo y como mucho a la calle Tarpeya en su tramo de escalones y poco más arriba donde a la vez doblaba a la derecha, donde vivían Joaquina la Polaca con su familia; la Peseta; la puerta trasera de Paco el Práctico; la familia del Pámpano, la de Brito el policía y la de María la Curita, después ya se enlazaba con las chozas. Por la parte larga destacar los dos corrales de vecinos; en el primero vivían la familia Valenzuela, Juan Rasco conocido por Ofito, y la gran familia de Pepa la Rubia. En el otro corral, la familia de Adolfo, la de la Galana, el Trompo, Manuela la de Fernandito y la familia de Camilo el consumista, que daba a la calle Buenavista al igual que la de Ofito. En el primer patio se celebraban los famosos "Mastros" que organizaba Ofito, pero eso merece artículo especial.

Ya en la calle Olivo, empezando desde atrás, lindando con la mansión del pintor Rafael Oliva, vivían, la familia del Pachán, Carmen la Fogona con su peculiar tienda, de la que también hablaremos, Manuel Oliva el carpintero, Paco el Práctico y ya en la esquina con Tarpeya, la familia de Juan el Chinche, y posteriormente la de Guerrero el de los electrodoméstivos.  De ahí para abajo, la primera casa a la derecha era la mía, pero totalmente distinta, de una sola planta y tejado, más adelante la de Vicente Soler, Rafael el Cojo, mi madrina Maria Cruz, aunque la conocíamos como María Piris por su marido, un corral de vecinos en el que vivía el desaparecido José Monteagudo, el Viejo; y en la otra parte, puerta de acceso a la casa de Marquilla la Gitana, pues se entraba principalmente por la calle Tarpeya de los escalones, la de Patrocinia, El Gori y María Dolores, y finalmente la de Antonio Saldaña, padre de Juan el barbero.

En el Peñón celebrábamos los niños la Semana Santa sacando pasos en miniatura, las velas las hacíamos nosotros mismos y organizábamos concursos de saetas que casi siempre ganaba yo, hasta que un día me ganó Carmelo Tortosa, padre de los peluqueros y me parece que todavía estoy llorando, él ganó una perra gorda y yo una perra chica, pero sin consuelo posible. También organizábamos corridas de toros, confeccionando los trajes con papeles de seda de colores y destacando como torero Mauricio Correa.

En fin, recuerdos entrañables de mi niñez y juventud, sin olvidar aquellas tertulias nocturnas tomando el fresco que ya no se llevan desgraciadamente, la televisión ha terminado con muchas costumbres, qué le vamos a hacer.

He dejado para una próxima ocasión, por su peculiaridad e importancia dentro de lo que podemos denominar paisaje urbano privilegiado, la parte del Peñón que era y es una larga balda, La Barda del Peñón.

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. La calleja del Rancho Grande

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. La calleja del Rancho Grande

Muchos jóvenes que visitan el blog se preguntarán a qué viene eso de "Grande" referido al Rancho. Pues sí, amigos, viene bien, porque aunque últimamente se haya quedado en Rancho a secas siempre fue el Rancho Grande. Eso de tomarse una copita de fino de Miguel Carro con unos jurelitos fritos en casa Clemente, o sea, en el Rancho Grande, era cuestión cotidiana.

La Calleja del Rancho Grande enlaza la Avenida con  la calle Huelva y en ella se podía leer un letrero propio de la época que decía así: "salida de carruajes", razón evidente de que los coches entonces ni existían. Su verdadero nombre es el de Rodrigo de Jerez o Xerez, uno de los navegantes ayamontinos que acompañó a Colón en el viaje del Descubrimiento y que fue aquel del que se dice que trajo el tabaco a Europa, si es así, mala cosa, pero en todo caso nos queda el consuelo de pensar que ni hubiera sido el  tarde o temprano lo habría hecho otro.

En su lateral izquierdo el lateral de la taberna que le dio nombre a la calle, más adelante, una tasca conocida por "El Zapuzo", de la que hablaremos en otro apartado, y haciendo esquina con calle Huelva, el lateral de la antigua oficina de Correos. Por la derecha, el lateral de una antigua funeraria y de mitad de la calleja hacia adelante, la zapatería de Jaramillo, que la constituían el taller de zapatero remendón y la tienda de venta de zapatos propiamente dicha.

Pero la Calleja del Rancho Grande era famosa sobre todo en Semana Santa, pues ese paro obligado de todas las cofradías para preparar la entrada en Tribuna Oficial, se aprovechaba para que los depauperados cargadores de entonces se tomasen un par de vasos de vino blanco peleón que les llevaba un poco de calor a sus vacíos estómagos.

 

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. El Callejón del Gringo

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. El Callejón del Gringo

Hay calles ayamontinas que nunca se han conocido por su nombre, y mira que en el caso de hoy, Rosa, es bonito, uno de los nombres más bonitos que puede recibir una calle, no es político, no es religioso, no es de derecha, no es de izquierda, incluso cuando nos hace daño con sus espinas y nos preguntan por la sangre, con toda amabilidad, sin irritarnos, decimos: nada, que me he pinchado con una rosa.

Bueno, ni por esas, nuestra calle Rosa, que está ubicada al final del todo de la calle Huelva a la izquierda, siempre fue conocida por el Callejón del Gringo, sin  que se sepa por qué, yo al menos lo ignoro y apelo a algún antiguo que lo sepa y quiera aclararlo.

El tal Callejón del Gringo era una vía de tierra que enlazaba la calle Huelva con la pedrera del señó Canasta -ya hablaremos de ella en su momento- y desde allí se subía campo traviesa hasta el cementerio para tomar el callejón Largo si se iba a la Villa o el Corto si se iba a la Plazoleta. Una vía de alivío pues ahorraba el enorme rodeo que significaba buscar otras salidas como la calle Buenavista. Asi que siendo un  vulgar callejón de tierra prestó a lo largo de los años ese servicio, y hoy los sigue prestando pero a duras penas porque alguien colocó una valla metálica para que no se pasara y que esta mañana he visto derribada.

El lateral derecho no ha cambiado en nada, sigue siendo la linde del conocido huerto de los Iñiguez , por cierto,  bastante abandonado y hoy también del taller de motos de mi amigo Morales. Por la izquierda ha cambiado sustancialmente con motivo de la construcción de viviendas en los terrenos que antes fuera una pequeña huerta que perteneción a mi amigo Joaquín Rodríguez Vizcaya, vamos, el "Gordito de la aduana", y que daba a la calle Juan Fernández o "de los Perros".

Pero lo que más llama la atención, y de forma negativa, es el estado en que se encuentra. Antes, cuando era callejón de tierra y a ambos lados propiedades rústicas o semirrústicas, bueno está, pero ahora, con las nuevas viviendas y la excelente urbanización que queda una vez pasada la calle, y a más inri, después de colocarle el bonito azulejo que lo identifica como calle Rosa, no merece la  pavimentación que presenta, parece como si todas las obras de los alrededores vertieran en la calle Rosa las sobras de cemento. Mitad cemento mal echado, y la otra mitad, entre escombros y tierra. Al no tener aceras y no ser vía para el tráfico de vehículos, no creo yo que cueste mucho pavimentarla para que quede más decente. A ver si es verdad.

AYAMONTE. UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. La Callejita el Loco

AYAMONTE. UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. La Callejita el Loco

La fotografía que tenéis o tendréis a la vista, como reza el azulejo, corresponde a nuestra calle San Pedro, pero de antiguo fue llamada, y no me preguntéis por qué, porque no lo sé, como la "Callejita el Loco". La lógica me hace pensar una de dos, que en ella viviera un loco o que por ella pasara con frecuencia un loco, y también podríamos recurrir a la leyenda, como ocurre con el lobizome o el morito del Callejón Corto, que el loco sólo existiera en la imaginación.

Calle más bien pequeña y estrecha, peatonal, pero así y todo albergó actividades de mucha enjundia en nuestro pasado reciente, a saber:

En la Callejita el Loco estuvo establecido el Frente de Juventudes, allí íbamos los jóvenes de la época a jugar al pin pon, a escuchar las charlas de los líderes falangistas, a ver representaciones en su pequeño escenario, y a beber una copa con una tapita de atún en conserva. Y a velar a los caídos por Dios y por España llegado el 20 de noviembre de cada año. Hoy, si preguntas por ahí será raro que encuentres a alguien que reconozca que visitó siquiera el Frente de Juventudes, no sea que lo tachen de fascista-franquista, con lo progresista que es hoy el personal en general. Yo os digo que yo sí,  incluso tenía mi uniforme de flecha, que dicho sea de paso, era obligatorio sin querías seguir estudiando en el Instituto Laboral. y lo pasaba muy bien en el local, al fin y al cabo era lo que había.

También estaba establecida la añorada y querida Radio Juventud de Ayamonte, que nos fue expoliada y llevada a Huelva dicen que con la colaboración de un ayamontino, por cierto, el líder falangista más destacado.

Más arriba, un colegio público de niñas denominado Colegio Titular, no se a qué venía tal nombre, recuerdo que las niñas vestían uniforme blanco. Y una canción muy repetida para el juego de la comba: "en el Colegio Titular, han puesto tablas, cuando pase Matilde, tropiece y caiga; pasó su novio, la vió llorando, qué te pasa Matilde que lloras tanto,me he roto un hueso y tres costillas, a la noche veremos las pantorrillas". El nombre de la niña cambiaba según la que saltara.

Frente al colegio, una carpintería y a lo largo de casi la mitad de la pared derecha se podían oir las notas del piano que con tanta afición tocó siempre nuestro admirado maestro Barbedún, es decir, Manolín Feu. Tampoco podemos olvidar la vieja pensión de Ramona Reyes y la que con el tiempo fuera, en el lugar que ocupó el colegio citado, la vivienda  primer conserje del Instituto Laboral, el recordado Paco el Misionero.

Anda que no dá nada de sí una calle tan pequeña, una callejita, la Callejita el Loco.

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. La calle Rompeculos

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. La calle Rompeculos

La calle Rompeculos es de las más típicas de Ayamonte, aunque su verdadero nombre es el de calle Peligros, pero como ocurre en estos casos, el nombre oficial queda en segundo término.

Se trata de una calle que ha servido de referencia de muchas cosas durante toda la vida. La calle Rompeculos es la calle donde tenía su papelería doña Genara, la mujer de Laureano Garcés, abuelos de Paco Conde, donde comprábamos los colorines del Guerrero del Antifaz, el Cachorro, el Espadachín Enmascarado, Roberto Alcázar y Pedrín, etc.; es la calle donde el difunto el Picao, el albañil, se asomaba en la esquina a calle Huelva a cantar sus saetas con aquella voz potente, clara, inconfundible; su esquina de abajo servía de referencia para indicar donde estaba la tienda de comestibles del "Jorobaíto", que era como cariñosamente llamámabos al bueno de Domingo Ríos; en la otra esquina, ya en calle Huelva, el inconfundible azulejo de Padre Jesús; en ella vivió Manolito Cruz...

Lo que llama la atención es su nombre popular, Rompeculos, que seguramente se debe a las caídas hacia atrás que sufrieran las personas que la frecuentaran dado la escasa altura de sus escalones y seguramente resbaladizos los antiguos especialmente en días de lluvias. Finalmente, y volviendo a lo del Picao, es sitio ideal para ver las procesiones en Semana Santa cuando los pasos provinientes del convento toman la calle Huelva.

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. La Calleja de don Celedonio

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. La Calleja de don Celedonio

La pobre calle Estrella es de esas calles a la que conocemos porque nos damos de cara con el azulejo ya que es raro el ayamontino que no deambula por la Avenida, o porque leemos su nombre en los libritos que edita Agrupación de Cofradías para informarnos por donde pasan las procesiones.

Hay que explicar las cosas para los más jóvenes, así que no me mojarreen los mayores. El lateral izquierdo de la calle Estrella, según se mira desde la Avenida a la calle Huelva, en su parte alta, era ocupada íntegramente por la vivienda de un médico ayamontino llamado Celedonio García Gutiérrez, cuya casa daba a la calle Huelva. La parte baja la ocupaba la vivienda de un veterinario, que también fue senador, llamado Miguel Esteban Martín. Pero el médico se llevó el gato al agua, quizás porque llevaba viviendo allí mucho más tiempo, y esa calle terminó llamándose para todos como la Calleja de don Celedonio.

Por la Calleja de don Celedonio pasaba en tiempos la cofradía de Ex-combatientes, y la de Padre Jesús, que no se si sigue haciéndolo porque hace muchos años que no asisto a la procesión, y en una ocasión discurrió por ella la del Lunes Santo, que para eso son muy suyos y tienen que hacer algo distinto cada año.

En la Calleja de don Celedonio se fraguó uno de los futbolistas más destacados de la historia de nuestro Ayamonte C.F., el defensa central Victoriano Saldaña. Lo mismo le daba jugar con una pelota que con una piedra, lo importante era jugar al fútbol, y de esa vocación, de esa indomable afición salió aquel gran defensa.

Y en la Calleja de don Celedonio, frente a la casa del veterinario, aprovechando un pequeño espacio poco más que el hueco de una escalera, estuvo establecido algún tiempo un zapatero remendón y más tarde vendedor de cupones: el siempre recordado Manuel Trinidad Sánchez Valdés, de siempre Trini el Cojo, y ya de moda Tito Cojo, mi querido amigo y llorado tocayo.

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. Hoy: la Esquina el Convento

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. Hoy: la Esquina el Convento

La pobre calle Santa Clara se nos quedó siempre en segundo término; como calle, le gana la denominación popular de Gran Vía, y como lugar, le come el terreno la expresión que tratamos, la Esquina el Convento. Y es que en Ayamonte todo lo que haga referencia a las Hermanas de la Cruz toma preferencia, no es para menos. No se como sería muy antiguamente, en tiempo de las Clarisas, pero supongo que los paisanos de la época también nombraría esa esquina con preferencia.

Una de las expresiones más sonoras de nuestra peculiar forma de hablar es aquella "pegarse un barrigazo en el filo de la dársena", pues bien, he de aclarar a los jóvenes blogeros que originariamente no se decía así, sino que el lugar para pegarse el barrigazo era la esquina del convento: pégate un barrigazo en la Esquina el Convento. Yo creo que se debía a que dicha esquina estaba protegida de golpes de carruajes con una chapa metálica, ignoro el material, y por eso resultaba ideal para cumplir aquel peculiar castigo del barrigazo.

La Esquina el Convento -observarán que cuando hablo de un lugar o de una estructura lo hago con minúsculas y cuando me refiero al sitio concreto recurro a las mayúsculas pues así la expresión cobra más entidad y será así con todo el callejero- ha sido siempre punto de referencia para los ayamontinos, sobre todo en Semana Santa; de sus alrededores nos queda el recuerdo nostálgio de la desaparecida "Talía" o del estudio fotográfico de Paco Báez, sin olvidar que un poco más arriba quedaba el Pozo de los Almendros.

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. Hoy: la Callejita Estrecha

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. Hoy: la Callejita Estrecha

No sólo en Ayamonte, yo diría que en todas las poblaciones, especialmente en los pueblos, los nombres de las calles son sustituídos por unas denominaciones que terminan arraigando y haciendo que la nomenclatura oficial pase a mejor sueño.

Ese será el tema de esta nueva página que acabamos de inaugurar, y la abrimos con una denominación yo diría que preciosa y cariñosa para con una de las calles más pequeñas, si no la más, de Ayamonte.

Hoy su nombre es, diríamos, geográfico-geométrico, o sea, se trata de una calle sin nombre: T. Huelva reza el azulejo. Es decir, geográfico porque se refiere a un lugar, y geométrico porque es una calle que une otras dos calles, en este caso una calle y una avenida, de ahí lo de transversal Huelva, que digo yo que también podría denominarse transversal Avenida de Andalucía porque la calle transversal siempre hace referencia a la calle donde desemboca y teniendo en cuenta que la avenida es más "joven" que la calle Huelva, viene de Huelva y va a la avenida, pero díganle ustedes esto a los técnicos municipales y verán la carcajá que le sueltan, y no quiero señalar a nadie, aunque uno ya se lo imagine.

Bueno, a lo que íbamos, esta calle fue nombrada en tiempos como de Sor Eloísa, en honor de una religiosa ayamontina que al parecer todo lo grande que hizo por Ayamonte fue enchufar a los que iban a San Fernando a hacer las mili por la Marina (si alguien conoce otros méritos, por favor, que me lo digan con un comentario). Como a pesar de todo resultaba ridículo rotular el nombre de una calle en favor de alguien relevante y la tal calle no tuviere ni una mísera puerta, sólo las ventanas del bar la Cepa, pues todas las demás se abrieron con posterioridad , se echó abajo el azulejo y se trasladó la denominación al Banderín, de modo que se pasó de una calle escurriaja a una populosa vía en un populoso barrio. Bueno está lo bueno.

Pero lo princpal es que nunca perdió su genuina denominación para los que ya peinamos cana y que me gustaría hicieran suya los jóvenes: la Callejita Estrecha. Aquella empezaba en la avenida y llegaba hasta la calle Lepe, también Comandante Haro e Iberia y ya definitivamente Huelva. dándose de cara con la casa de Manolo feria "el Tejaíto".

Para mi gusto, debería rotularse así, como Callejita Estrecha, pero si se le quiere poner nombre a la callejita, lo tienen blanco y en botella, o sea, la Callejita del Cepa. Allá va la idea, para la correspondiente papelera, supongo.

Bueno, espero mos haya gustado esta primera entrega. Gracias por asomaros a verla.