AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. 10. La curva del astillero
Hubo un veterinario que vivió muchos años con nosotros que cuando se terciaba la conversación de la belleza del centro de Ayamonte, siempre decía lo mismo: es que aquí tenemos la ventaja de que al pueblo prácticamente se entra por el centro. Y es verdad, Ayamonte nunca tuvo destrases porque nada más entrar ya veíamos el entonces moderno edificio del cuartel de la Guardia Civil y el imponente Estadio Municipal, además de la estación de ferrocarril, cuando todas estas edificaciones lo normal es que estuviesen ubicadas a las afuera, pero a las afueras afueras, lejos.
Pero Ayamonte cobraba la admiración de los visitantes una vez tomada la Curva del Astillero, en ese momento, de un tirón, el visitante se encontraba con los barcos amarrados al estero, la perfecta alineación de las casas de la avenida y la majestuosidad del paseo con el río y Portugal al fondo.
Se llamaba o le decíamos la Curva del Astillero, porque a la derecha según se mira hacia la salida de Ayamonte quedaba un astillero, el de Zamudio. Era un lugar emblemático porque aparte del astillero, había algunas fraguas, entre ellas la de Curro, el abuelo de Juanito Guinga, y a la izquierda la famosa y desaparecida Casa Colorá, que era una especie de pensión oficial para los empleados de Renfe.
Hoy la nombrada curva es conocida por otro nombre: la rotonda de los Miguelitos, cosa de los nuevos tiempos, pero nosotros, los mayores siempre nos referiremos a ella como la Curva del Astillero.
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