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Mojarra Fina: El Blog de la Mojarra Fina Ayamontina

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. La Calleja de don Celedonio

AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. La Calleja de don Celedonio

La pobre calle Estrella es de esas calles a la que conocemos porque nos damos de cara con el azulejo ya que es raro el ayamontino que no deambula por la Avenida, o porque leemos su nombre en los libritos que edita Agrupación de Cofradías para informarnos por donde pasan las procesiones.

Hay que explicar las cosas para los más jóvenes, así que no me mojarreen los mayores. El lateral izquierdo de la calle Estrella, según se mira desde la Avenida a la calle Huelva, en su parte alta, era ocupada íntegramente por la vivienda de un médico ayamontino llamado Celedonio García Gutiérrez, cuya casa daba a la calle Huelva. La parte baja la ocupaba la vivienda de un veterinario, que también fue senador, llamado Miguel Esteban Martín. Pero el médico se llevó el gato al agua, quizás porque llevaba viviendo allí mucho más tiempo, y esa calle terminó llamándose para todos como la Calleja de don Celedonio.

Por la Calleja de don Celedonio pasaba en tiempos la cofradía de Ex-combatientes, y la de Padre Jesús, que no se si sigue haciéndolo porque hace muchos años que no asisto a la procesión, y en una ocasión discurrió por ella la del Lunes Santo, que para eso son muy suyos y tienen que hacer algo distinto cada año.

En la Calleja de don Celedonio se fraguó uno de los futbolistas más destacados de la historia de nuestro Ayamonte C.F., el defensa central Victoriano Saldaña. Lo mismo le daba jugar con una pelota que con una piedra, lo importante era jugar al fútbol, y de esa vocación, de esa indomable afición salió aquel gran defensa.

Y en la Calleja de don Celedonio, frente a la casa del veterinario, aprovechando un pequeño espacio poco más que el hueco de una escalera, estuvo establecido algún tiempo un zapatero remendón y más tarde vendedor de cupones: el siempre recordado Manuel Trinidad Sánchez Valdés, de siempre Trini el Cojo, y ya de moda Tito Cojo, mi querido amigo y llorado tocayo.

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