AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. El Callejón del Gringo
Hay calles ayamontinas que nunca se han conocido por su nombre, y mira que en el caso de hoy, Rosa, es bonito, uno de los nombres más bonitos que puede recibir una calle, no es político, no es religioso, no es de derecha, no es de izquierda, incluso cuando nos hace daño con sus espinas y nos preguntan por la sangre, con toda amabilidad, sin irritarnos, decimos: nada, que me he pinchado con una rosa.
Bueno, ni por esas, nuestra calle Rosa, que está ubicada al final del todo de la calle Huelva a la izquierda, siempre fue conocida por el Callejón del Gringo, sin que se sepa por qué, yo al menos lo ignoro y apelo a algún antiguo que lo sepa y quiera aclararlo.
El tal Callejón del Gringo era una vía de tierra que enlazaba la calle Huelva con la pedrera del señó Canasta -ya hablaremos de ella en su momento- y desde allí se subía campo traviesa hasta el cementerio para tomar el callejón Largo si se iba a la Villa o el Corto si se iba a la Plazoleta. Una vía de alivío pues ahorraba el enorme rodeo que significaba buscar otras salidas como la calle Buenavista. Asi que siendo un vulgar callejón de tierra prestó a lo largo de los años ese servicio, y hoy los sigue prestando pero a duras penas porque alguien colocó una valla metálica para que no se pasara y que esta mañana he visto derribada.
El lateral derecho no ha cambiado en nada, sigue siendo la linde del conocido huerto de los Iñiguez , por cierto, bastante abandonado y hoy también del taller de motos de mi amigo Morales. Por la izquierda ha cambiado sustancialmente con motivo de la construcción de viviendas en los terrenos que antes fuera una pequeña huerta que perteneción a mi amigo Joaquín Rodríguez Vizcaya, vamos, el "Gordito de la aduana", y que daba a la calle Juan Fernández o "de los Perros".
Pero lo que más llama la atención, y de forma negativa, es el estado en que se encuentra. Antes, cuando era callejón de tierra y a ambos lados propiedades rústicas o semirrústicas, bueno está, pero ahora, con las nuevas viviendas y la excelente urbanización que queda una vez pasada la calle, y a más inri, después de colocarle el bonito azulejo que lo identifica como calle Rosa, no merece la pavimentación que presenta, parece como si todas las obras de los alrededores vertieran en la calle Rosa las sobras de cemento. Mitad cemento mal echado, y la otra mitad, entre escombros y tierra. Al no tener aceras y no ser vía para el tráfico de vehículos, no creo yo que cueste mucho pavimentarla para que quede más decente. A ver si es verdad.
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Teresa -