AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. El Peñón
Ahí es nada, nada más y nada menos que mi barrio, donde nací y viví hasta los 27 años cuando me casó. En realidad el Peñón es el nombre de un barrio, pero un barrio muy particular, porque sólo cuenta con dos calles, Olivo y Tarpeya, que se cruzan a mediados la calle Olivo, quedando a la derecha el tramo de la calle Tarapeya con escalones y a la izquierda la parte de la misma que llega hasta lo que hoy es urbanización Quebranta, y que denominábamos como "el Campillo". Niños, no jugueis a la pelota en la calle, irse al campillo. Pero en realidad cuando se hablaba del Peñón siempre nos referíamos a la calle Olivo y como mucho a la calle Tarpeya en su tramo de escalones y poco más arriba donde a la vez doblaba a la derecha, donde vivían Joaquina la Polaca con su familia; la Peseta; la puerta trasera de Paco el Práctico; la familia del Pámpano, la de Brito el policía y la de María la Curita, después ya se enlazaba con las chozas. Por la parte larga destacar los dos corrales de vecinos; en el primero vivían la familia Valenzuela, Juan Rasco conocido por Ofito, y la gran familia de Pepa la Rubia. En el otro corral, la familia de Adolfo, la de la Galana, el Trompo, Manuela la de Fernandito y la familia de Camilo el consumista, que daba a la calle Buenavista al igual que la de Ofito. En el primer patio se celebraban los famosos "Mastros" que organizaba Ofito, pero eso merece artículo especial.
Ya en la calle Olivo, empezando desde atrás, lindando con la mansión del pintor Rafael Oliva, vivían, la familia del Pachán, Carmen la Fogona con su peculiar tienda, de la que también hablaremos, Manuel Oliva el carpintero, Paco el Práctico y ya en la esquina con Tarpeya, la familia de Juan el Chinche, y posteriormente la de Guerrero el de los electrodoméstivos. De ahí para abajo, la primera casa a la derecha era la mía, pero totalmente distinta, de una sola planta y tejado, más adelante la de Vicente Soler, Rafael el Cojo, mi madrina Maria Cruz, aunque la conocíamos como María Piris por su marido, un corral de vecinos en el que vivía el desaparecido José Monteagudo, el Viejo; y en la otra parte, puerta de acceso a la casa de Marquilla la Gitana, pues se entraba principalmente por la calle Tarpeya de los escalones, la de Patrocinia, El Gori y María Dolores, y finalmente la de Antonio Saldaña, padre de Juan el barbero.
En el Peñón celebrábamos los niños la Semana Santa sacando pasos en miniatura, las velas las hacíamos nosotros mismos y organizábamos concursos de saetas que casi siempre ganaba yo, hasta que un día me ganó Carmelo Tortosa, padre de los peluqueros y me parece que todavía estoy llorando, él ganó una perra gorda y yo una perra chica, pero sin consuelo posible. También organizábamos corridas de toros, confeccionando los trajes con papeles de seda de colores y destacando como torero Mauricio Correa.
En fin, recuerdos entrañables de mi niñez y juventud, sin olvidar aquellas tertulias nocturnas tomando el fresco que ya no se llevan desgraciadamente, la televisión ha terminado con muchas costumbres, qué le vamos a hacer.
He dejado para una próxima ocasión, por su peculiaridad e importancia dentro de lo que podemos denominar paisaje urbano privilegiado, la parte del Peñón que era y es una larga balda, La Barda del Peñón.
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F. Pargana -
Trini Flores -