AYAMONTE EN EL RECUERDO: El pescaíto frito de un día pa otro.
Durante las fiestas navideñas, de las que ya nos estamos despidiendo, es frecuente oir por parte de las amas de casa aquella frase, "yo mañana no me preocupo de hacer de comer, hay que terminar con todo lo que sobró de la cena de anoche". Y es cierto, por Nochebuena y Nochevieja se atiborran las mesas de comidas, mucho más de lo que podemos ingerir, aunque mucho me temo que este año el listón haya bajado considerablemente.
Hubo un tiempo en que en nuestro pueblo se comía mucho pescado, porque siempre fue más barato que la carne y además, por un lado o por otro -marineros, rederos, poceros, etc.- arrebañaban algo para llevarlo a casa, y claro, siempre quedaba algo de pescado frito, que por supuesto nunca se tiraba, no estaba el horno para esos bollos, así que se comían al día siguiente. La necesidad se hizo virtud porque el "pescaíto frito de un día pa otro" terminó gustándonos tanto o más que el recién frito.
Como mi padre traía pescado a casa, tanto del galeón como de la pareja, nunca faltaba el pescado, y mis amigos del Instituto gozaban cuando mi madre nos sacaba un plato de pescaíto frito del día anterior.
Y como estos recuerdos perduran, todavía hoy a los de aquella generación nos sigue gustando ese pescaíto frito del día anterior. Me imagino al amigo "Ayaba" y a la amiga "Ayamontina" haciéndolo, aunque siempre echarán de menos la sardina de nuestra costa, o las pijotas con la cola mordida formando un rosco.
Eso sí, el "pescaíto frito de un día pa otro" hay que comerlo sin recalentar, porque si lo hacemos nos cargamos la tradición y el buen gusto. Que quede claro y que aproveche.