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Mojarra Fina: El Blog de la Mojarra Fina Ayamontina

Ayamontinos Inolvidables

AYAMONTINOS INOLVIDABLES. 7. Jesús Castellano González (Jesús el de los Caminos)

AYAMONTINOS INOLVIDABLES.  7. Jesús Castellano González (Jesús el de los Caminos)

A la vista de esta fotografía del inolvidable cofrade ayamontino Jesús Castellano González, uno  no tiene más remedio que romper las reglas de la fonética y caer en la más absoluta redundancia además de en la más simple vulgaridad, pero no queda otro remedio. Miro la foto y me sale: Su pasión fue Pasión.

Jesús Castellano González, en el vulgo Jesús el de los Caminos, ocupa un lugar de privilegio en el mundo cofrade ayamontino. Fundador de la hermandad de Excombatientes y de Agrupación de Cofradías, su pasión cofradiera la vivió hasta límites extremos. Para él, todo el año era Semana Santa. Cuantas veces me paró cuando pasaba por la puerta de la tienda para enseñarme un  apunte para el diseño de un respiradero, de una candelería, de un varal.

Sólo la ONCE hacía más sorteos que él, que siempre tenía uno pendiente para arrimar fondos a su hermandad. Muchos creen que la hermandad recibía mucho dinero de sus hermanos pudientes, que eran muchos. En la más estricta intimidad –y jamás he revelado el dato- me enseñó una lista de donaciones y me quedé de una pieza, incluso llegué a sentir vergüenza ajena.

Jesús supo insuflar su pasión cofradiera a sus hijas y a sus yernos, a los empleados de los Caminos y todo los de su entorno. El se acercaba a su Señor de Pasión, lo absorbía, se hinchaba de El y después lo soplaba a su alrededor.

Yo no quiero entrar en el terreno de lo competitivo, pero cualquier buen cofrade sabe de sobra que la de Excombatientes ha sido siempre la cofradía más destacada, incluso durante la gran crisis de cargadores nunca le faltó cuadrillas de costaleros. Le criticaron que trajera a Ayamonte el estilo sevillano de cargar, pero como suele ocurrir en estos casos, después todos lo hicieron.

Yo aprendí muchas cosas cofrades de él y le aprecié siempre, como él a mí, y ese cariño hoy lo comparto con su esposa, con sus hijas Mari Carmen y Angustias y con sus yernos Manolo y Jacinto.

Podríamos llenar este blog escribiendo sobre cofrades ejemplares, que han abundado siempre en Ayamonte por contrario que ello parezca cuando hablamos de los pamplinas y otras especies. Pero para mí, y ello no deja de ser una personalísima opinión, la historia de la Semana Santa ayamontina desde los años cuarenta del pasado siglo, se escribirá siempre con la letra J, de Jesús Castellano, el de los Caminos.

 

AYAMONTINOS INOLVIDABLES. 7. Prudencio Gutiérrez Pallares

AYAMONTINOS INOLVIDABLES.  7. Prudencio Gutiérrez Pallares

Allá por los años sesenta del siglo pasado se me ocurrió escribir un artículo en el álbum de las Angustias solicitando del Ayuntamiento la rotulación de una calle en honor de Prudencio Gutiérrez Pallares. Dos años después, reiteré la solicitud. En ambas ocasiones, el Ayuntamiento n.p.c.

Pero he aquí que años después, un grupo de ayamontinos recogió firmas con la misma finalidad, incluso tuvieron el descaro de explicarme la necesidad de que nuestro más acreditado cronista tuviese una calle con su nombre, en fin pilarín.

Lo cierto es que se acordó rotular la entonces denominada 29 de julio con el dicho nombre y además de salirme con la mía tuve el honor de vivir en esa calle muchos años, vamos, la calleja del cine. Cosas de la vida.

Entre mis solicitudes y la concesión, al pasar una mañana por el antiguo bazar de su sobrino Manolo Cruz me llamó y me dijo: mira que bien, amigo Trini, a ti el Ayuntamiento no te hace ni puto caso,  y a mí me pone mi sobrino a vigilarle las cestas estas que tiene aquí colgadas para que no le roben los portugueses. Tenía el hombre un fino sentido del humor.

Prudencio Gutiérrez Pallares, ya en adelante escribiremos de la forma más cariñosa con que lo nombrábamos sus paisanos –don Pruden-, conoció el siglo XIX, nació en 1.896 y falleció arañando los 90.

Licenciado en Derecho a medio camino, dejó los estudios para dedicarse al negocio de conservas familiar y a algo que para él resultó fundamental a lo largo de toda su vida: a soñar futuros para Ayamonte. Algunos los vio convertidos en realidad, ahí está la barriada del Arrecife, acabando así con aquella corona de espinas que eran las chozas del Peñón. La “Hermandad del Ladrillo” fue el programa radiofónico que dirigido por él facilitó su gran logro.

Pero su gran sueño fue sin duda aquel Ayamonte del futuro que él siempre situó en las marismas de Santa Gadea. Y ahí está la que hoy es sin duda la barriada más populosa de Ayamonte.

Defensor a ultranza de nuestra cultura, fue siempre un enamorado de las virtudes de la cal de nuestras canteras. Y como quiera que era hombre que predicaba con el ejemplo, no se le ocurrió otra cosa que pintar su vieja bicicleta de blanco, pero blanco de cal blanca de uno de los hornos entonces existentes.

Pareja inseparable de quien seguramente fue su mejor amigo, Manolo Feria el Tejaito, ya recordado, nos legó un buen manojo de artículos que a diario oíamos a través de las ondas de Radio Juventud de Ayamonte, sus famosísimos “Comentarios del día”. Pero sobre todo nos legó su loco ayamontinismo, su desmesurado amor por su tierra, su bondad y su inteligencia. Fue el gran cronista, junto el amigo citado, del siglo XX ayamontino.

Por todo ello, y por mucho más, don Pruden es y será por siempre un ayamontino inolvidable.

  

 

AYAMONTINOS INOLVIDABLES. 6. El maestro Celedonio el Barbero

AYAMONTINOS INOLVIDABLES.  6. El maestro Celedonio el Barbero

Podía haber cedido durante los domingos su barbería como casa de socorro o botiquín de urgencias y no hubiera hecho falta hacer nada. Así campaba la higiene, la limpieza, la pulcritud, la sanidad en definitiva, en la barbería de más clase que conoció Ayamonte el pasado siglo.

Pero resulta que la clase, el caché, no lo dan las cosas, lo dan las personas. Y una persona como Celedonio el barbero, que desde que abría la barbería hasta que atendía al primer cliente tardaba más de media hora limpiando los instrumentos que ya había dejado limpios la noche anterior; barriendo lo ya barrido; cambiándose de ropa y calzado para no empezar a trabajar con el poco sudor que podìa haber generado su cuerpo camino de la barbería, resulta a todas luces irrepetible.

Los que no le conocían pensaban que era la barbería de los ricos porque en ella se pelaban los banqueros y los curas. Yo mismo así lo pensaba, hasta que abrió sus puertas el Instituto Laboral y todos los amigos del Cele, su hijo y hermano mío, nos convertimos en clientes siendo todos o casi todos hijos de pobres.

Desesperante en la realización de su trabajo, el último repaso te lo daba ya en plena calle porque decía que de lejos se veían un pelillo más largo y te hacía volver a la barbería para remediar aquel para él "desastre". Si el maestro Celedonio hubiera pelado como pelan hoy -no más de diez minutos en un servicio- habría dejado una gran herencia, pero su profesionalidad se lo impedía. Yo le pedía número a las siete y media de la tarde cuando salía de la oficina y me decía: tienes tres por delante pero no te vayas muy lejos. Con tres por delante era obvio que saldría pelado allá a las once de la noche.

Hoy estaría sufriendo mucho con este Real Madrid desconocido, puro desastre de equipo y de entidad. Tuvo que dejar la barbería porque sus pies ya no aguantaban más y terminó de quiosquero en San Francisco haciendo gala de la misma educación, amabilidad y pulcritud que en la barbería. De su primer matrimonio nos dejó a mi hermano Celedonio y del segundo a una mujer extraordinaria llamada Tere, y nunca decayó el recuerdo de su querida Angustias Rios Rasco, su primera esposa, para todos Angustita Rasco.

Su personalidad dio nombre supuesto a un tramo de la calle Felipe Hidalgo, al primero, como ya comenté hace unos dias en el apartado del peculiar callejero ayamontino: la calleja de Celedonio el barbero.

AYAMONTINOS INOLVIDABLES. 5. Pepe González Feria

AYAMONTINOS INOLVIDABLES.  5. Pepe González Feria

En este blog utilizamos con frecuencia la expresión "tontos de capirucho". Ya aclaramos en su momento que existen dos tipos de tontos de capirucho, a saber: los tontorculo, esos que andan diciendo por ahí todo lo que "han" hecho, esos que con tal de que se sepa que forman parte de una junta llegan a contar todo lo que se habla en la reunión de la misma, en fín pilarín; y los otros, los capillitas auténticos, los tontos de capirucho tipo pata negra.

Nuestro inolvidable de hoy, Pepe González Feria, fue un tonto de capirucho de los auténticos, tan auténtico, que mucha gente ni siquiera sabía que lo era. Y digo ésto, porque su labor siempre fue tan callada, tan íntima, que nada de lo que hacía trascendía. Cuando murió tuve el honor de dedicarle un sentido obituario en Gaceta de Ayamonte titulado precisamente "los silencios de Pepe González Feria".

Fue uno de los fundadores de Agrupación de Cofradías y durante toda su vida cofrade la columna fuerte, segura, fiel, en que siempre se apoyó su pariente, otro inolvidable llamado Jesús Castellano. Su labor callada era su bandera, y sólo los que le conocimos de cerca sabíamos de sus esfuerzos, de sus desvelos, de su constancia.

Fue también el alma mater de una de las fábricas de conservas de más entidad de Ayamonte, Conservas Feria, precisamente propiedad de unos primos suyos que ni siquiera se ocupaban de la misma, ellos estaban creo que en Tarifa y aquí no hacían falta sencillamente porque estaba Pepe González Feria con un inmejorable equipo: Manolo Fernández, su hijo Carmelo, creo recordar que también su hija Marisa, y un encargado para enmarcarlo, el señor Cecilia, padre de nuestro amigo Pepe Godovi.

Pepe González Feria nos dejó hace años, pero nos legó su impronta, su honradez, su humildad, sus silencios elocuentes. Es por ello, sin duda alguna, un ayamontino inolvidable.

AYAMONTINOS INOLVIDABLES. 4. Manuel Trinidad Sánchez Valdés, "Trini el Cojo"

AYAMONTINOS INOLVIDABLES.  4. Manuel Trinidad Sánchez Valdés, "Trini el Cojo"

Sí, lo he escrito bien, lo de Tito cojo vino después, de forma muy tardía. Mi toyaco siempre fue Trini el Cojo, aunque tal apelativo resultaba a todas luces erróneo porque en realidad, Trini nunca fue cojo, era inválido, parapléjico, sufría atrofia de las extrememidades inferiores, así que de cojo nada, aunque siempre le conocimos y nombramos así.

Recuerdo su niñez como si estuviera ocurriendo ahora, ya desde la escuela de los Marinos hicimos amistad, que duraría toda la vida. Recuerdo aquellos años de atrasos en todos los órdenes, en los que para ver una silla de ruedas había que irse poco menos que a Madrid. ¿Que cómo se las arreglaba mi tocayo?. Muy sencillo. A un cajón de madera le colocó cuatro ruedas de aquellas llamadas de bolas para que el cajón rodara; él se montaba en el cajón, se sentaba, y atados a las manos dos corchos, uno en cada una que les servía para apalancar en el suelo e impulsar aquel improvisado pero eficaz carro de inválido. Así anduvo muchos años, hasta que llegaron las sillas de ruedas, primero manuales y después mecánicas. Para entonces él había desarrollado una musculatura de medio cuerpo hacia arriba digna de mil posados.

Zapatero remendón, pescaero, vendedor de cupones, un poco culo de mal asiento mi tocayo. Imitador de voces y gestos, cantante de coro y coral, carnavalero hasta la médula, y siempre alegre, el último chiste siempre nos lo servía él junto a Pepe el Gorito, que era el único que le podía hacer competencia.

No tuvo buen final, pudo haber vivido una jubilación de lujo, es decir, cómoda, feliz, pero a veces el destino nos tiende una trampa que no acertamos a eludir. Qué le vamos a hacer. De todas formas, de Trini el Cojo nos quedará siempre el recuerdo de su bondad y su sentido del humor, y resultará por siempre un ayamontino inolvidable.

AYAMONTINOS INOLVIDABLES. 3. Manuel Feria Sousa, "El Tejaíto"

AYAMONTINOS INOLVIDABLES.  3. Manuel Feria Sousa, "El Tejaíto"

Son tantas las cosas que yo podría escribir de este inolvidable ayamontino que habría que recurrir a un libro, así que haremos uso de nuestra capacidad de síntesis.

Manuel Feria Sousa, conocido popularmente por Manolo el Tejaíto fue, junto a su "hermano siamés", Prudencio Gutiérrez Pallares, que por supuesto tendrá un lugar en este apartado, un esmerado y eficiente cronista del pasado siglo. Y digo cronista y no periodista porque aunque la diferencia es muy sútil al tratarse de sinónimos, creo que le viene mejor lo de cronista, que es el comunicador que va en busca de la noticia y la redacta sin aditamentos. El trabajo del cronista fue siempre altamente valorado por la capacidad de captación de lo más importante o novedoso en un suceso y de los detalles que resultan significativos o emocionalmente impactantes.

Su segunda faceta, con la que realmente se ganó la vida, pues lo de cronista eran habas contadas, fue la de funcionario del Instituto Laboral, que él mismo estrenó. Su exquisita educación y su más que acreditado sentido del humor presidían la oficina.

Pero para mí lo más importante del Tejaíto es el factor humano. Yo le quise como a un padre y a la vez como a un amigo. Su casa era la de todos, llamar a la puerta y pedir licencia para entrar era una tontería y nadie lo hacía. Si estaba la familia comiendo daba igual, tú ibas a lo tuyo, a contar el último mojarreo o a apuntar en la lista de  los motes el último que acababas de recordar. Creo que llegamos a superar la cifra de los seiscientos. No era hombre de calle, salvo para su profesión de cronista, a él le gustaba la casa, con su Carmela siempre a su lado y sus hijos. Ahí viene Juana -Juana era la madre del Santi- o ya viene el Santi bajando la escalera, o ese que se acerca es el Pirulo o el Trini el Largo, nos conocìa a todos sin vernos siquiera, por el olor, por la intuición.

Un día llegué a su casa y estaba escuchando en un tocadiscos de los de entonces a María Dolores Pradera. Me invitó por señas a sentarme. Cuando la Pradera terminó de cantar me miró y me dijo: Trini, o se canta así o se va uno con el Santi a las murgas. Así era su fino humor, su ocurrencia espontánea.

En otra ocasión me dio una lección de humildad. Le pregunté como había resultado un pregón de Semana Santa -que por cierto, había recibido críticas nada positivas- y me contestó: para mí, en principio, bueno, como todos. Le pregunté por qué me decía aquello y me respondió: porque por mal que lo haga el pregonero yo no debo echárselo en cara por la sencilla razón de que yo no sería capaz de hacerlo ni siquiera mal. Ahí queda para los que presumen de entender de todo.

Nos hizo la faena de morir lejos de Ayamonte, pero por su bondad, por su personalidad, por su sentido del humor, por habernos dejado una gran legado de crónicas y artículos escritos con fina y culta pluma, nunca se fue de nuestros corazones, y es por eso que a título personal pero seguro que muy compartido, le hago un pasillo de honor para que entre en este recuadro de ayamontinos inolvidables.

 

AYAMONTINOS INOLVIDABLES. 3. Antonio el Poke

AYAMONTINOS INOLVIDABLES.  3. Antonio el Poke

Lo de Poke creo que le venía por ser un poco tarta y que se lo puso el padre Gutiérrez porque el inolvidable personaje que hoy recordamos le preguntaba el por qué de todas las cosas.

Una mañana cualquiera estás tan tranquilo en el Casino España y ves que entra un indivíduo cargado de chaquetones de cuero y piensas que es un moro vendedor ambulante. No era un moro, era el Poke. Porque Antonio hizo de todo en la vida con tal de ganarse los garbanzos, de pintor de brocha gorda a azafato de los conciertos que organizaba Florencio Aguilera  y, finalmente, cuando su limitación física no le permitía realizar otros trabajos, a eso, vendedor de cosas.

Entre el Poke y yo había una amistad a prueba de bombas, salíamos juntos de penitentes el Viernes Santo con la hermandad del Descendimiento. El era hermano de antiguo, yo ni siquiera lo era. El tenía ganado, por su antigüedad, puesto de preferencia; yo, del montón, pero se venía a formar pareja conmigo, así podíamos pegar toques a uno y otro lado de las respectivas aceras.

Coincidimos muchas veces en la Casa del Niño durante aquellos recordados desayunos de después de la misa de primera hora de la mañana. Su cuñado, Román, y yo, le recordamos muchas veces al coincidir en el cementerio al visitar a nuestros seres queridos, y hablamos de él, de sus virtudes, de su nobleza y su gran corazón. Y del gran sentido del humor que le precedía en todo lo que hacía.

También nos unió la Milagrosa, partidas de futbolín, y el Frente de Juventudes, en fin, todo lo que había, porque todo eso y mucho más encerraba una palabra hermosa, de las más hermosas que creó el hombre: amistad.

AYAMONTINOS INOLVIDABLES. 1. José Barroso Guirado, "El Gorito"

AYAMONTINOS INOLVIDABLES.  1. José Barroso Guirado, "El Gorito"

Estrenamos hoy nueva página del blog a través de la cual vamos a plasmar un sentido recuerdo, mediante una breve semblanza, de aquellos ayamontinos que siempre permanecerán en nuestro recuerdo, en nuestros corazones.

Hasta que no vi su nombre en la lápida del cementerio no supe que Pepe el Gorito se apellidaba como Barroso Guirado, tal era la enorme personalidad y prestigio que guardaba su otro nombre, porque, al contrario de los que muchos piensan -lo he visto incluso en algunas listas de motes- lo de Gorito no lo es. Gorito viene de Goyo y Goyo de Gregorio, por lo tanto es el diminutivo de una contracción, no un apodo.

Pepe el Gorito permanecerá siempre en nuestro recuerdo no por sus chistes como podríamos pensar a priori, sino por la forma con que los contaba, es decir, poniendo en ellos toda su alma limpia; él los contaba porque así se sentía feliz y sabia que nos hacía felices a los demás. Tenía un sentido del humor a prueba de bombas, pero sobre todo, el Gorito era una gran persona, ayamontino de pro, esposo y padre ejemplar. Y como suele erróneamente decirse, amigo de sus amigos, y digo esto porque amigo sólo podemos serlo de nuestros amigos, lo que ocurre es que el Gorito nos había ganado a todos.

Su  barbería eraa la vez como un pequeño casino, un lugar de tertulia. Muchas veces parábamos  allí simplemente para echar el rato, un rato que inevitablemente resultaría muy agradable, porque él, con su personalidad, así lo quería y conseguía.

Podríamos estar hablando del Gorito todo el día, pero la brevedad de las páginas del blog nos invita a que nos quedemos en esta simple aunque insuficiente semblanza.