AYAMONTINOS INOLVIDABLES. 6. El maestro Celedonio el Barbero
Podía haber cedido durante los domingos su barbería como casa de socorro o botiquín de urgencias y no hubiera hecho falta hacer nada. Así campaba la higiene, la limpieza, la pulcritud, la sanidad en definitiva, en la barbería de más clase que conoció Ayamonte el pasado siglo.
Pero resulta que la clase, el caché, no lo dan las cosas, lo dan las personas. Y una persona como Celedonio el barbero, que desde que abría la barbería hasta que atendía al primer cliente tardaba más de media hora limpiando los instrumentos que ya había dejado limpios la noche anterior; barriendo lo ya barrido; cambiándose de ropa y calzado para no empezar a trabajar con el poco sudor que podìa haber generado su cuerpo camino de la barbería, resulta a todas luces irrepetible.
Los que no le conocían pensaban que era la barbería de los ricos porque en ella se pelaban los banqueros y los curas. Yo mismo así lo pensaba, hasta que abrió sus puertas el Instituto Laboral y todos los amigos del Cele, su hijo y hermano mío, nos convertimos en clientes siendo todos o casi todos hijos de pobres.
Desesperante en la realización de su trabajo, el último repaso te lo daba ya en plena calle porque decía que de lejos se veían un pelillo más largo y te hacía volver a la barbería para remediar aquel para él "desastre". Si el maestro Celedonio hubiera pelado como pelan hoy -no más de diez minutos en un servicio- habría dejado una gran herencia, pero su profesionalidad se lo impedía. Yo le pedía número a las siete y media de la tarde cuando salía de la oficina y me decía: tienes tres por delante pero no te vayas muy lejos. Con tres por delante era obvio que saldría pelado allá a las once de la noche.
Hoy estaría sufriendo mucho con este Real Madrid desconocido, puro desastre de equipo y de entidad. Tuvo que dejar la barbería porque sus pies ya no aguantaban más y terminó de quiosquero en San Francisco haciendo gala de la misma educación, amabilidad y pulcritud que en la barbería. De su primer matrimonio nos dejó a mi hermano Celedonio y del segundo a una mujer extraordinaria llamada Tere, y nunca decayó el recuerdo de su querida Angustias Rios Rasco, su primera esposa, para todos Angustita Rasco.
Su personalidad dio nombre supuesto a un tramo de la calle Felipe Hidalgo, al primero, como ya comenté hace unos dias en el apartado del peculiar callejero ayamontino: la calleja de Celedonio el barbero.
6 comentarios
PEDRO PEDRO -
un placer inolvidable recordarle.
Puerta de España -
Trini Flores -
A José Manuel le diré que Celedonio y yo somos tan amigos y de tantos años que nos consideramos hermanos, por eso lo expreso así
A Banderín le aclaro que "Juanito el cojo", se llamaba Juan Domínguez Giráldez y precisamente aprendió el oficio y llegó a oficial con el maestro Celedonio y después se estableció por su cuenta, primero frente a la farmacia de Massoni y después en calle San Diego. Ya escribiré de él como ayamontino inolvidable.
Banderín -
Desde que éramos niños todos mis hermanos nos pelábamos en su barbería.
También recuerdo a Juanito "el cojo", el cual me peló muchas veces.
José Manuel -
jmrguezma -