AYAMONTINOS INOLVIDABLES. PEDRO PEREZ RODRIGUEZ: PEDRO PEREZ RODRIGUEZ: PEDRO "EL CANGREJO"
Para ser un gran hombre, para ser querido por todos, para ser respetado por la comunidad a la que se pertenece, no es necesario ser inteligente, listo, tener títulos, dinero o poder; para todo eso lo que se necesita es contar con un enorme bagaje humano de carácter positivo, lo que se traduce en haber sido, honrado, bueno, servicial, noble, fiel…
Mi recordado tío Pedro Pérez Rodríguez, por todos conocidos como Pedro el Cangrejo, reunía todas las virtudes citadas, lo que le llevó a situarse, sin él pretenderlo, en las más altas cotas de aprecio y la consideración social.
De la mano de su hijo Juan, fruto de su anterior matrimonio, conoció y se casó con otra viuda, mi querida tía Rosario Soler Alarcón, que igualmente llevaba otro hijo de su anterior casorio, mi primo Paco Soler. De modo que de aquel nuevo matrimonio surgieron hermanos por doquier, los dos citados, que jamás se consideraron hermanastros, sino hermanos hasta la última gota de su sangre, y Antonio el Lobo, Pepe, el gran carnavalero –que pena que nos dejaras tan pronto-, y el más pequeño, Pedro.
Pedro el Cangrejo, además de por las virtudes dichas, era famoso por su corpulencia, por su extraordinaria fuerza –dicen que en una ocasión cargó con un bote- fuerza que no le convirtió nunca en violento, su nobleza estaba por encima, aunque un incidente vinculó su recuerdo para siempre: aquel domingo en que, de manera parsimoniosa, casi sin llamar la atención, se echó al campo de fútbol, llegó a la altura del árbitro, le endiñó un majazo y lo dejó en el suelo sin sentido. Pudo costarle muy caro por los tiempos en que ocurrieron los hechos, pero creo que no escapó mal de todo. De todas formas, la anécdota se oye de vez en cuando en tertulias de gentes que le conocieron.
En la calle Rábida mi tía Rosario armaba una gran olla para calmar aquellos estómagos, aunque mi primo Antonio necesitaba una para el sólo, y cuando mi madre le contaba que yo era un “delicaíto” con las comidas le contestaba: prima, yo no me puedo quejar, esta gente mía comen todo lo que les pongo, menos mal.
Pedro el Cangrejo, como casi todos los padres de familia de la época, trabajaba sin cesar en lo que caía, no se podía decir a nada que no, y nuestro muelle fue testigo mudo de sus desvelos.
Hombre forzudo, quizás el más de los de la época, pasó a la posteridad no sólo por ello ni por las anécdota que con tal motivo se repetían. Mi tío Pedro el Cangrejo es de verdad recordado por todo lo que decíamos al principio, principalmente porque fue un hombre bueno. Por eso, y ya es bastante, viene a esta página, porque a pesar del tiempo transcurrido desde su fallecimiento, siempre fue, es y será…un ayamontino inolvidable.
8 comentarios
juan antonio orta romero -
maria perez -
MARIA PEREZ -
Anónimo -
Y como tu dices, cuando llegaban los barcos de la faena y volvía a casa con algo de pescado, sí alguien le preguntaba siempre contestaba lo mismo:
"Esto es pa mis cangrejitos". Sus cangrejitos eran sus hijos Juan y Pedro (Nuestro recordado y añorado abuelo).
Ese mote, lo han mantenido con satisfacción y orgullo todos sus hijos y lo seguirán manteniendo sus nietos porque como dice Trinidad: PEDRO "EL CANGREJO", fue un gran hombre, honrado, bueno, servicial, noble, fiel... y sus anécdotas en esos tiempos de tantas calamidades podrián llenar un libro.
MARIA PEREZ -
Un saludo.
kaul -
Un saludo
kaul -
Lo que no has contado de donde le viene el mote.
Un saludo
Ayaba -