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Mojarra Fina: El Blog de la Mojarra Fina Ayamontina

ANECDOTARIO AYAMONTINO. De cuando Manolo Perlacia llevó ramas de eucaliptus a Curro el barbero

ANECDOTARIO AYAMONTINO. De cuando Manolo Perlacia llevó ramas de eucaliptus a Curro el barbero

En la calle Calvo Sotelo, hoy Trajano, estaban establecidos con sus respectivos negocios dos buenos cachondos: Manolo Cruz, que aun sigue con su "Todocasa", y enfrente con su panadería el inolvidable y recordado Juan Manuel Rios. Entre los dos la armaban buenas. Por Navidad, por ejemplo, daban el premio de la lotería a una hermandad y la gente iba a cobrar ese mismo día, normalmente la broma iba dirigida a Jesús Castellano, el eterno mayordomo de Ex-combatientes.Tenían la habilidad de no dirigirse a nadie en particular sino que sonsacaban que la víctima se dirigiese a ellos, o captaran la conversación, y lo hacían entablandola  de acera a acera para ser oídos. La anécdota que os cuento es la siguiente:

¿Cómo sigue Curro el Barbero?, pregunta uno. Regular, le contesta el otro, el médico le ha dicho que no le falte eucaliptus, pero no del que se compra en la farmacia y se respira, tiene que ser natural, en ramas traídas del campo. Esta conversación tiene lugar en el preciso momento en que pasa entre ellos el bueno y servicial Manuel Domínguez Perlacias, el padre de nuestro buen amigo el Guape, a la sazón chófer de la familia Feu. Cuando oyó la conversación, ni corto ni perezozo se dirigió al garaje que dicha familia tenía en el Muelle Sur, hoy Avenida de Villarreal de San Antonio, y sacó a la calle el reluciente "De Soto", un coche entonces de lujo. Se dirigió al campo y cargó el coche con varias ramas de eucaliptus y con ellas se presentó en la barbería de Curro el barbero en la calle San Diego, y tirándoselas al suelo le dijo: ahí tiene usted, maestro, que por eucaliptus no quede, que haya alivio.

Omito lo que salió de la boca de Curro por no herir sensibilidades. Pero el bueno de Perlacias no escarmentó y conociéndolo como le conocía estoy seguro que siguió haciendo favores sin importarle si iba a ser tomado en serio o no. Así son las buenas personas.

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