AYAMONTE EN EL RECUERDO. El "Chocito" y las palmeras
Siempre que me he referido a las chozas que existieron en lo alto del Peñón lo he hecho utilizando el término barriada y no asentamiento que es el propio de estos lugares. Y digo esto porque el asentamiento es algo provisional, sin embargo aquellas chozas, hasta que Prudencio Gutiérrez Pallares puso en antena el programa "Hermandad del Ladrillo" y se construyeron las casas del Arrecife, fueron el lugar permanente de las familias más pobres de Ayamonte. Hoy, en aquel lugar, goza merecidamente de su mansión y propiedades adyacentes el pintor Rafael Oliva.
En aquella pobrísima barriada vivía un ayamontino llamado Vicente y conocido popularmente como "el Chocito", que seguramente se debe a que vivía en una choza. Vestía boína en la cabeza y pies en los pies, es decir, iba descalzo, como todos los del lugar. Portaba hambre en abundancia y a pesar de ser un extraordinario trabajador nunca la mataba porque entonces más que paga esta pobre gente recibía limosna. Se la gastaban pronto en la tasca de Elías, en el Zampuzo o en el Centro y en muchas ocasiones andaban mareados o borrachos.
El bueno de Vicente acuñó una costumbre a todas luces pintoresca: hablar con las palmeras de la Laguna o del Paseo, se arrimaba a ellas, las miraba detenidamente, les silbaba y les hablaba, así de sencillo. Y al parecer, aunque lógicamente nadie pudo comprobarlo, las palmeras le contestaban, cuestión esta que se deducía de sus gestos.
El "Chocito" fue el creador de una frase que en los últimos tiempos ha hecho fortuna en los medios de comunicación, decir aquello de "el mundo mundial". Eso ya lo decía Vicente en los años cincuenta del pasado siglo. Como lo de decirle "chalol", como queriendo decir charlot, a todo el que se metía con él. Era amigo del "Aliñao" y del "Borra", pero normalmente se le veía solo, en especial en las noches de verano hablando con sus palmeras.
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