HISTORIAS EN PAZGUATO Y FINO. 1: Los orígenes
Cuando el general Caracalla arribó a las costas donde desemboca el río Ana –ostium fluminis anae-, lo hizo por todo lo grande, poniendo de manifiesto el poderío del Imperio Romano: galeras con artillería de catapultas, barcos para el comercio de más de cincuenta metros de eslora y quince de manga y puntal aparejados con velas cuadras en tres palos con una gavia sobre la vela mayor, provisiones, soldados…todo ello con la finalidad última de todo imperio que se precie, la conquista y ocupación de nuevos territorios.
Al atardecer de aquel día las tropas romanas vinieron a disfrutar de un espectáculo como nunca habían visto otro igual. Parecía como si las fuerzas de la naturaleza se hubiesen unido en misterioso complot para el deleite de la vista de los humanos. Sol, nubes, agua, cielo, todo formando un todo indescriptible, una puesta de sol para el embeleso.
En la ribera del río Ana descubrieron una silueta. Al acercarse a ella pudieron comprobar que se trataba de un habitante de una ciudad denominada Aya- que quiere decir monte- y quedaba algo más al norte y que posteriormente sería su nombre ampliado con el topónimo en latín que vendría a ser una repetición, salvo en la fonética, pues nadie diría dos veces “monte”, sino “Montis Aya”, que a la postre derivaría en “Aya Montis”. Aquel aborigen daba un perfil bien definido, de sorpresa, de embobamiento, de candidez, ingenuo, y se vislumbraba sin malicia ni doblez, simplemente disfrutaba de la belleza, nada más. Procedía de las familias iberas y tartessas, de ahí su otro perfil: delicado, sutil, suave.
Al primer perfil los romanos lo vinieron en llamar con el apelativo “pazguato”; al segundo, con el de “fino”. Ya en el trato diario, en virtud de la nueva denominación dada por ellos a la zona descubierta y recién conquistada, los aborígenes fueron llamados “ayamontinos”.
Pero tardaron los conquistadores en descubrir algo nuevo y que ya perduraría a lo largo de toda la Historia, hasta nuestros días. Y ello fue que aquella tarde en que arribaron a las lenguas de arenas de la desembocadura del río Ana, lo que en realidad habían tenido ante sí era algo más simple y a la vez más misterioso. Habían descubierto, sin saberlo, al auténtico ayamontino: el Pazguato y Fino.
En adelante, y al menos una vez en semana, vamos a traer a este blog historias en Pazguato y Fino, es decir, en ayamontino. Sólo les pido que no traten de averiguar si son ciertas o inventadas. Al fin y al cabo eso es lo de menos.
6 comentarios
benito german martin -
benito
EL KUN -
KKKKKKKKKKK -
EL KUN -
Caracalla -
kkkkkkkkkk -