AYAMONTE, UN CALLEJERO MUY PARTICULAR. 25: Las calle Los Perros.
En una charla o conferencia que pronunció mi buen amigo Enrique Arroyo Berrones en la Casa Grande, llamaba a la calle Lepanto como la de los Perros. La verdad es que sorprendió a los presentes ya mayores que siempre entendimos que no era Lepanto sino Juan Fernández, que es calle perpendicular a ésta. Seguramente tendrá razón Enrique, que suele estar bien informado, para eso se lo suda, pero me va a perdonar el amigo que yo siga llamando a la calle Juan Fernández como la de los Perros siguiendo la tradición, por eso no vamos a perder nada, y espero y deseo me aclare el asunto.
La calle de los Perros, que al final, con ese “hambre” fonético que tenemos los andaluces termina siendo calle Los Perros y así nos jampamos la preposición “de”, está situada al final a la derecha de la calle Lepanto, tiene una salida al lugar que conocimos siempre como la pedrera que desemboca en el callejón del Gringo o calle Rosa, y en su parte derecha, tal que afluentes, dos pequeñas calles sin salida: Almendros y Aromo.
Jugué mucho de joven en esa calle por ser amigo de Sulpicio Gutiérrez y de Emilio el Salao, también de Pepito Cobo. Recuerdo casi al completo el vecindario: la familia Sena, la familia Cobo, Manuel Pérez –Mojito el panadero padre de mi buen amigo Manuel Pérez Ruiz que por cierto, nos tiene olvidados, no se le ve por aquí como antes-, la familia Silveira, la de Sulpicio, la de Pino, la señora que vendía loterías madre de Antonio el Sordo, Vicente Peinado, y los Salao. En las pequeñas calles citadas, los Monte, la familia Simeño, el Gato, en fin, alguna se olvidará, como siempre.
Calle peatonal, era propicia para jugar a la pelota, y tranquila como ella sola, no sé si queda alguna familia de las citadas viviendo allí, y sin duda se trata de una de las calles más nombrada de nuestra ciudad.
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