ANECDOTARIO AYAMONTINO. 17. De cuando Matías Ojeda salvó casualmente la vida de su hermano Paco
Las fiestas de las Angustias ya empezaban a dar sus últimos coletazos en el viejo recinto de la Ribera, había crecido mucho, las casetas llegaban hasta el filo de la dársena, donde los ayamontinos nos damos los barrigazos -ya hablaremos de ésto- y estas se orillaban a lo largo de la doca, de tal manera que sus traseras daban a la misma, al borde mismo de la dársena, que por ello se convertía en esas noches en puro y duro meaero, No hacían falta servicios de urinarios, bastaba con salir por detrás de la caseta y a mear.
Así quiso hacerlo una noche de fiesta mi buen amigo Matías Ojeda, el Mati del bar Soledad. Le entró la meaera, salió por detrás y miren por donde, cuando se disponía a sacar la "escopeta nacional" para evacuar la pólvora acumulada en la vejiga, oyó una voz pidiendo socorro, auxilio. El Mati se sobresaltó, lógicamente, y se dispuso a ver de donde venían aquellos gritos sin importarle en aquel momento quien los profería.
Cual no sería su sorpresa cuando pudo comprobar que el desafortunado aspirante a "náufrago" era su hermano Paco, nuestro querido amigo Pacomati como cariñosamente le conocemos, que había resbalado y caído al agua. Las causas del suceso son fácilmente imaginables tratándose de noche festiva. Lo cierto es que gracias a la oportunidad, a la necesidad imperiosda de mear, el Mati pudo evitar que su hermano muriera ahogado. Nos alegramos todos.
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