ANECDOTARIO AYAMONTINO. De cuando Trini el Largo le deshizo a su padre un librito de papel de fumar
Corrían años de necesidad, las familias se reunían alrededor de una camilla al calor de una copa de cisco o tierra en invierno y a tomar el fresco por las noches a las puertas de las casas en verano. En muchas casas, como en la mía, ni siquiera un aparato de radio para distraerse, que lo tuvimos ya bien tarde.
En este contexto histórico y social, una noche en mi casa de la calle Olivo, la del "Guaperas del Peñón", mis padres mantenían larga conversación alrededor de la mesa camilla, mientras yo, que a la sazón andaría por el año y medio andaba por allí distraído. Como era muy charlatán ya desde edad precoz mis padres no echaron a ver que yo repetía una y otra vez la palabra "oto", es decir, otro. Así continuamente ellos oían oto, oto, oto, oto.
Pasado el tiempo y terminada la conversación, uno de los dos dijo: ¿qué querrar decir el niño con tantas veces oto oto?. Lo pudieron comprobar bien pronto.
El dichoso niño, mientras sus padres hablaban, había cogido el librito de papel de fumar del padre que estaba encima de la camilla, y tirando sucesivamente de las hojitas de papel pués las iba contando, así lo de oto, oto, oto. Ni que decir tiene que cuando Manuel Rumardo vino a caer en la cuenta al librito no le quedaba ni una sola hoja.
Es verdad que hay muchas anécdotas que contar, pero joder, no quería dejar de contar una mía. Espero me comprendáis.
4 comentarios
delars -
Una y uno son dos -
Pasaba por aquí... -
la madreee...que te trajo -