ANECDOTARIO AYAMONTINO. De como el alcalde Narcisco Martín Navarro consiguió la construcción de la estación de Renfe
Allá mediados el pasado siglo, la Renfe funcionaba de regular para mal, escacez de infraestructuras, monopolio con personal autoritario, déspotas, falta de sanidad en los vagones y en las estaciones, en fin, falta de recursos económicos.
Las estaciones españolas de los pueblos solían ser todas iguales, de ladrillo rojo, feísimas y ajenas a toda funcionalidad. La Renfe, bien porque no podía, bien porque funcionaba como le daba la gana, que para eso era un monopolio, no se gastaba un duro en equipamientos.
Pero el que fuera alcalde de Ayamonte, Narcisco Martín Navarro, se empeñó en que la Renfe construyera una nueva estación para la ciudad, distinta a todas las demás, más moderna y funcional. Y lo consiguió. Para celebrarlo organizó una comida en el desaparecido Círculo Mercantil, era comida sólo para hombres. A ella asistían, como no podía ser de otra manera, las fuerzas vivas de la ciudad, entre ellas, el párroco de las Angustias, a la sazón el padre Fernando Larraínzar Celayeta. En un momento de la comida, el sacerdote preguntó al alcade cómo se las habías arreglado para conseguir la estación, y Narcisco Martin , con su conocido gracejo, contó esta historia que hoy pasa a formar parte de este anecdotario:
Fui a Madrid -empezó diciendo- para conseguir la estación, pero el director general no me recibía, era imposible. Hice mis averiguaciones para encontrar un punto débil y me enteré que la secretaria -un cardo borriquero, callo que no había por donde mirarla- era su ojito derecho. Así que, padre Fernando -concluyó el alcalde- como Ayamonte es siempre mi prioridad, haciendo tripas de corazón, me estuve acostando con aquel callo durante una semana. Y el resultado es evidente: ahí está la nueva estación.
3 comentarios
F. Pargana -
Jajajajajaja vaya alcalde!
Trini Flores -
JoséManuel -