MOJARREANDO. Los grandes innovadores.

Hay muchos, quizás la mayoría, de los que vienen a ocupar cargos de representación en las instituciones culturales y religiosas, que lo primero que hacen cuando toman posesión de sus cargos, es innovar a toda costa, inventarse modos, maneras, estilos, con la finalidad indiscutible, aunque ellos lo nieguen, de perdurar en el recuerdo.
Abro el feisbu y me encuentro con unas fotos de la Virgen del Mayor Dolor que me llenan de estupor; con una disparatada y esperpéntica diadema que así, a bote pronto, nos recuerda a la Dama de Elche. Una exageración sin precedentes en la historia de nuestra Semana Santa. Y de un mal gusto que supera cualquier análisis.
Sé que esto me va a costar que algunos "de los nuevos", de los que innovan sin cesar, de los que apartan el clasicismo y defenestran a los "que no tienen ni idea y, además, mal gusto", me nieguen el saludo y que incluso miren para otro lado cuando me cruce con ellos. Pero no me importa. Como hermano tengo perfecto derecho a opinar, y esta decisión de adornar a la Virgen con tan estrafalaria diadema me parece un disparate.
Pero lo que más choca de este asunto es la jactancia con que se anuncia la decisión. Algo así como, "aquí estamos nosotros, los innovadores, los portadores de la modernidad,y que nadie nos discutan porque pierden el tiempo, ¿quien osará saber de esto más que nosotros?".
Si Calixto Pérez, Ángel Márquez, Miguel Martín, Laureano Garcés, Clemente Montagut, Enrique Muniz... levantaran la cabeza. En fin, pilarín,