AYAMONTINOS INOLVIDABLES. Manolo Laiño.
En el número 132 de Gaceta de Ayamonte correspondiente al mes de agosto de 1992, mi amigo y maestro Rafael Pérez Castillo dedica su inolvidable “Recuadro Cero” a un personaje irrepetible de nuestra reciente historia: Manolo Laiño. Y dice de él lo que transcribo: “cuando se presenta como el taciturno sepulturero, parece hecho a la medida y, entonces, cuesta trabajo arrancarle las palabras; pero cuando se viste con la euforia de una copilla de vino, se prodiga en una fluida elocuencia, y él solo es capaz de narrar todas las historias de nuestro pueblo, las que ya ocupan páginas y las que aun están por escribir”. Rafael dio en la diana de la descripción del personaje con la maestría que le caracteriza.
Revestido de esas copillas de vino, Laiño nos narró durante los pocos años que duraron las fiestas de San Antonio, todas las historias habidas y por haber subido al entarimado que se había montado para la orquesta aprovechando un descanso. Todo un espectáculo, su personal visión filosófica de la vida quedaba plasmada en aquellas inolvidables elocuencias. Había más gente alrededor del entarimado que cuando actuaba la orquesta. Al día siguiente, como decía Rafael, se revestía de sepulturero y enmudecía misteriosamente.
En una ocasión le tocó vivir un auténtico drama: se vio envuelto y procesado en un sumario por una inhumación ilegal. Aleccionado por aquel maestro del Derecho que fue mi antiguo jefe don Trinidad Navarro Nieto, se recreó en el Tribunal con un número que sólo era posible en él. Llamaba a los magistrados y al fiscal por “su majestad” en vez de su señoría, y escenificaba gestos propios de personas desequilibradas, tal que hacerles reverencias cuando se dirigía a ellos. Así que se unieron el hambre con las ganas de comer, y entre aquella representación bien preparada y el hecho de que para ser sepulturero no se necesitara en aquellos tiempos ninguna especial preparación, resultó absuelto. El Tribunal entendió que era un infeliz ajeno a toda la trama. Error craso de los magistrados, porque Manolo Laiño demostró ser más listo que ellos. De sobra sabía él que un cadáver no podía permanecer escondido dentro del cementerio sin documentación alguna y sin conocimiento del concejal encargado del camposanto.Más listo que el hambre, terminó quedándose con todos, y una vez más don Trinidad Navarro Nieto sentó cátedra de abogado habilidoso.
Personaje especial donde los haya, a pesar del largo tiempo transcurrido desde su fallecimiento, el Laiño, que era así como lo nombrábamos, permanece en el recuerdo de todos los ayamontinos que le conocimos. Es, sin duda, un ayamontino inolvidable.
Seguro que ahora algún que otro bloguero cuente alguna anécdota de este sin par personaje.
7 comentarios
Paqui Pérez -
Manuel olmedo carnacea -
EL GUARDIAN DEL REGISTRO -
Que es más chiquitito el rio que el rumor de la corriente -
Saludos
Prunus persica -
Saludos
El Mojarra del Peñón, -
El Núñez, Ayaba -
El señor Laiño, hombre listo, con una listeza y una filosofía no de libros y universidades, una listeza y una filosofía de la vida adquirida en la calle, a base de los golpes recibidos en los duros años cuarenta y cincuenta para sobrevivir.
Cuando conocí más al Laiño fue en las décadas setenta y ochenta pues frecuentaba, el zampuzo Garrido.
Me acuerdo perfectamente el caso en que se vio involucrado, yo diría que fue en la segunda mitad de los años ochenta.
Saludos