AYAMONTE EN EL RECUERDO. Las capillitas devocionales domiciliarias.
El don de la ubicuidad lo tiene sólo Dios. En algunas o en muchas ocasiones, ese don es practicado por políticos populistas, que no es mala cosa en sí. (Recuérdese al efecto la omnipresencia del anterior alcalde, Rafael González, el popular y populista Catarro, que lo mismo presidía la procesión de la Patrona que una muestra de arbiñocas en el quiosco del Pitingo, práctica que por cierto ha heredado mi dilecto Antonio Rodríguez Castillo). Es así, no le demos más vuelta. Y no es malo per se. Se trata de la segunda acepción que del término ubicuo nos ofrece el diccionario. “Dicho de una persona: que todo lo quiere presenciar y vive en contínuo movimiento”.
Dios a veces delega, si no la ubicuidad, sí al menos su presencia entre sus hijos. De mil maneras. Pero hoy vamos a fijarnos en una que fue muy popular en España e Hispanoamérica y hoy prácticamente en desuso: las capillitas domiciliarias de vírgenes y santos. La Virgen María en muchas advocaciones: Fátima, Milagrosa, del Carmen. San Antonio, san José, san Judas Tadeo, etc.
Eran unas coquetas capillitas, generalmente de madera, con dos puertas, una imagen...y una hucha para depositar en ella el donativo por los beneficios recibidos debido a la santa presencia en el domicilio particular. En cuanto a la hucha no hay que dar muchas vueltas para intuir su procedencia: seguro que lo inventó un cura, por mucho que el padre Carlos, nuestro párroco general, no lo quiera reconocer. Que le pregunte a su asesor seglar, el ínclito Paco Cecilia si quiere salir de dudas.
La verdad es que las citadas capillitas eran esperadas con ansias, con ilusión, en los hogares, sobre todo por unas mujeres piadosas que encontraban en la íntima relación con la imagen cierto consuelo que provenía de esa fe sencilla que a veces se nos hace difícil entender.
Todavía en algunos lugares persiste la costumbre. Concretamente en San Juan de Aznalfarache, pueblo donde habitualmente vivo, suele visitar los hogares que lo demanden una capillita de la Virgen del Rocío.
No sé si en Ayamonte se practica hoy tal costumbre. Seguramente de eso sabrá mucho mi admirado Joaquín Casiñas, especialista en liturgias costumbristas, capaz de reavivar una vez cada año el recuerdo de un ayamontino santo y mártir, nuestro beato Vicente Ramírez de San José, que después de morir en un horrendo martirio se quedó sólo en eso, en beato. El pobre ni siquiera tuvo la ocasión de afiliarse al Opus Dei. Lástima.
¿Y sí algún devoto decide hacerle a nuestro beato una capillita y llevarla por las casas de Ayamonte?. A lo mejor nos llevábamos una sorpresa. Agradable, se entiende.
10 comentarios
El tío la vara -
EL GUARDIAN DEL REGISTRO -
El Caníbal del Registro -
A mi que me registren -
El de siempre -
http://www.diocesisdehuelva.es/index.php?p1=diocesis&p2=santoral
El Pájaro Espino -
El Mojarra del Peñón -
Limosnero -
Delars -
En Ayamonte siguen existiendo las capillas de la Milagrosa, que, como es sabido, "dirigen" las Hermanas de la Caridad.
Saludos.
Rhynchophorus ferrugineus -