TONTOS DE CAPIRUCHO. La Semana Santa que se fue. LA ÚLTIMA CHICOTÁ
Ya hay agoniítas del llamador y del costal, y no digamos nada de los de pasarela Ribera, que están contando los días que faltan para la Semana Santa. Es costumbre en algunos bares poner una tablilla a la vista del público en la que se nos anuncian los días que faltan para “la próxima”.
Pero antes de que llegue, el blog mojarrafina quiere realizar un breve resumen de la que acabamos de despedir, y decimos breve porque el administrador y redactor del blog ya no es el de antes –salida, recorrido, tribuna y entrada-, los años no pasan en balde ni las enfermedades te permiten “alegrías”. Hay que ser prudentes si queremos aprovechar como es debido los días que nos quedan. Hay quienes se empeñan en acortarlos con situaciones de violencia, de amenazas aprovechando la mayor fuerza y menor edad, con retos, etc., pero en fin, resistiremos como podamos.
El Domingo de Ramos nos trajo la novedad del reformado paso de La Mulita. Me gustó mucho el nuevo paso, muchísimo, lo único que les pido a los de la hermandad es que su mayor tamaño no requiera un mayor recorrido, ni en el tiempo ni en el espacio porque no hay que olvidar la tierna edad de los penitentes. La estación de penitencia, tan espectacular como siempre, se nota que es una hermandad en la que se trabaja duro y cada vez tiene más adeptos, y además sin destacados “ilustrados”, gente sencilla con una gran dosis de entrega y espíritu de servicio.
El Lunes Santo, como siempre, grandioso. Algún día decidirán un recorrido más o menos fijo, pero creo que al final todos nos estamos acostumbrando a lo novedoso de cada año y eso empieza, paradójicamente, a resultar positivo, porque pone de manifiesto una capacidad creativa propia de esta querida hermandad, que se empieza a renovar en sus cargos aunque creo que con buen criterio sus veteranos siguen alerta, vamos, creo yo, y eso es bueno porque como ya sabemos la experiencia la definió Cervantes como la madre de las ciencias todas, y me da la impresión que los más jóvenes requerirán de vez en cuando el criterio ponderado de aquellos que de casi la nada forjaron este “imperio” cofrade digno de toda alabanza. No es nueva esta observación mía, ya lo hacía en los años setenta, cuando empezaban.
Martes Santo. Qué vamos a decir de la hermandad de la Plazoleta que no resulte evidente, que no salte a la vista. Su progreso en los últimos años ha sido extraordinario, ya ha dejado de ser la hermandad de relleno y de la guasa, ahora es la hermandad de la estación de penitencia ejemplar, ordenada, seria. La aportación humana de la barriada de Punta del Moral ha venido a resultar importantísima en el reciente devenir de la cofradía, sin desmerecer la labor de las mujeres cofrades que igualmente han venido realizando a lo largo de estos años una labor ejemplar y ejemplarizante.
El Miércoles Santo, para mí la cofradía por antonomasia, la que siempre estuvo en la brecha, la que nunca dio un paso atrás, sigue ofreciéndonos esa estación de penitencia siempre atractiva, espectacular. Pero este año, por lo que yo he podido ver, la he encontrado un poquito precipitada, ya ven, tanto criticarla por su lentitud ahora nos parece rápida, a lo mejor es que sus capataces o la mayordomía lo han considerado oportuno, al fin y al cabo son como los entrenadores, los que conocen de verdad a sus hombres y el terreno. De todas formas, Excombatientes sigue siendo Excombatientes, y eso no deja de ser un consuelo.
Lo del Jueves Santo es harina de otro costal, y me explico. Que esta hermandad, con semejante recorrido y premura por el horario, mantenga como mantiene tres excelentes cuadrillas de costaleros que además lleguen airosos hasta el final, suena ya a epopeya. Siempre nos ofrece una excelente Tribuna, llena de encanto, seriedad y bien hacer, y ese regreso preñado de ansiedad pero al mismo tiempo de serenidad, ellos calculan muy bien el tiempo. Después vendrá el gran tourmalet o anglilu de Galdames, en que las agallas se salen de la boca para vencer la orografía que se resiste al éxito humano. La llegada al Solá, empero, compensará todos los esfuerzos y un año más, epopeya cumplida.
La Madrugá, más de lo mismo. Un incidente desafortunado a la salida de la Virgen que afortunadamente no llegó a más. Pero seguimos erre que erre con el innecesario espectáculo de las carreras, de los retos, de los jeringos y de la soledad de los pasos en muchos momentos. Y seguimos con el deprimente espectáculo de dejar las sagradas imágenes a las puertas de la capilla durante la rifa a expensas de algún que otro borracho, algún que otro irreverente. Una cosa son las tradiciones y otra los esperpentos y esto lo es. Yo me quedo admirado cuando los cargadores de los pasos, revestidos de seriedad, buen hacer y buen gusto nos ofrecen esas pegaítas armoniosas, llenas de estética, perfectas. Dios mío, ¿por qué no lo harán siempre así?.
Llegamos al día grande del conjunto de la Semana Santa, día grande en todas partes, simplemente porque es Viernes Santo. Y Ayamonte vive una noche duplicada: dos crucificados en distintos momentos; dos yacentes igualmente reflejando momentos distintos como tuve la ocasión de explicar en mi libro “Ayamonte en Semana Santa”, es decir, uno recién puesto en el sepulcro, ensangrentado, y otro después de haber sido lavadas las heridas y ungido el cuerpo. Y dos Dolorosas para el más grande de los dolores, el de la pérdida de un hijo.
Afortunadamente la hermandad del Mayor Dolor ha vuelto por sus fueros de antaño y cada año se supera con una estación de penitencia en que la sobriedad, el buen gusto, la seriedad campan por sus respetos. Con todos los respetos y cariño que me merecen los anteriores capataces, creo que Javi está sentando cátedra de buen hacer.
El paso del Descendimiento ha andado este año bajo la batuta de Jaime Vázquez como pocas veces, claro que teniendo esa cuadrilla, cualquiera. Ha llegado con ganas el nuevo capataz y con ganas deseamos que siga.
Por su parte, la hermandad de la Soledad un año más, y van todos los que al menos yo recuerde, que puede estimarse en más de cincuenta años por aquello de que la percepción de las cosas empieza más o menos en la pubertad, nos ha dado una auténtica lección de saber estar, de elegancia en sus modos y en sus formas, de fidelidad a un estilo que ha permanecido inquebrantable a lo largo de casi un siglo. Es todo un regalo del cielo ver desfilar a esta cofradía que hasta en su itinerario ha permanecido fiel. Me quedé en la puerta del convento para verla pasar, aguanté viento y frío, pero mereció la pena. Ver llegar a la Virgen de la Soledad más triste que nunca, azotada por el viento, la candelería apagada casi en tu totalidad, y verla andar a ese estremecedor paso de tambor que la acompaña es sencillamente para quitarse el sombrero cofrade y desear que nunca, por nada ni por nadie quiebre un ápice este exquisito estilo.
Por lo demás, es bueno y necesario que ambas hermandades continúen con costaleros para las dos urnas, y aunque parezca una utopía, si son propias, mejor.
Y llegó el Domingo de Resurrección, como siempre, luminoso, esplendoroso, como luminosa y esplendorosa fue su estación, ese agradable híbrido que nace del binomio penitencia-gloria.
Sumamente acertada resultó la estampa de esa mezcolanza, el color del recién estrenado antifaz, muy agradable a la vista, un verde esperanza que creo habrá gustado a casi todos, y el hábito que permanece en los más jóvenes. Como muy define su hermano mayor, penitencia para los mayores y gloria para los pequeños a cara descubierta. Y los pasos, andando como se debe andar un día de gloria, con aires de triunfo al ritmo de sus costaleros y la voz de sus eficientes capataces.
Y así se nos fue la Semana Santa, con más gloria que pena, porque, digamos lo que digamos, critiquemos lo que critiquemos, a veces acertadamente, otras de forma errónea, la nuestra es sencillamente una Gran Semana Santa.
He dicho. Ahí queó.
5 comentarios
Calixto Pérez González -
paco me -
Con amigos así no se necesitan enemigos.
Artengo -
Lunes Santo: más desesperación todavía.
Martes Santo: buenos andares en el misterio (sin cambios, claro) y palio escayolao.
Miercoles Santo: Hermandad rota, Cofradía unida.
Jueves Santo: Sin pena ni gloria.
Madrugá: más gente en bares que con las imagenes.
Mayor Dolor: La Hermandad de "los profesionales" no de los hermanos.
Soledad: Encarnación Coronada a la voz de "vamonos artista".
Resucitado:Jesús ha resucitado, no ha muerto. Necesita salir el Domingo por la tarde.
Ayaba -
Aquí te espero comiendo huevos. -