AYAMONTE EN EL RECUERDO. 61: El viejo Cine Cardenio
Hace ya muchos años, la gente vio como unos camiones aparcaban cerca del mercado de abastos y de ellos bajaban creo que sacos cargados con algo, en todo caso, cosas muy pesadas que iban introduciendo en un edificio cercano. Al frente de aquella operación, atendiendo sus responsabilidades técnicas, se encontraba mi amigo José Manuel Martín Frigolet, el Perito. Entonces se acercó su primo Prudencio Frigolet y le dijo: ya puedes meter todo el peso que quieras que se va a hundir, ten en cuenta que lo hizo el maestro Clemente. Así me lo contó el propio Prudencio, y si no es así, que se peleen los primos y a mí me dejen tranquilo.
Lo importante del caso, es que nos estamos refiriendo al emblemático Cine Cardenio, que efectivamente se construyó bajo la dirección de uno de los maestros de la albañilería más importantes del siglo XX: Clemente Franco Expósito, el maestro Clemente el albañil.
El Cine Cardenio vino a ser un auténtico bombazo en aquel Ayamonte deprimido de la todavía cercana postguerra. No le faltaba de nada, era cine y teatro. Un portero para la general y preferencia, otro para butacas, un acomodador para general y preferencia –el inefable Magro, al que tantos sofocones le hicimos pasar-, y nada menos que dos acomodadores de uniforme para el patio de butacas; un administrador, y en la proyección creo que al principio el omnipresente Jopeja y ya más tarde Angel Pereira. Incluso una butaca reservada al “Orden”, que en aquellos tiempos era sumamente necesario y que de siempre vi que ocupara el comisario Sr. Pulido, abuelo de un buen purmunía llamado Raul Fournier Pulido, y padre del farmacéutico Joaquín Pulido, de Marilurdes y Esperanza, todos ellos buenos amigos.
A diario, dos funciones, que no eran las de las 8 y las de las 10, aunque así se anunciara, eran sencillamente “la primera” y “la segunda”. Para ir a la segunda, como para ponerse pantalones largos, había que tener cierta edad. Los domingos, el cine infantil que abarrotaba el patio de butacas. Y de vez en cuando, los espectáculos que organizaba La Milagrosa, además de algún acto cultural dimanante del Instituto Laboral. Y de tarde en tarde, la visita de aquellas famosas “Compañías” de variedades: Juanito Valderrama, Antonio Machín, Rafael Farinas, Emilio el Moro, y otras muchas estrellas de la época, pasaron por el Teatro Cardenio. Sin olvidarnos de las representaciones teatrales, especialmente las locales, que tan buenos resultados dieron.
Después vino esa etapa de decadencia de la afición al cine, quizás motivado por la llegada de la televisión, y el Cardenio ha quedado para otros eventos: el Pregón, la presentación del Album y del cartel de Semana Santa, la presentación de los CDs de la Agrupación del Cristo de la Buena Muerte, las interminables noches del concurso del carnaval, conciertos, etc.
El Cine Cardenio quedaba como aislado entre la calle entonces 29 de julio, hoy Prudencio Gutiérrez Pallares, y la tapia de cerramiento de la antigua caseta municipal, imponente y ufano, y hoy estrujado por uno de esos grandes armatostes fruto de la reciente fiebre urbanística que caracterizó los recientes pasados años, en fin, pilarín.
Y menos mal que el Cardenio sigue sirviendo para algo, yo diría que para muchas cosas , que si nó ya habría irrumpido el avanzado de turno haciendo de las suyas.
El Cardenio y el Estadio Municipal fueron auténticos emblemas del Ayamonte de mediados el pasado siglo. Al segundo se lo cargaron hace tiempo, veremos lo que dura el primero porque el lugar es idóneo para otro armatoste, y para lo que se utiliza bien pudiera valer el Comedor de la Palmera Milagrosa.
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