TONTOS DE CAPIRUCHO. Cuaresma avanti claro. El pOgrama. 17: La ronquera de Ignacio Carnacea
“Al llegar la noche santa, santa la del Lunes Santo, una música especial suena en calle Jovellanos: son los varales al rozar con las cuentas del Rosario”.
Mi gran amigo y ejemplar cofrade, con todos sus defectos y virtudes, como cada uno de por sí, Ignacio Carnacea, cada vez que le recuerdo estos versos que dediqué a la Dolorosa de sus amores en mi pregón del año 2002, pone cara de meloso, se le cae la baba como quien dice.
Desde luego, Ignacio no será de esos cofrades, especialmente capataces, que pasen desapercibido. Su forma de llevar el paso se recordará siempre: bastón para ayudarse en los andares –gracias a Dios hoy no lo necesita- rosario en las manos, oído afinado para oir los comentarios a su pasar, sonrisa a un lado y a otro porque él no sabe saludar de otra manera que de esa tan estupenda… y su ronquera.
Dicen las malas lenguas, los mojarrones de este mi querido pueblo, y ahora parece que me estuviera mirando en un espejo, que tal ronquera es provocada, que a él mismo le gustaba, cuando enfilaba ya la calle Felipe Hidalgo con aquella vuelta increíble y aquella subida espectacular, ir ya ronco, poniendo drama a la cosa, y la verdad es que la ronquera de Ignacio funcionaba como un icono invisible. A mí me gustaba oírle.
Pero pasado el tiempo, ya “jubilado”, quiero formularle una pregunta, porque lo normal es que uno se tome un medicamento contra la ronquera, la afonía, pero tomársela para ponerse ronco es otro cantar. De verdad, monstruo, que eres un monstruo, ¿Cuándo y en qué lugar te tomabas la pastillita para ponerte ronco?. Un abrazo.
Por cierto, Ignacio, ¿tú sabes cuándo se presenta el cartel de la Tertulia Cofrade Esquina La Peña?.
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