TONTOS DE CAPIRUCHO. Cuaresma avanti claro. 4: Los pamplinas
Se entiende por pamplina el dicho o cosa de poca entidad, fundamento o utilidad, de ahí la conocida frase “con buenas pamplinas te vienes”. El adjetivo siempre lo hemos dicho como pamplinoso, aunque el diccionario nos dice que es pamplinero. Pero en fin pilarín, nosotros a lo nuestro y a los que practican la pamplina les seguiremos llamando pamplinosos. También solemos confundir el sustantivo con el adjetivo y al que practica la pamplina a la vez le decimos pamplina.
El pamplina o pamplinoso es una especie que no necesita protección alguna, al igual que el pija, no es especie a extinguir, como el poleo, que te trinca la Guardia Civil cogiendo una mata en el campo y te pesa no haber optado por robar en una joyería. Pija y pamplina van muchas veces de la mano, se puede incluso decir que el pamplina es un pija maduro o algo así.
Pero, ¿cómo nace un pamplina?. De muchas maneras, incluso dicen los expertos en mojarreo cofrade que puede llegar a ser hereditario. Y que nadie se de por aludido, sobre todo algún que otro capataz joven que yo me conozco, entre otras cosas porque su antecesor no ha sido nunca un pamplinoso. La forma más habitual del nacimiento de un pamplina a mi entender es la siguiente:
Se encuentra reunida la junta de gobierno y dice el presidente: debemos ahorrar gastos, y creo que lo mejor es meter en la junta como colaboradores a un par de profesionales, en estos momentos necesitamos un carpintero y un albañil. Se tienta el terreno y enseguida se encuentran a los dos deseados y a las primeras de cambio se les dice con cierta mala leche: os toca fastidiaros, tenéis que ir en representación con una vara por la Pasarela Ribera. Ellos se lo creen –que es un fastidio cuando en realidad lo están deseando y forma parte de la estrategia de la hermandad- y ya, de ahí en adelante, tenemos servido un pamplina, que enseguida viene con sus pamplinerías: anoche tuvimos reunión y “hemos” acordado; “vamos” a tomar medidas para la reforma de tal; ayer me tiré dos turnos seguidos en la caseta pero la “he” dejado mejor que nunca.
El pamplina hereditario es una especie distinta, este se cree que también ha heredado la hermandad, pero entre unos y otros van componiendo ese cuerpo cofradiero sin el cual la Semana Santa no sería lo que es.
Para que nadie piense que sólo veo lo negativo, algún día dedicaremos un artículo a esos cofrades ante los que hay que quitarse el sombrero que, afortunadamente, abundan en nuestras hermandades. Lo prometido es deuda.
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