TONTOS DE CAPIRUCHO. 1. Las obras en San Francisco y las imágenes
Quiero antes de nada aclarar dos cosas: primera, que la expresión tontos de capirucho que hoy estrenamos como carpeta del blog tiene dos connotaciones, la del tonto del culo, que los hay y muchos, y la de los buenos capillitas, cofrades auténticos, que los hay y en abundancia. Unos y otros componen el factor humano de nuestra Semana Santa, los primeros son los frikis de siempre y los segundos los artífices de la grandeza de la misma.
Hoy vamos a meternos con los segundos, con los buenos cofrades, con los tontos de capirucho que lo son porque por su hermandad pierden los sentidos y andan abombaos. Y concretamente dedico este artículo a mis siempre queridos y admirados capillitas de la hermandad de la Lanzada.
Dicen las malas lenguas que van a comenzar las obras en San Francisco y van a dejar las imágenes dentro. A mí me parece una barbaridad habiendo como hay templos de sobra para acogerlas y con sumo gusto. No me lo creo, por eso anoche pasé a conciencia por la puerta de la tienda de Manolito Cruz y allí estaba el inefable secretario de la hermandad, mi amigo y admirado José Manuel de la Rosa. Entre uno y otro no me dejaron siquiera empezar a mojarrear pues me conocieron la intención y rápidamente me dijeron: ¿han empezado ya las obras?, pues hasta entonces no hables.
Tienen razón, mucha razón, pero la culpa no es mía sino de un joven mojarrón muy amigo del de la Rosa que anda por ahí afilando la blanda para la próxima Cuaresma tenerla a punto, y sólo digo el milagro, sin nombrar al santo, como es debido.
Ahora en serio, espero y deseo que mis amigos de la Lanzada trasladen las imágenes al templo que quieran, pero que las podamos visitar durante las obras. Seguro que harán lo mejor, y que no se llegue a una situación como la que representa la impresionante foto que colocará Javi Martín cuando pueda. Aquello sucedió durante la Guerra, cuando hubo que esconder a la Amargura, la de Sevilla, en una caja a resguardo de ataques democráticos en defensa de las libertades.
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Agustín Frigolet -
Calixto -