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Mojarra Fina: El Blog de la Mojarra Fina Ayamontina

Pregones antiguos

PREGONES ANTIGUOS. Morás y verdes.

PREGONES ANTIGUOS. Morás y verdes.

Otro de los pregones que se oían por las calles de Ayamonte durante buena parte del pasado siglo era el de las aceitunas. "Morás y verdes" era la tonaílla del pregón. Es de suponer que también se vendieran de otros tipos de aliños y clases de aceitunas, pero lo de "morás y verdes" era lo que prevalecía.

En los tiempos en que vivimos no hace falta vender aceitunas por las calles para poner de manifiesto que las cosas están "morás y verdes", si no que se lo pregunten a los parados, a los hipotecados, a los desahuciados...

En orden a las aceitunas aliñadas yo suelo recordar aquellas irrepetibles que se servían como aperitivo acompañando al "betis" en el "Zampuzo", desde los tiempos de su primer titular, José, pasando por su sobrino, Pepe Garrido, posteriormente Villegas el Chau, y los eternos camareros Ismael, conocido como Pepe, y su hermano Manolo, vamos, los Peseta.

Como ocurriera con otros pregonnes, el de "moras y verdes" dejó de oirse por nuestras calles. Ahora nos venden las aceitunas ya aliñadas en los supermercados y en la plaza de abastos hay un puesto estupendo que nos las ofrece de todas clases, a cual mejor.

A mí me gustaba pregonar las aceitunas cuando subía por mi calle en el Peñón, para ver como algunas vecinas salían a las puertas con las vacijas para echarlas, y al ver que era yo y que no había aceitunas siempre decían lo mismo: vaya "joío polarma". Cosas de chiquillos.

PREGONES ANTIGUOS. Niña, el lateeeeeeeero.

PREGONES ANTIGUOS. Niña, el lateeeeeeeero.

Le dice el marido a la mujer: ¿tú no querías cambiar la batería de cocina?. Pues fíjate bien, el periódico te ofrece una nueva por solo 19,99 más gatos de envío y manipulación, con solo presentar una cartilla con veinte sellitos de los veiticinco que publicará cada día de lunes a viernes. La señora ve el cielo abierto, le pide al esposo que le prometa que va a reunir los sellitos y rellenar la cartilla y una vez que el marido se lo promete, ella promete al mismop tiempo tirar por coño la vieja batería que le regaló la tía Eduvigis cuando se casó.

Pero trasladémonos a otra época, mediados el pasado siglo. Las vecinas del Peñón le gritan a la buena de Amparo, la madre de Rumardillo III: Amparo, el Arzapepa viene subiendo la calle Buenavista, así que aprovecha si tienes algún cacharro con un agujero para que te lo restañe. Efectivamente, al poco rato se oye la voz chillona de Arzapepa: "niñaaaaa, el laterooooooo", y la buena de Amparo avisa a las vecinas del Campillo o calle Tarpeya, empezando por Joaquina la Polaca, que corre el aviso hasta las vecinas de la calle.

Cualquiera iba en aquellos tiempos a tirar un cacharro y mucho menos una batería de cocina. El agujero quedaba restañado y a seguir haciendo el avío. Al finalizar el día, Arzapepa dejaba los trastos de soldador y se ponía el mandil de camarero: "cafelito pa tó", dicen que decía cuando le pedían cosas muy diversas sobre todo en idioma extranjero.

Supongo que en Ayamonte, además de Arzapepa habría otros lateros, pero como no los recuerdo, lo dejo para el Ayaba, el Fa, el Pihiito, el prior de la Orden Hospitalaria y otros blogueros de buena memoria.

PREGONES ANTIGUOS. Sardinas de albaaaaaaa.

PREGONES ANTIGUOS. Sardinas de albaaaaaaa.

El "Duero" atraca en el Guadiana y se procede a la subasta de las sardinas que trae en la bodega pescadas por el galeón "España". Durante el tiempo que dura la subasta, un individuo uniformado, con un anlca pegado o bordado en la gorra y en el pecho, vigila concienzudamente, no sea que los marineros "roben" algunas sardinas que han pescado con sus propias manos y sacrificio. Era un mandado de los propios armadores o de la Cofradía de Pescadores, que venía a ser lo mismo.

Pero hasta ahora, nada ni nadie ha podido vencer a la picaresca que nos legaron los grandes autores del Siglo de Oro, y cuando los armadores de iban, y "el del ancla" daba por terminada su misión, el "Duero"  se dirigía hasta la fábrica que había adquirido la sardina en la subasta. Allí, de entre los sacos de sal apilados en la popa del barco, Rumardo II y sus hombres sacaban las sardinas escondidas, práctica que llevan a cabo todos los acostaos en los distintos puntos de alijo. Las sardinas escondidas aparecían como por encanto desde diversas pates del barco. Pronto por las calles de Ayamonte sonaría aquel recordado y nostálgico pregón: "sardinas de albaaaaa".

Como la ley de la oferta y la demanda siempre ha imperado en el mundo de la economía, las sardinas se vendían a tanto alzada: diez, veinte, treinta la peseta.

Una estampa repetida era ver a las puertas de la posada de Leonarda, en la calle Huelva esquina a Buenavista, a Rumardo III, o Rumardillo, con un lebrillo de barro lleno de sardinas esperando a unos clientes que nunca fallaban: los campesinos que de regreso a sus fincas hacían parada en la posaba a recoger sus bestias y sus enseres.

Al final, incongruencias de la vida: a Rumardo III, a Rumardillo, de tanto vender sardinas terminaron diciéndole que era un mojarra. Es como si en los años 50 del pasado siglo, a las puertas de la posada de Leonarda se estuviera engendrando el blog "Mojarrafina".

PREGONES ANTIGUOS. Ciscoooooooooo de jaraaaaaaaaaaa

PREGONES ANTIGUOS. Ciscoooooooooo de jaraaaaaaaaaaa

Estamos pasando uno de los inviernos más fríos de los últimos años, y parece que la primavera se presenta también fría y lluviosa, y lo siento por los amantes de la Fiesta de Interés Turístico Nacional de Andalucía.

En estos tiempos lo natural es que el frío en casa lo aliviemos con estufas eléctricas y con la bomba de calor del aparato del aire acondicionado, así que las badilas y los capachos habrán quedado arrinconados, en el olvido.

En tiempos pasados nos aviábamos con la tierra de carbón y el cisco de jara, y era propio oir aquello de "niña, echa un borrajito", o "dale o meneíto a la badila", y las mujeres lucían unas hermosas cabrillas que no veas lo lindas que quedaban las piernas.

Eran tiempos de oir uno de los pregones más famosos y conocidos de los que vamos a tratar: el del vendedor de cisco por las calles de Ayamonte: "ciscoooooo de jaraaaaaaa", y allí que salían las Marías a comprarlo para preparar la copa, que es la versión yamontina del brasero común.

Supongo que a los viejos ayamontinos les agradará esta nueva página que nos traerá nostalgias y buenos recuerdos aunque los tiempos fueran difíciles. Claro, como no podemos hablar de la Semana Santa...