MOJARREANDO. Desde la soledad de un buzón vacío.
Entre los "Cien años de soledad" de García Márquez, pasando por su impecable "El coronel no tiene quien le escriba", hasta la soledad y angustia de Armas Marcelo con su escritor ante el folio en blanco, no he conocido otra soledad más angustiosas que la de mi buzón de correos vacío.
Recordarán mis queridos blogueros que hace ya algún tiempo solicité ayuda para conseguir el alquiler de un piso de planta baja. Lo conseguí y ahora vivo en un piso pequeño, propio de un solitario, en el entrañable barrio del Banderín, concretamente en la calle Sor Eloísa. Pero he aqui que cada mañana al salir del casa como al atardecer al regresar, cuando introduzco la llave en el buzón de correos no encuentro otra cosa que al vacío, la más absoluta soledad. Ni siquiera los publicistas se acuerdan de mi, ni los portugueses de Pingodoce o Intermaché.
Se trata de una soledad insoportable. Por eso apelo a mis blogueros para que me remitan algo, lo que sea, aunque se trate de una reivindicación de la República que reciba de la ya extinguida IU del gran Juan José Santana. Lo que sea, todo menos esa soledad del buzón vacío que termina haciéndose insoportable.
Gracias de antemano.
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