AYAMONTE EN EL RECUERDO. 81: LOS ENCIERROS DE LOS TOROS
Mucho han cambiado las cosas en nuestra ciudad en el ámbito de los toros. Nuestra plaza, que no era de relevancia, albergó en su albero a novilleros que con el tiempo fueron grandes figuras del toreo, Paco Camino, Miguel Báez Litri, Chamaco, creo que el mismo Curro Romero llegó a torear en Ayamonte. Entonces se daba una novillada el día 8 de septiembre coincidiendo con la festividad de la Patrona y para usted de contar, pero se recordaba durante todo el año y en años sucesivos.
Como eran tiempos de penuria económica, el ir a los toros no estaba al alcance de todo el mundo, ni mucho menos, pero la cosa se compensaba con un espectáculo, gratuito, del que disfrutaba todo el que quería: el encierro de los toros, que tenía lugar el día 7 de septiembre por la tarde. Recuerdo perfectamente las carreras de las gentes desde el campo de fútbol –el Ayamonte jugaba ese día un partido destacado con motivo de las fiestas- para coger sitio en la plaza. Los encierros a veces eran muy cortos, otra veces se hacían interminables hasta el punto que había que desalojar la plaza para encerrar a los venados con tranquilidad.
Los llamados entendidos daban su opinión acerca del ganado, pero casi siempre errónea porque, sin que se me enfade nadie, con una novillada al año bien poco se podía entender de toros, máxime cuando ni siquiera teníamos televisión.
El camión con los novillos se apostada justo en el lugar de la foto, ya ese lugar ha sido propuesto para rotularlo precisamente con el nombre de Encierro por un ayamontino emigrante asiduo de este blog, pero claro, como no puede recoger firmas se va a quedar con las ganas, máxime cuando los toros ni son chirigoteros ni nada por el estilo.
Asistir al encierro de los toros –aunque en realidad eran novillos- y ver pasar a la gente el día de la corrida camino de la plaza era la “comida” festiva de los pobres, aunque eso de ver pasar a la gente no era cosa sólo de pobres. El gran poeta ayamontino Paco Herrera inmortalizó el momento con estos versos: “Pasa Salvador Morlera con su clave reventón; lo saluda Rafael Pérez de codos en el balcón”.
6 comentarios
Núñez -
Calixto -
Calixto -
En Ayamonte, siempre hemos sido muy enteraos cuando llega la época y hay que oponar de algo.
Ayaba -
Ahora bien lo que más me gustaba a mí eran los encierros de los toros disfrutaba más que con los cacharritos Los patitos, los caballitos, la ola el girasol el tren de la bruja - todo el día pendiente de la llegada del camión de los toros, desde que llegaba toda la tarde estábamos al lado del camión, los cajones eran de madera y en el lateral abajo había una ventanita que se subía una maderita y se miraba con precaución un poquito retirado, el toro pegaba una pata en el cajón ¡Pam! Y todos a correr, luego otra vez a veces venia el listillo de turno que siempre hay uno subía la tapita y arrimaba la cara el toro pegaba la pata y ¡Pas! le llenaba toda la cara de mierda como el toro llevaba muchas hora allí dentro había hecho varias veces la función fisiológica que es mas fino.
Luego llegaba la hora de abrir las puertas nos sentábamos y era muy pesado en el ruedo había un montón de gente hablando y hablando pasaba una hora y que no empezaba hasta que por fin.
Allí estaba Raspaqueso con la puerta de chiquero abierta y en la mano un saco, algunos toros entraban rápido pero siempre había uno que a medio entrar la gente chillábamos ¡Ahora! El hombre que estaba en la puerta pequeña detrás de la grade la empujaba y le daba en el culo al toro, el toro reculaba y se salía al ruedo. ¡Ya estaba lía! el toro se ponía en el centro de la plaza a escarbar y no entraba, yo me lo pasaba en grande llegaba la noche y de allí no me movía, me tenían que ir a buscar para salir para abajo.
En los chiqueros entre muchas veces estando vacíos, una vez si los vi ocupado eran becerrillos para un festival, había estado unos cuantos días mirando más que ayudar a limpiarlos y me dejaron verlos, cuando se entra por la puerta pequeña hay como un cuarto pequeño y unos escalones entonces una vez arriba hay como unos pasillos y los toros abajo separados por tabiques, hay dos chiqueros de puerta de hoja y cuatro de tablones aguantados arriba con unas cuerdas que están amarrada a unos hierros cuando entra el toro sueltan las cuerdas y el tablón cae, para subirlo hace falta la fuerza de por lo menos cuatro hombre.
Por cierto nosotros lo llamamos el encierro de los toros, muy pronto o quizás ya os estén dando los papeles de la propaganda de la corrida taurina, en un rinconcito del papel pondrá la hora del desencajonamiento de los toros, cosa que me hacia gracia, yo no sabia decirlo me atragantaba el jodio desencojonamiento.
Me viene al recuerdo un hombre entrañable Luciano el capitán de los chiquillos en los tiempos de mi niñez en estos días que se avecinan con nuestro cuartel entre el Paseo y la Dársena.
El Mimi -
Ayaba -