AYAMONTE EN EL RECUERDO. 69: el Rebusco
Hay mucha gente hoy día que piensa que el trigo, los peces, los olivos, etc., se presentan en la naturaleza como por milagro, que no hay que sembrar, que no hay que trabajar, en definitiva. Son gentes que no piensan que hoy son lo que son y viven como viven gracias al sacrificio de sus antepasados, de las penurias sufridas. Muchos jóvenes, y digo muchos, no todos, ponen el viernes la manita para que en ella depositen sus padres la paga, que por cierto, yo no se por qué le llaman paga cuando esta es una expresión anexa al mundo del trabajo.
Bueno, a lo que vamos. Hace muchos años, con motivo de una guerra entre hermanos, España las pasó canutas como país y consiguientemente los españoles como personas, escaseaban los alimentos y el hambre campaba por sus respetos.
Una de las formas de paliar temporalmente el hambre era aprovechar lo que se llamó el rebusco. Consistía la cosa en ir a los campos que habían sido sembrados de habas, patatas, y en los que existían árboles frutales, a arrebañar lo que el agricultor se había dejado atrás en la recolección. Veníamos pa casa con un puñaillo de habas, algunos higos, y poco más.
Curiosamente, cuando hablo de esto en las tertulias en las que participo, en el Casino, en Cortada, en el Costalero, siempre salta el presumido de turno que nunca fue al rebusco, ni a robar higos, ni a comer a la Casa del Niño, y te lo dicen a ti, que eras compañero de hambre y de rebusco. Pero así es la vida, que le vamos a hacer.
Por fortuna, muchos sitios a donde íbamos a rebuscar hoy están sembrados de otros productos: los adosados. La diferencia es obvia: los productos de entonces servían para comer y estos para meternos en una crisis sin precedentes, en fin, pilarín.
1 comentario
Ayaba -
El hombre que ponía en medio del jabal desde que sembraba hasta el final un chozo estilo indio para vigilar cuando ya se iba dejaba para el rebusco, pero a veces era difícil encontrar una haba.