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LA PALABRA HERIDA. Arquitecto técnico por Aparejador

LA PALABRA HERIDA. Arquitecto técnico por Aparejador

Ya comenté en el artículo que anunciaba las entregas que sucederá a esta, que siempre hay un gilipollas, un tonto de capirucho en las altas esferas de la Administración y la Política que se empeña en hacerse notar sin pararse a pensar el daño que puedan hacer a la historia, a las artes, a las ciencias, a las letras, incluso a las buenas costumbres.

Imagínese que está hablando con alguien y le nombra a José Manuel Martín Frigolet; el otro no cae en ese momento de quien se trata, y para aclarárselo le dice: si hombre, el arquitecto técnico del Ayuntamiento. Bueno, pues peor todavía. Pero, ¿y si le dice, si hombre, el perito del Ayuntamiento, o simplemente, el perito?. Pues nada, que el otro dirá, claro, ya caigo quien es.

Y es que decirle a mi amigo José Manuel arquitecto técnico es como decirle pringuezorra o chupacharcos, con todo lo que tuvo que luchar, apretar los codos y sacrificarse para sacar su título de Aparejador, que lo voy a escribir con mayúsculas para dar por culo a quien pretendió acabar con la expresión y lo consiguió de manera oficial pero no popular.

Porque, fíjense como define la Rae el sustantivo Aparejador: técnico titulado que interviene con funciones propias en la construcción de edificaciones. Es decir, el aparejador, y por tanto, perito en materia de construcciones, viene perfectamente definido y descrito en nuestra rica Lengua. Pero, ¿qué es un arquitecto técnico?, ¿es que los otros arquitectos, los de carrera de cinco años son de letras al ser técnicos los otros?. ¿Y qué misión tiene un arquitecto técnico, cuando empezando por el principio, que es por donde debemos empezar, ni siquiera es arquitecto?.

Además, con lo de arquitecto técnico parece que se nos quiere dar a entender su condición de inferior, cuando en realidad, el Aparejador es un técnico titulado pero que interviene en la construcción de edificaciones con funciones propias, no menores ni auxiliares.

Pero en fin, estos impresentables siguen erre que erre cambiándolo todo, sin importarles nada, como aquellos esperpénticos veterinarios de los que les hablaba en otro artículo, que pretendieron transformarse en ingenieros agrupecuarios, que es una profesión relacionada con el campo y la ganadería, con lo cual habrían dejado de cuidar a los gatos, a los perros, a los canarios, a no ser que los huibieran tenido por ganado.

Miren la foto de este artículo. El señor mayor que figura en ella, si fuera artquitecto técnico no hubiera construído ese estupendo edificio compuesto con materiales cofrades, costaleros y capataces. Para hacerlo tenía que ser perito, y además, Aparejador, condición indispensable para construir bien, como Dios manda. Pues eso.

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