AYAMONTE EN EL RECUERDO. 58. La barcaza de Villegas
"En la noche azul y plata suena una voz marinera, mientras va cruzando el río una barquita de vela". En las noches azul y plata y en los días soleados y nublados, fueron muchos los días del pasado siglo en que nuestro Guadiana era navegado por galeones, cargueros de mineral, barbateños...y casi a diario, una embarcación muy especial cuya contemplación no resultaba ni mucho menos dificultosa dada la lentitud de su navegar: la barcaza de Villegas.
Se trataba de una embarcación de carga que transportaba principalmente sal procedente de las salinas que entonces proliferaban en nuestra ciudad con destino a las fábricas de conservas y salazones y abastecimiento de los barcos. Quiero recordar que los dos únicos ocupantes de la recordada barcaza eran los señores Villegas, padre e hijo, conocido este último con el mote de "el Chao", mote que seguramente él mismo se puso.
La imagen de la barcaza de Villegas navegando por el Guadiana todavía permanece en el recuerdo de muchos ayamontinos, pues aun tratándose de un medio de transporte bastante primitivo, fue uno de los símbolos de aquel Ayamonte próspero y fabril del siglo pasado.
Pero más recuerdo aun se tiene el famoso "Chao", del inefable Villegas. Creo que vivía en la calle Buenavista, al subir la cuesta a la derecha, la primera escalera, y en tiempos quiero recordar que se hizo cargo del recordado Zampuzo de la calle Rodrigo de Jerez. Llevaba siempre puesta la camiseta del Betis, el club de sus amores. Para él, incluso él mismo, todos nos llamábamos "Chao". Recuerdo perfectamente que un día me lo encontré subiendo la calle Galdames y le pregunté a donde iba y me respondió: voy a ver un rato al Chao. Recapacité, me dí cuenta de que era viernes y saqué la conclusión de que el tal Chao era ni más ni menos que Padre Jesús.
Devoto de la Virgen de Fátima, iba de visita al santuario todos los años. Un día a la vuelta me crucé con él, su esposa y un matrimonio amigo inseparables: el Naní y la Uchi, no recuerdo quien de ellos, pero desde luego puestos de acuerdo, me regaló un fransquito con agua del santuario para que le echara a mi hija Loreto en su cabeza. Aunque no sirvió de nada, como suele ocurrir, siempre les quedaré agradecido por aquel generoso detalle
El Chao fue una de esas personas que por su limpio talante, su sentido del humor, su generosidad, no tuvo nunca un solo enemigo, es más, creo que todos nos considerábamos, en menor o mayor grado, amigos de él.
2 comentarios
Calixto -
cperez -
GRAN PERSONA.