AYAMONTE EN EL RECUERDO. 34. El lobizome
Dentro de lo que es el oscurantismo propio de épocas pasadas en que el analfabetismo campaba por sus respetos, proliferaron una serie de leyendas y personajes que si bien hoy nos pueden causar risa, en aquellos tiempos nos hacían templar.
Uno de estos porsonajes fue el lobizome -que no es mas que un derivado del hombre lobo, y que en Méjico y posiblemente en otros paises del área latina denominan como el lobizón- uno de los más populares.
Desde luego, el aspecto externo del lobizome ayamontino, aunque al final resultase tenebroso, no podía ser más ridículo: capa negra, cara pintada y dientes de ajos. O sea, una especie de fantoche más propio del carnaval. Pero funcionaba.
El lobizome no era mas que un señor que pretendía entrar a la casa de su amante sin ser visto por el general de los vecinos, por ello, se vestía de tal guisa, se situaba debajo de una luz de la calle y llamaba la atención para ser visto, consiguiendo así que la gente huyera y él pudiera salirse con la suya.
Hoy tal personaje no tendría sentido alguno, y ello por dos razones. Una, porque ya no somos analfabetos y hemos dejado de creer en ese tipo de personajes, como el morito del Callejón Corto, el Cortapalma, el Marimanta, etc.; y otra porque para que una pareja se deleite "haciendo el amor", que es el eufemismo de los aufemismos en materia sexual, tiene a su disposición parques y jardines, paseos y glorietas, y todo ello con luz natural.
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