AYAMONTE EN EL RECUERDO. Viaje en el tiempo al Ayamonte romántico de mediados del siglo XX
La avenida de Andalucía ha vuelto a llamarse del Generalísimo; el paseo de la Ribera, de Queipo de Llano; la plaza de La Laguna, plaza de José Antonio; la calle Buenavista, del General Yagüe…
Desde la curva del astillero de Zamudio, dejando atrás la “casa colorá”, circula despacio un taxi negro y cúbico; en sentido contrario, un volquete tirado por una mula rumbo a una pedrera.
Han abierto sus puertas las tabernas del Lana y el Adoquín; el bar la Gasolinera, el de la Cepa, el Túnez, y cerrando el íter del vino de la avenida, el viejo Rancho Grande.
Antonio Campos y los hermanos Castelo abren sus barberías y preparan los utensilios del oficio a la espera del primer cliente.
En el estero, los galeones aparecen anclados junto a sus acostaos y un buen número de canúas de las que se dedican a la pesca del mechillón.
A las nueve de la mañana Paco el Lanchero ha cruzado ya varias veces el estero de la Ribera, y a esa misma hora, con puntualidad castrense, abren sus puertas las tiendas de Rafalito Aguilera, Salvador Morlera, La Giralda de Sanchito, la Caldera de los Pallares, Enrique el Locero, el Buen Gusto, Casa Fernández…
La plaza de abastos ha vuelto cargada de romanticismo, abierta y luminosa y ya trabajan frenéticamente en sus puestos caraniceros, pescaeros, cafeteros…y Angel E`sury siente sus pinceles llamar a rebato para dejara plasmado en un lienzo todo el encanto contenido en el entorno
El paisaje urbano es pobre, pero bello y romántico. Aun no ha sido flagelado por el desmadre urbanístico y desde cualquier punto se pueden contemplar alrededores atractivos. Desde casi todos los lugares se ve el río, el castillo y las torres y espadañas de las iglesias.
Desde la estribación norte del Muelle de Poniente la vista del barrio de La Villa resulta paradisíaca. La vieja torre de la iglesia del Salvador, otra vez de piedra ocre y erosionada por los vientos, se da la mano con la amurallada del Castillo en ruinas, mientras por la ladera hasta San Francisco se ofrece sembrada de casitas bajas de tejados musgosos y fachadas encaladas.
La torre de la iglesia de las Angustias luce libre y esplendorosa, erguida y solitaria, apoyándose en un baluarte de piedra que ya no espera desembarcos de piratas, aunque los más románticos afirman que sus viejas piedras conservan cierto olor a pólvora y que en las noches silenciosas y en calma se pueden oir ruidos de sables y espadas… Tiempos pasados que no volverán pero quedan en el recuerdo.
5 comentarios
Sarima -
El Caballero de la Triste Figura -
Verás, el "muñeco diabóligo" se limita a hablar de los arrecifes de coral y de Arrecife de Lanzarote; el pobre Iter Sopena de los niños de primaria, como dice el sabio Trini Flores al que no se le escapa nada, nos define la palabra arrecife como roca grande o peñasco. Y precisamente eso sería esa gran cuesta que va desde calle Huelva hasta la ésquina con lo que hoy es la barriada Arrecife. Si te fijas bien y te vas en el tiempo al Ayamonte antiguo, cuando empezaba a urbanizarse la Ribera no te extrañará que nuestros antepasados se refirieran a ese gran promontorio llamándolo arrecife, que luego derivaría en topónimo. Esto que te digo es pura especulación, pero lógica, no se me ocurre otra y quedamos a la espera que otro visitante del blog añada algo que conozca sobre el particular.
Trini Flores -
Sarima -
ojito -