AYAMONTINOS DE PRO: FERMÍN RODRÍGUEZ Y EL RELOJ DE LA TORRE DEL SALVADOR
No siempre se producen expolios como los del Castillo, el Baluarte, el Pozo de los Almendros, el Teatro Ibérico, etc., a veces, gracias a esos ayamontinos de pro a que nos iremos refiriendo a lo largo de la vida del blog, no sólo no se pierden elementos importantes de nuestra historia y nuestra cultura, sino que se mantienen e incluso recuperan.
Este es el caso del reloj de la torre de la iglesia parroquial del Salvador. El viejo reloj torreño no sólo anunciaba las horas durante el año, sino muy especialmente durante las fiestas del barrio. Eran tiempos en que los jóvenes teníamos que recogernos a la hora que decían nuestros padres, y recuerdo que las dos de la madrugada era lo suficientemente tarde como para que dejásemos la verbena y emprendiésemos el camino a casa. En el Solá seguía sonando para delite de los mayores los boleros de Lucho Gatica.
Llegó un momento en que el viejo reloj cayera enfermo aparentemente sin remedio, y digo aparentemente porque precisamente la encomiable labor de un ayamontino de pro como mi querido amigo y prestigioso tendero Fermín Rodríguez lo evitó. Para premiar aquella labor que sonaba a épica, a epopeya, me permití dedicarle el romance que a continuación transcribo y que los que quieran conservarlo debidamente editado y encuadernado podrán hacerlo adquiriendo el album de las Angustias del presente año. El romance era del siguiente tenor:
"Esta es la hermosa historia de un amor con una máquina, que parece que ocurriera en una ciudad encantada. En lo alto de Ayamonte, que el cielo casi se alcanza, parado y abandonado un viejo reloj lloraba. Y un tendero enamorado de las cosas de su pueblo, también lloraba su pena al verlo solo y enfermo; nadie quería saber nada del viejo reloj, y así dejaron de oirse las horas en el Salvador. Y el tendero enamorado de las cosas de su pueblo, movió Roma con Santiago, con tesón y con denuedo; y aprovechando la hora de restaurarse la torre, se arremangó las neuronas y al toro le echó cojones; luchó con los arquitectos, les dió lesiones de pesas, de engranajes y de aceites, de amor, de ilusión, de entrega. Hoy el reloj da las horas, y el tendero, de buen gusto, dos veces a la semana sube a ponerlo a punto. Y el viejo reloj villorro, agradecido y ufano, cada vez que da las horas le manda su amor de hierro al tendero enamorado".
7 comentarios
Amadeo -
F. Pargana -
carmen -
er chanchi -
Le puedo decir que fabricó piezas artesanales para aquel reloj pues ya no se fabricaban. Fermin y el subían juntos a engrasar aquel dichoso reloj a cada momento. Y cuando mi abuelo murió y se reformó la torre del salvador, se formó la de "Díos" (nunca mejor dicho) para echar a andar aquel reloj. Palabra del señor...del señor Fermin.
Un saludo. Felicitaciones por la página.
carmen -
Philips -
Comandante -
Esperemos que el maestro Trini, otro ayamontino de pro -dicho sea de paso- nos lo vaya mostrando poco a poco.
Saludos maestro.