AYAMONTE EN EL RECUERDO. 54. La horma de Sotito
Como ocurre con todas las actividades, las formas y maneras de solucionar los problemas cambian considerablemente a medida que avanzan los años. Por ejemplo, hoy casi nadie lleva a arreglar un televisor con una avería importante porque a la larga sale mejor comprar uno nuevo en una oferta. Con los zapatos pasa algo parecido, te compras un par en el mercadillo y cuando la rozadura te va llegando al hueso en vez de llevarlo al zapatero te compras otro par y punto.
Uno de los problemas que siempre han ocasionado los zapatos nuevos son eso, las rozaduras por la estrechez de los mismos. Nos los probamos en la tienda y de momento van muy bien, pero a la vuelta de acompañar a la Amargura por todo el recorrido ya no nos parece tan bien el encaje de los dichos zapatos, así que hay que procurar, aparte de las tiritas, encontrar otro remedio. Se dice que metiéndolos en alcohol estira la piel y ancha el zapato, pero desde luego es mejor, si la apretura no es excesiva, utilizar un método más técnico.
En nuestro pasado Ayamonte contábamos con una zapatería de prestigo, la de Sotito, diminutivo de Soto. Sotito tenía la zapatería en la calle San Diego y ya a la vejez el hombre se llevaba casi todo el día sentado a la puerta y así charlaba con el maestro Curro el barbero que tenía la barbería enfrente. En tal zapatería se ofrecía un servicio para el remedio de que hablamos: meter el zapato en la horma. Así que si el zapato te apretaba ibas a la zapatería de Sotito y decías: muy buenas Pepe, que era el yerno, vengo a que me metas el zapato en la horma. Allí se llevaba el zapato unos días y lógicamente anchaba y se podía seguir utilizando.
La horma de Sotito creo que duró hasta el final de la vida de la zapatería y no sé si Jaime Pereira Soto , nieto del fundador del negocio, la conserva, le preguntaré cuando le vea.
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