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Mojarra Fina: El Blog de la Mojarra Fina Ayamontina

AYAMONTINOS INOLVIDABLES. 7. Prudencio Gutiérrez Pallares

AYAMONTINOS INOLVIDABLES.  7. Prudencio Gutiérrez Pallares

Allá por los años sesenta del siglo pasado se me ocurrió escribir un artículo en el álbum de las Angustias solicitando del Ayuntamiento la rotulación de una calle en honor de Prudencio Gutiérrez Pallares. Dos años después, reiteré la solicitud. En ambas ocasiones, el Ayuntamiento n.p.c.

Pero he aquí que años después, un grupo de ayamontinos recogió firmas con la misma finalidad, incluso tuvieron el descaro de explicarme la necesidad de que nuestro más acreditado cronista tuviese una calle con su nombre, en fin pilarín.

Lo cierto es que se acordó rotular la entonces denominada 29 de julio con el dicho nombre y además de salirme con la mía tuve el honor de vivir en esa calle muchos años, vamos, la calleja del cine. Cosas de la vida.

Entre mis solicitudes y la concesión, al pasar una mañana por el antiguo bazar de su sobrino Manolo Cruz me llamó y me dijo: mira que bien, amigo Trini, a ti el Ayuntamiento no te hace ni puto caso,  y a mí me pone mi sobrino a vigilarle las cestas estas que tiene aquí colgadas para que no le roben los portugueses. Tenía el hombre un fino sentido del humor.

Prudencio Gutiérrez Pallares, ya en adelante escribiremos de la forma más cariñosa con que lo nombrábamos sus paisanos –don Pruden-, conoció el siglo XIX, nació en 1.896 y falleció arañando los 90.

Licenciado en Derecho a medio camino, dejó los estudios para dedicarse al negocio de conservas familiar y a algo que para él resultó fundamental a lo largo de toda su vida: a soñar futuros para Ayamonte. Algunos los vio convertidos en realidad, ahí está la barriada del Arrecife, acabando así con aquella corona de espinas que eran las chozas del Peñón. La “Hermandad del Ladrillo” fue el programa radiofónico que dirigido por él facilitó su gran logro.

Pero su gran sueño fue sin duda aquel Ayamonte del futuro que él siempre situó en las marismas de Santa Gadea. Y ahí está la que hoy es sin duda la barriada más populosa de Ayamonte.

Defensor a ultranza de nuestra cultura, fue siempre un enamorado de las virtudes de la cal de nuestras canteras. Y como quiera que era hombre que predicaba con el ejemplo, no se le ocurrió otra cosa que pintar su vieja bicicleta de blanco, pero blanco de cal blanca de uno de los hornos entonces existentes.

Pareja inseparable de quien seguramente fue su mejor amigo, Manolo Feria el Tejaito, ya recordado, nos legó un buen manojo de artículos que a diario oíamos a través de las ondas de Radio Juventud de Ayamonte, sus famosísimos “Comentarios del día”. Pero sobre todo nos legó su loco ayamontinismo, su desmesurado amor por su tierra, su bondad y su inteligencia. Fue el gran cronista, junto el amigo citado, del siglo XX ayamontino.

Por todo ello, y por mucho más, don Pruden es y será por siempre un ayamontino inolvidable.

  

 

3 comentarios

66 -

No soy viloriofino, soy 66. ¿Te das cuennn?. Te perdono el lapsus.

Trini Flores -

Querido amigo Viloriofino: tú nunca llegas tarde a ningún sitio.
Lo de la fecha del blanqueo de la bicicleta seguramente sería por esa fecha que dices.
No sé qué relación tenía don Pruden con la familia Calderón.
Y en cuanto a la foto, le echas la "bronca" a su sobrino Manolo Cruz, que no tenía otra, pero llevas razón, no hay quien lo conozca.
Quierdo aclararte una cosa: los artículos del blog debe ser cortos y los personales meras semblanzas lo más breve posible para no hacer pesada su lectura, por eso siempre queda algo fuera, para que lo completen los buenos blogueros como tú. Un abrazo.

66 -

No tengo arreglo, una vez más llego tarde al comentario; pero más vale tarde que nunca.
Si no me equivoco en el cálculo, cuando yo tenía diez años, “Don Pru” debería tener 57 quiero decirte con esto que la foto que publicas representa casi la mitad, alrededor de 30 años y con esa edad no lo recuerdo con la bicicleta blanca (ni tu tampoco). ¡Claro que tu tampoco dices cuando la pintó! Yo creo que lo hizo entre los 50 y 60 años. ¿Y por qué de todo esto?. Porque Don Pruden o Don Pru lo asocio con una persona más mayor de la que representa la foto, que es la que deberías haber puesto. Pero a falta de pan, buenas son tortas (imagino que no la tendrías).
Don Prudencio, creo que era administrador o socio, no recuerdo bien, de Clemente Calderón, dueño de la charanga de mariscos y cangrejos que había en la esquina de la calleja del cine, y allí todos le llamaban Don Pru término cariñoso, respetuoso y amigable. Recuerdo su gran sentido del humor y sabiduría.
Vaya mi recuerdo para él.